«Es un error pensar que llevar a un mayor a una residencia es un fracaso personal»

El neurólogo Miquel Aguilar ofrece las claves para facilitar a las familias esta decisión

L. Peraita

Tomar la determinación de ingresar a una persona mayor en un centro residencial siempre supone un quebradero de cabeza, no solo por motivos económicos, sino por cuestiones emocionales . «Para muchos familiares sacar a una persona de su hogar se percibe como un verdadero fracaso personal -asegura Miquel Aguilar, neurólogo y responsable de la Unidad de Enfermedades Neurodegenerativas de DomusVi Bonanova (Barcelona)-. Entienden que no han podido atenderle tal y como se merecía, que la situación les ha superado y por eso se sienten defraudados, culpables. No debe ser así».

En primer lugar, -matiza este especialista- por el sentimiento de amor hacia el familiar y, en segundo lugar, por una cuestión cultural, puesto que, en algunos casos, se percibe de forma negativa la labor que se realiza en los centros residenciales. «Sin embargo, -añade- no hay que obviar que la mayoría de los profesionales que trabajan con mayores tienen una gran calidad humana y una formación especializada para este tipo de cuidados ».

Atención las 24 horas

Aguilar asegura que en los centros residenciales más del 50% de los ingresos corresponden a pacientes con deterioro cognitivo, como Alzhéimer , lo que supone una importante carga para las familias. «Son personas que, según la fase en la que se encuentre su enfermedad, no recuerdan lo que han hecho hace dos minutos, que poco a poco pierden la capacidad de realizar cuidados básicos como vestirse, ducharse, hacerse la comida, salir a la calle..., por lo que requieren una atención las 24 horas del día. Una situación muy difícil de soportar por muchos familiares que a la vez tienen trabajo e hijos a los que atender».

Por este motivo, el doctor Aguilar explica a las familias que deben percibir los centros residenciales «como una prolongación de sus propios hogares donde, además, estarán atendidos constantemente respecto a todas sus necesidades, desde la alimentación a la toma de medicación...». Añade que, aunque es difícil, es importante personalizar su nuevo espacio con recuerdos como fotos, cuadros, objetos o, incluso, algún mueble que haga que el mayor se sienta más cómodo.

Sobre todo advierte que es imprescindible que los familiares estén más unidos que nunca y no dejen de visitar a su mayor con frecuencia porque aunque no les reconozca por su deterioro cognitivo, siempre existe un contacto emocional que es indispensable para estas personas. «Las caricias, los besos, las palabras y mensajes positivos hacen que ese vínculo emocional se mantenga vivo y aumente su sensación de bienestar».

Destaca que cuando se atiende a un mayor con tantas demandas en casa, los familiares están muchas veces tensos «y esa angustia se transmite, aun sin quererlo, en los cuidados», por lo que delegar en profesionales todos estos cuidados «favorece tanto al mayor como a los familiares que ganan en libertad de horarios y tranquilidad para atender a su ser querido siempre que deseen, pero sin presiones».

Este neurólogo también asegura que es muy frecuente que las personas mayores cuando viven en su propia casa lo hacen relativamente aisladas. «Los profesionales que trabajan en los centros residenciales se esfuerzan por romper este aislamiento haciendo que se relacionen con otras personas, en la medida de las posibilidades de cada uno, y que al mismo tiempo participen en actividades programadas. De esta manera -asegura- se percibe una mejoría en su capacidad cognitiva. Es un proceso lento que precisa de una primera fase de adaptación para, poco a poco, poder apreciar los resultados positivos», matiza este doctor.

Comunicación y confianza

Recomienda que los familiares opten por un centro residencial de su confianza con profesionales con los que pueda establecer comunicación constante para atender de forma conjunta al paciente y, sobre todo, que puedan ir a visitarle cuando quieran. «La confianza con los profesionales y la comunicación son aspectos claves para tener la seguridad y tranquilidad de que está bien atendido», insiste.

En definitiva, concluye el neurólogo Miquel Aguilar, « ir a una residencia no es un fracaso, es un paso más que implica dotar de más calidad de vida a una persona mayor y a su entorno familiar más cercano».

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