Educación

«A los niños se les exige que conozcan sus emociones, pero se les niega sentirlas»

El aprendizaje alternativo pone el foco en el menor y atiende sus necesidades reales

Alejandra González

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Los niños aprenden a ser pensadores correctos antes de empezar a pensar. Esta idea la expuso un psicólogo y es precisamente este sector el que más la utiliza para hacer ver que la educación se centra en lo social, dejando de lado la parte individual del pequeño . «En lugar de mostrarse cómo se sienten, se les dice cómo tienen que sentirse. Los adultos tratamos de razonar, pero los menores no están en edad de ello, no están desarrollados», afirma Carmen González , psicóloga infantil.

Los más pequeños viven en un mundo donde las emociones son muy intensas . «Un bebé, por ejemplo, llora como si se fuese a morir cuando tiene hambre», subraya. Por ello, «es vital que en la educación se ponga el foco en el niño, que de la parte individual se pase a la social; así es como surge la corriente de aprendizaje alternativo ».

Antes de definir esta novedad, se debe tener claro cuál es la educación tradicional. «Surgió de la necesidad de los adultos, de enseñar a los niños unas bases que se centran en el concepto del alumno como un mini-adulto», asegura González. Esta especialista insiste en que a los pequeños se les educa ; como si fueran proyectos de persona cada edad tiene que conseguir una serie de hitos y todo ello enfocado al mundo laboral.

«Estamos inmersos en una trampa social en la que importa la “titulitis” –hacer una carrera, tener un máster, saber inglés o tocar algún instrumento–. Existe una necesidad de que haya rutinas, normas y aprendizajes muy estructurados. Todo ello provoca que los niños no se desarrollen como seres independientes», continúa.

Desde la individualidad

¿En qué momento surge la educación alternativa? «Aparece como una necesidad mayor de educar a la persona para la vida , atendiendo a sus carencias reales de desarrollo. Si no tienen un trato individualizado, los niños no saben quiénes son; es como si tuvieran que ser seres sociales antes que seres individuales », afirma González.

La enseñanza tradicional puede derivar en bloqueos emocionales en la etapa adulta. «Hay mucha represión porque se nos ha impedido sentir . Siempre nos decían “No llores, no pasa nada”, para buscar una desconexión entre que llorar es malo o hay que ser fuerte». En la educación alternativa, sin embargo, «esto se respeta mucho».

«Si te duele, te duele y si te apetece llorar, lo haces. Todas las emociones están permitidas, pero los comportamientos no. Se puede estar enfadado y no por ello se tiene que pegar», insiste esta especialista conocedora del sistema de enseñanza alternativo.

En ese punto destacan los beneficios de este aprendizaje . A corto plazo, comenta González, está el permitirle ser al menor, el autoconocimiento. «Si yo puedo ser, juego a lo que mi motivación personal me pide y no a lo que me marcan. Los niños son esponjas . Tienen la necesidad de descubrir, investigar, explorar, crear..., pero sin una estructura clara; cuando realmente les apetece hacerlo», subraya.

González ha creado Kikirikí, un centro de educación infantil donde siguen este sistema. «Cuando los pequeños van a pintar, por ejemplo, ponemos un papel grande en el suelo porque es imposible que un niño pinte en una ficha pequeña sin salirse , sin que pinte la mesa... Para los bebés solemos hacer las pinturas con yogur y colorante alimenticio porque tienden a llevárselo todo a la boca», comenta.

Imitar al adulto

Ni castigos ni premios . Se establecen unas normas sociales de convivencia. «Un niño es más rico cuanta más libertad se le da, pero con límites. Harán lo que quieran, siempre respetando su seguridad física y afectiva. No deben encorsetarse en cómo tienen que ser las cosas y cómo hay que hacerlas», asegura González.

Por ello, es esencial recordar que «estamos frenando la creatividad de los niños cuando se les dice cómo ha de ser el dibujo que tienen que hacer cuando toca pintar», insiste esta experta infantil. Es a través del juego donde los pequeños aprenden más. Su máxima herramienta de aprendizaje. «Es como si hicieran pequeño el mundo y lo pudieran manipular ; se trata de su manera de imitar al adulto, de aprender y entender lo que les rodea».

En el ámbito tecnológico, González se muestra clara: hay mucho peligro . «Como psicóloga, he visto casos de adicción en niños porque son dispositivos que todavía no saben manejar. Si a un adulto le cuesta deshacerse de su móvil, imagina decirle a un pequeño de tres años que pare. Lo único que se conseguirá es frustración». Esta especialista reconoce que no ve aspectos positivos para utilizar los dispositivos en la educación. «Tienen mucho que aprender antes de usar la tecnología».

Lo mejor para el alumno

Carmen González insiste en que la educación que tiene que tener cada menor está relacionada con lo que sus padres busquen. «Deben encontrar aquello que conecte con los niños , que les haga adoptar un pensamiento crítico para no pensar siempre lo que les digan. Eso les ayudará a cuestionar algunas “normas”. Al final, a los pequeños se les está exigiendo que conozcan las emociones, pero se les niega el sentirlas », concluye la experta.

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