Análisis

Educar en la recompensa, actuar por compensación

Los padres tienden a recompesar, de manera material, todo logro que realizan sus hijos, transmitiéndoles, de este modo, el mensaje de que cada vez que hacen algo bien la consecuencia de ello es un regalo

María Campo Martínez

Cada vez es menos extraño encontrar jóvenes y adolescentes que se niegan a hacer algo porque dicen que «no me compensa» . No les compensa el esfuerzo, el trabajo, la constancia y la superación porque no tienen una recompensa material inmediata. No valoran todo lo no material que pueden lograr. Esta forma de reaccionar y actuar no es fruto de la casualidad, sino que responde al tipo de educación que han recibido.

Los padres tienden a recompesar, de manera material, todo logro que realizan sus hijos, transmitiéndoles, de este modo, el mensaje de que cada vez que hacen algo bien la consecuencia de ello es un regalo . El ejemplo más claro está al recibir las notas. Muchos padres caen en el error de hacer un regalo a sus hijos si las notas son buenas. De este modo los niños aprenden que si estudian consiguen regalos, no aprenden que su responsabilidad es estudiar y que, si lo hacen bien, sentirán felicidad y satisfacción por responder, adecuadamente, a su responsabilidad y obligación.

Esta forma de educar, que muchos padres utilizan de manera totalmente inocente y pensando que es lo mejor para ellos, no sólo tiene consecuencias inmediatas sobre los niños, ya que estudiarán o no en función de si reciben un regalo a cambio, o del tipo de regalo que reciban. La consecuencia más peligrosa está en que se les educa en la compensación y, por lo tanto, sólo se esfuerzan en aquello que les compensa. No valoran el esfuerzo como superación y crecimiento personal. Dejan de adquirir valores que van a ser fundamentales, posteriormente para aspectos tan importante como en el trabajo y en la vida en general.

Por tanto, es importante tener como lema educar en el esfuerzo y en la capacidad de superación y reconocer el esfuerzo realizado con recompensas sociales y refuerzo positivo, pero sin necesidad de caer en el regalo material para que los niños logren sus objetivos.

María Campo Martínez es profesora del máster de UNIR de Orientación Educativa Familiar

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