ACOSO ESCOLAR

El peligroso juego con el que tu hijo puede poner en peligro su vida en el colegio

El supuesto reto se grabó en un colegio de Venezuela, pero ya corre por los grupos de WhatsApp de padres españoles

S. F.

En el video, que ya corre como la pólvora por los grupos de WhatsApp de padres españoles, se puede ver como tres adolescentes con uniforme escolar saltan: los de los costados lo hacen a la vez, el de en medio salta unos segundos después. Los de los lados le ponen la zancadilla al que se encuentra en el centro, y provocan que este se caiga hacia atrás, sufriendo un fuerte golpe. Se trata de un reto más de los miles sin sentido que corren por las redes, ante los cuales los jóvenes «no deberían sucumbir» , alerta Rocío García Torres, profesora de Psicología de la Personalidad de la Universidad de Villanueva y psicoterapeuta de familia.

A juicio de esta experta, lo más importante en estos casos es «prevenir antes que curar» . A su juicio, el objetivo no tiene que ser tanto erradicar este tipo de conductas, sino intervenir antes de que se produzcan y comience el problema. «En el caso del agredido, debemos hablar de estrategias de autoestima, habilidades sociales, y entrenamiento en asertividad, que es enseñar a los adolescentes a decir que no: "no participo en esto" . De no tolerar una agresión ni física, ni verbal ni psicológica». En este punto, añade, «no solo es importante fomentar la autoestima de los adolescentes, sino ayudarles a construirse un buen autoconcepto. Tenemos que ayudar a los adolescentes a que realmente sean capaces de cuidarse a si mismos. De poner límites, al final».

Pero por otra parte, advierte García Torres, está la educación del agresor. «También nos tiene que preocupar, y en este sentido es muy importante, educar a los adolescentes en la contención, en la expresión adecuada de sus emociones... Muchas veces lo que hay detrás de un agresor es una falta de límites por parte de los padres . Y lo que subyace en esa conducta equivocada es la búsqueda de límites». Sin olvidar, apunta, «que aunque solemos hablar de querer desde el afecto, hay que hacerlo también con límites. Que haya un adulto detrás supervisando su conducta. Para esto lo más importante es como padres ser el mejor ejemplo. Los niños y adolescentes ven y escuchan, pero siempre se van a quedar con lo que ven, porque aprendemos por imitación principalmente. Y la violencia llama a la violencia. Se habla mucho de que haya casas libres de acosadores. La educación empieza en el hogar y desde el día uno, tenemos que educar a nuestros hijos sin un ápice de violencia».

Las familias, concluye esta psicoterapeuta, «tenemos que observar, y nos tienen que saltar las alertas tanto si pensamos que nuestro hijo puede tener algún tipo de conducta agresiva, como si creemos que nuestro hijo no está sabiendo defenderse y poner límites. Y, por último, debemos enseñarles estrategias y educarles en la empatía. Que se sepan poner en el lado del otro . Tenemos que estar ahí tanto para los agredidos como para los agresores y los que los rodean, porque los chavales no pueden ser espectadores pasivos de juegos así. Hay que involucrar al resto para que no sean parte del problema y puedan ser parte de la solución».

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