La moda de los regalos de padres a profesores: ¿peloteo o muestra de cariño?

Suele haber un padre que toma la iniciativa y hace la propuesta en el grupo de WhatsApp del colegio

Carlota Fominaya

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Viajes de dos días con la pareja, un bono de fin de semana en un spa, cestas de vinos y «delicatessen», pulseras y collares personalizados... Llega fin de curso y con ello, una moda recientemente instalada en nuestro país : los regalos pagados a escote por los padres a los profesores que han estado dando clase y evaluando a sus hijos durante todo el curso. La iniciativa se lanza en el grupo de WhatsApp de clase, donde existe una especie de «código» de obligado cumplimiento escrito que no deja mucha opción a dar la negativa: «no vaya a ser mi hijo el único que no participa...». La moda está tan instalada ya que tan solo de bucear superficialmente en la red se puede llegar con facilidad a blogs especializados e, incluso, a tiendas que comercializan este tipo de productos -de hecho, al teclear «regalos para profesores» en el buscador saltan más de 26.000.000 resultados.

Pero, ¿es lícito y apropiado? ¿Qué pasa si una familia no está de acuerdo, o no le viene bien económicamente? ¿Deben los docentes aceptarlos? ¿Qué es ese hábito tan de moda? «¿Una muestra sincera de cariño, un peloteo puro y duro, o un intento de soborno, quizá?», se pregunta el juez Calatayud. Eso, continua este popular magistrado, sin tener en cuenta a esos progenitores que «no quieren participar en los regalos, pero se sienten obligados a hacerlo para que sus hijos no resulten "perjudicados" -o eso es lo que creen ellos-».

En esto, como en todo, advierte Calatayud, debería primar el sentido común. «No me parece mal hacer un pequeño regalo a los maestros que han contribuido a educar a nuestros hijos en Infantil y Primaria cuando acaban ese ciclo de la enseñanza. Así lo explica Sonia López Mera, Ceo de Regaloalprofe.com, y madre de cuatro niños, quien defiende que «más que a los padres, a quien verdaderamente le hace ilusión dar el obsequio es a los propios niños. Por un día se sienten capaces de sorprender a su maestro, de arrancarle una sonrisa e, incluso, de conseguir que este se emocione. Sobre todo, si ellos han tenido algo que ver en el regalo».

«Durante unos meses han acompañado a nuestros pequeños, les han enseñado, educado, y ase han convertido en un referente para ellos. Ser profesor es más que impartir una lección. Ser profesor es convertirse en el narrador de las historias más fantásticas, en el paño de lágrimas de los más pequeños, en el médico que cura las heridas, en el cocinero que vigila la alimentación, en el psicólogo que les ayuda a vencer la timidez... Ser maestro es ejercer muchas profesiones en una sola y, por encima de todo, tratar a los niños con un amor infinito. Me parece lógico que después de todo esto, el profesor tenga un detalle que le haga recordar a esos niños que, hasta cierto punto, pasan a ser también "sus niños"», añade.

Regalar o no regalar al profesor, esa es la cuestión

En este sentido Alberto Royo, musicólogo, profesor de instituto autor de libros como «Cuaderno de un profesor» (Plataforma Actual) , apuesta por «no ser fundamentalista, especialmente cuando se trata de etapas como Infantil o incluso Primaria, en las que la relación entre los alumnos, que son niños, y los maestros, es distinta de la que se da en la Secundaria. Pero siempre teniendo en cuenta el hecho de que no todos los padres pueden permitirse según qué iniciativas y valorar bien si vale la pena llevarlas a cabo».

Ahora bien, matiza Calatayud, «hacer un regalo en Navidad, otro por el santo, otro por el cumpleaños y otro al finalizar el curso ya me parece un poco excesivo. Y obsequiar a un maestro con un fin de semana en un hotel de cuatro estrellas en la playa ya es pasarse (es un caso real)». Además, tal y como apunta Royo, «el profesor es un profesional que no enseña de manera altruista, sino que tiene un trabajo remunerado. Se hacen regalos a los amigos, a los familiares o, de forma particular, a quien uno quiere, faltaría más. Pero hacer un regalo al profesional que cobra por su trabajo, lo encuentro innecesario».

Como madre de familia numerosa la propia Sonia López Mera se ha enfrentado a esta disyuntiva durante muchos, y aclara que ella misma no es «partidaria de hacer un obsequio que suponga un alto desembolso para las familias, pero sí estimo que es muy adecuado tener un detalle con el educador para que recuerde a los alumnos a lo largo de toda su vida».

La opinión de los profesores

Por lo demás, sugiere Calatayud, « hay que tener en cuenta que habrá maestros a los que no les haga gracia esta práctica , pero que aceptan el regalo para que la otra parte no se sienta desairada. No sé, lo mejor sería hablarlo… y que nadie se sienta obligado a nada». Así lo corrobora Royo, quien insiste en que la labor del profesor es y ha de ser «discreta». «No hace falta que nos hagan regalos ni se nos concedan premios. Nosotros sabemos muy bien qué alumnos y qué familias agradecen nuestro esfuerzo. Personalmente, el mejor regalo para mi es comprobar que mis alumnos responden, trabajan, se implican y aprenden ». De hecho los que se dedican a enseñar, concluye el autor de «Cuaderno de un profesor», «antes que regalos, queremos que se reconozca nuestra labor, que se facilite, y que no se obstaculice nuestro trabajo, que se respete nuestra autoridad profesional, que se nos considere los auténticos expertos educativos, y que se legisle en materia educativa en función de la experiencia docente y de la evidencia».

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