«Hemos hecho del TDAH una epidemia»

En doce años, los diagnósticos de TDAH en España se han multiplicado por treinta

S. F.

En España hay más de 250.000 menores que toman psicoestimulantes, un 3 % de los niños y un 7 % de los adolescentes (de doce a quince años), porque se les ha diagnosticado trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) . Entre los años 2000 y 2012 el número de casos diagnosticados de este trastorno en el país se ha multiplicado por treinta, según recoge el libro Niñ@s hiper , escrito por el psicoanalista de la UOC José Ramon Ubieto y el catedrático de Psicología Marino Pérez. La situación en Estados Unidos es aún más alarmante: en la última década los casos han aumentado un 53 % y el TDAH se sitúa como el segundo diagnóstico más frecuente a largo plazo en menores, muy cerca del primero, que es el asma. «Los niños son movidos. Poniendo una etiqueta de TDAH a todo el movimiento infantil hemos hecho del TDAH una epidemia», explica Ubieto.

Estos datos han alertado a psiquiatras y psicólogos estadounidenses que piensan que el crecimiento tan elevado de los diagnósticos nuevos también hace que se medique de manera abusiva. En cambio, hay países, como Francia y Suecia, donde la prescripción de medicación en estos casos es prácticamente nula. «La pastilla tiene un efecto de freno de la angustia tanto para la persona que la recibe como para el mismo profesional; para el paciente, porque piensa que esta es la solución y, para el profesional, porque al prescribir la medicación se tranquiliza un poco. Para los padres también funciona como una especie de guía de actuación, pero en el caso de que no sea efectiva surge un sentimiento de culpabilidad», afirma el psicoanalista clínico.

Efectos secundarios de los psicoestimulantes

La medicación que se utiliza para el TDAH tiene efectos secundarios. «Puede afectar tanto al cuerpo —daños en las arterias, riesgo cardiovascular, dificultad para ganar peso y retraso del crecimiento— como a la percepción de responsabilidad de la persona ante dificultades. Cuando un niño o adolescente toma esta medicación durante temporadas largas, y a veces sin controles frecuentes, tiende a generar la creencia de que lo que le pasa no es responsabilidad suya, sino de su bioquímica cerebral», deja claro Ubieto.

El autor de Niñ@s hiper mantiene que hay alternativas a la medicación del TDAH . «Como se trata de un fenómeno que observamos básicamente en la escuela, pienso que la respuesta tendría que pasar primero por ver qué estrategias educativas podrían aplicarse en cada caso y siempre en conexión con la familia y la escuela», explica. En este sentido, propone analizar el contexto escolar específico del niño teniendo en cuenta sus condiciones de trabajo y la atención. «Simplemente modificando las estrategias educativas e implicando un tipo de interacción y de aprendizaje diferentes —como, por ejemplo, que no se pida a los niños que estén cincuenta minutos sentados en una silla y concentrados— la prevalencia actual del TDAH disminuirá», deja claro.

Ubieto añade: «Así pues, el primer ámbito de actuación es la educación, y en una segunda fase de actuación puede introducirse el psicólogo. Debería hacerse solo en el caso de que la conducta se dé más allá del marco escolar, es decir, en la familia y en otros lugares, y hay que tener en cuenta que para algunos casos la medicación sí es necesaria y útil».

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