Educación

«La etiqueta de "tú vales para ciencias y tú para letras", ya no es útil»

María José Ayuso, profesora de Joyfe y coautora de la Guía de las Inteligencias Múltiples en el aula, explica que la fórmula clásica del "yo hablo y tú, alumno, copias" no motiva el aprendizaje. «Los docentes deben aplicarse en otras metodologías»

María José Ayuso, profesora de Joyfe y coautora de «Guía de iniciación para docentes. Las Inteligencias Múltiples en el aula» Ernesto Agudo
Laura Peraita

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Tras quince meses de arduo trabajo , un grupo de profesores de Infantil, Primaria y Secundaria acaban de presentar la « Guía de iniciación para docentes. Las Inteligencias Múltiples en el aula », un manual gratuito —iniciativa de Renovacentia — con toda la información necesaria para aquellos docentes interesados en iniciarse en esta metodología de enseñanza.

María José Ayuso , profesora del Colegio Joyfe y coautora de esta guía, es todo un ejemplo de maestra inquieta por aplicar en el aula aquellas metodologías que más motivan y favorecen el aprendizaje de sus alumnos. Desde hace seis años imparte sus contenidos apoyada en la teoría de las Inteligencias Múltiples, «una forma de enseñar que claramente funciona», asegura sin dudar.

-Si funciona esta teoría, y está demostrado desde que la formulara en 1983 el profesor de Harvard Howard Gardner, ¿por qué no está implantada de forma mayoritaria en las escuelas españolas? ¿No se conoce aún o es que supone un gran esfuerzo implantarla?

-Esta metodología ha llegado tarde a nuestro país. Es complicado implantarla porque el profesor debe cambiar el chip. Howard estableció que hay ocho inteligencias diferentes. Si hay muchas formas de aprender, también debe haber numerosas formas de enseñar, y no solo la tradicional, en la que yo hablo y tengo toda la autoridad como docente y tú, que eres mi alumno, te estás quietecito sin moverte, escuchas y transcribes. Es decir, la educación de siempre está basada en una inteligencia lingüística y lógico-matemática, nada más, y, por ello, las asignaturas que más peso suelen tener son lengua y matemáticas.

El aprendizaje clásico provoca que sea habitual ver a alumnos aburridos y dando golpecitos con sus dedos sobre la mesa porque no pueden más con la asignatura. Estos, precisamente, son los que más necesitan moverse y que a la hora de enseñarles los números, por ejemplo, lo puedan hacer saltando en una recta numérica colocada en el suelo, en vez de sentados repitiéndo cifras en voz alta. El problema es que esta metodología más activa requiere del docente una planificación distinta para cada uno de los alumnos. Debe trabajar todas las inteligencias, por lo que su esfuerzo es mayor. No todos los docentes están dispuestos a realizarlo.

¿Cómo se gestiona el aula bajo esta metodología?

-No es sencillo. El alumno se mueve, canta, se relaciona con el resto de estudiantes... El nivel de ruido y de actividad es muy diferente al planteamiento del «yo hablo y tu copias», y eso genera cierto estrés. Para el profesor porque la gestión del aula le requiere más esfuerzo y, para el alumno, porque, en un principio, no entiende esta nueva dinámica. Le parece muy divertida, pero no es capaz de captar su rigor.

¿Solo son adecuadas las Inteligencias Múltiples para la etapa de Infantil?

-No concibo una educación si no se trabaja con Inteligencias Múltiples. Es absurdo hacerlo de otra manera porque el niño no aprende sentado, sino en movimiento, y en Infantil es muy habitual. El valor de «Guía de iniciación para docentes» de Renovacentia es que está hecha para estudiantes de Secundaria, porque los profesores están muy acostumbrados a utilizar esta metodología para Infantil e, incluso, Primaria. Secundaria, sin embargo, es la gran olvidada. Es una lástima porque a estas edades ya saben aprovechar mejor esta esencia del aprendizaje y se les engancha y motiva en gran medida porque se sienten mejor siendo protagonistas del aprendizaje, mucho más que siendo pasivos, escuchando y moviendo la cabeza indicando que se están enterando, cuando en realidad están pensando en sus cosas porque están aburridos.

¿Cuáles es el verdadero beneficio para los alumnos?

-Esta metodología funciona porque asimilan conocimientos sin darse cuenta. Les hace ser estudiantes activos y, por ello, están motivados e interiorizan mejor los conocimientos que les son útiles y, sobre todo, se potencia cada una de sus inteligencias. El cociente intelectual que mide la inteligencia, ya no sirve, la etiqueta que nos ponen de «tú vales para ciencias y tú para letras», ya no es útil porque pueden aprender de todas las inteligencias.

Además, favorece la integración de todos, sean cuales sean sus capacidades. Es decir, ante un problema de matemáticas, por ejemplo, primero lo hablan por grupos, ya no tienen que leerlo, por lo que si la inteligencia lingüística de un niño es menor, no se quedará atrás, lo tiene más fácil porque se entera mejor que si lo hace de manera individual.

Posteriormente, son ellos los que chequean el trabajo del grupo porque así detectan los fallos y se lo explican con su propio lenguaje, lo que muchas veces les facilita que asimilen conceptos. Cuando tienen dudas se las consultan entre ellos y, si no lo saben, yo se las explico, pero antes hay que darles la opción de que se cuestionen y se esfuercen en buscar posibles soluciones. El aprendizaje es horizontal, no siempre es vertical del docente hacia los alumnos.

Además, aprenden a resolver conflictos y tareas e, incluso, con niños con los que no se llevan bien, porque en la vida no sabemos nunca quién nos tocará al lado. Ganarán en empatía, paciencia..., y otras cualidades muy importantes que no están en los contenidos. Son una generación que no necesitan mucha información —casi todo lo encuentran en internet—, requieren juicio crítico para discriminar qué información es adecuada y cuál no. Son herramientas que no están en ningún libro. En Google no todo vale. Ya no se trata tanto de formar a alumnos listos que sepan recitar de carrerilla los ríos o montañas..., sino niños responsables que sepan utilizar sus conocimientos.

Nos ha explicado cómo trabajan esta teoría los profesores, cómo la perciben los estudiantes, pero ¿y los padres? ¿Qué opinión les merece?

-Primero les asusta, sobre todo cuando se les cambia la metodología de repente, porque siempre han estado acostumbrados a que sus hijos estén sentados haciendo deberes y cuando no les ven estudiar, ni repasando, sino con youtube buscando música para hacer un rap del ciclo del agua, pues se quedan asombrados. Tiene su lógica. Pero si el resultado de las notas es positivo y comprueban que se saben los contenidos, los padres se suelen tranquilizar. El éxito es la comunicación entre profesores y familias para poder transmitir la tranquilidad de que los contenidos que van a aprender van a ser los mismos. El nivel ni se sube, ni se baja.

¿Qué ofrece la «Guía de iniciación para docentes. Las Inteligencias Múltiples en el aula»?

-La guía va dirigida a docentes, con teoría al principio, un bloque central de proyectos para Infantil y Primaria y muchas claves para implantar esta metodología en Secundaria. Está hecha con mucho rigor y desde la experiencia de un equipo de docentes. También incluye elementos de evaluación para que el alumno conozca sobre qué y cómo le vamos a evaluar para que sepa a qué atenerse. Son rúbricas que están testadas por nuestra experiencia. En definitiva, esta guía es un bombón para el docente que lo sepa interpretar.

Incluye, además, muchas reflexiones sobre cómo hemos hecho la planificación, los problemas de ejecución que nos hemos encontrado para que no caigan en ellos, los instrumentos y documentación que nos ha servido de ayuda, los recursos más adecuados, las evaluaciones, conclusiones finales... Pero también hemos aportado nuestra sensación personal. Eso es lo que hace más humano este manual. Se nos pide que hagamos inteligencias múltiples, aprendizaje cooperativos, que trabajemos la inteligencia emocional, que no nos olvidemos de la PAU... Entonces, uno para, reflexiona y se pregunta: ¿a qué me atengo? La clave está en que no se trata de sumar y sumar, sino de integrar. No es fácil. Hay que ser valiente para ponerlo en práctica.

¿Cómo motivar a los colegios que aún no se hayan atrevido a dar el paso de aplicar esta teoría de las Inteligencias Múltiples?

-Que se lean la guía que es gratuita —afirma sin dudar entre risas—, y que se documenten y cuenten con el apoyo de su equipo. Ofrecemos muy mascada toda la información al respecto, les contamos cuáles han sido nuestros errores, cómo nos sentíamos para que no les pase a ellos lo mismo, las precauciones que hay que tener para que los niños no se dispersen, para que sepan que dejarles levantarse de la silla no es volverse locos, ni hacer fiestas.

Lo primero que hay que hacer con los chicos es establecer las normas y que sepan cómo se va a gestionar el aula. Van a trabajar en pareja, en grupo, y también hay un momento de inteligencia para valorarse individualmente. Es decir, a mitad de su tarea hacen manos arriba y si, por ejemplo, debían tener finalizadas cuatro páginas y solo tienen hechas dos, deben preguntarse y reflexionar el motivo ( si es que necesitan ayuda, si es que han estado hablando... ). Se les ayuda a pensar y a que asuman su responsabilidad y consecuencias. Tiene que salir de ellos. No aprenden igual ni son igual de protagonistas si les estoy mandando e insistiendo «vamos, vamos termina, termina». Deben aprender a resolver sus conflictos: cómo se sienten, qué le ha pasado... El docente es quien les guía y facilita el aprendizaje también en las relaciones sociales sin imponer nada. Yo no soy juez, soy maestra.

¿Todo son bondades con esta metodología? ¿Tiene algún punto débil?

-La forma de trabajo es más dura para planificar que para ejecutar. Una vez que estás dentro del aula es mucho más fácil llevarla a cabo. Sin embargo, el trabajo de diseño, planificación del contenido de las ocho inteligencias, de las actividades..., es más complejo que en la enseñanza tradicional. Para un contenido tengo que pensar ocho formas de enseñar y lleva lógicamente más trabajo. Se fomenta la creatividad en el profesor. Es más cómodo decir «esta es la letra "a", ¡venga todos a repetirla!», pero si les enseño una "a"mapola y se las hago oler, y una "a"zucena, y con flores hacemos la "a"... Y se preguntan: ¿me gusta la a?, ¿mi nombre tiene la a?...

Dentro del aula se establecen rincones para cada inteligencia, no se trabajan todas a la vez, ni todos los días, pero los alumnos van rotando y trabajan el mismo contenido. Dentro de una misma asignatura se puede trabajar con todas las inteligencias múltiples. Como docente hay que hacer al final de día una labor intrapersonal y reflexionar qué he hecho por mis alumnos, ¿han trabajado todas las inteligencias? ¿No? Pues en la próxima sesión voy a tratar de incorporar estas otras.

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