El descomunal enfado de una estudiante al ver tambalear el sueño de su vida

La zaragozana Claudia Gutiérrez asegura que «necesitamos que los políticos aclaren nuestra incertidumbre y no perdamos la oportunidad de elegir la carrera por la que tanto nos estamos esforzando»

Laura Peraita

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Claudia Gutiérrez vive en Zaragoza y se levanta agotada cada mañana por las largas jornadas de estudio del día anterior. «Los profesores nos mandan de forma online u n sinfín de tareas para completar todo el temario de cara a la Pau, Evau, Paeg, Ebau, Selectividad... Palabras que los alumnos de segundo de Bachillerato hemos escuchado en clase todos los días decenas de veces, y para la que nos hemos estado preparando física y mentalmente haciendo las pruebas que han hecho en años anteriores».

Esta joven estudiante sueña desde pequeña con ser periodista y, como representante de muchos otros alumnos en su misma situación, manifiesta su gran enfado, preocupación y desconcierto ante una prueba de acceso a la Universidad que aún no se sabe con certeza cuándo se realizará debido a los efectos del coronavirus. «Los profesores nos están enviando un montón de temario que ni siquiera entendemos —Caludia es una estudiante de notables y sobresalientes— y s e escudan en frases como "si tenéis alguna duda, preguntad" . No entendemos los conceptos y no podemos seguir el mismo ritmo que cuando estábamos en clase. Y, encima, mandan una barbaridad de deberes. Muchos más que cuando íbamos a clase presencialmente. También nos dan algunas lecciones mediante videoconferencia intentando convencernos de que, de esta forma, es igual que cuando se nos permitía asistir a nuestros centros. Para nada es igual», asegura.

Situación desesperante

Claudia se pone a estudiar cada día a las nueve de la mañana y a las once para media hora. A las dos come para volver a retomar sus tareas hasta las diez de la noche. «En clase teníamos el tiempo perfectamente medido; ahora estamos en una situación desesperante, no tenemos ni idea de qué va a ser de nuestro esfuerzo o curso».

Explica que los alumnos como ella llevan muchos años estudiando para enfrentarse al día de mañana. «Para preparar una prueba de acceso a la Universidad que determinará la siguiente etapa de nuestra vida. Sacrificio, esfuerzo, llanto, agobio, falta de tiempo, inestabilidad y confianza en el ímpetu que hemos puesto hincando codos durante horas y horas para unos exámenes finales. No se tendrá en cuenta absolutamente nada más que los conocimientos que, en un tiempo récord, hayamos sido capaces de almacenar en nuestra cabeza, la cual a lo único que se dedica es a tragar contenidos y vomitarlos cuando te entregan un tríptico».

«Es importante que nos animen a pensar que todo nuestro sacrificio ha merecido la pena»

«Llevamos casi dos cursos enteros preparándonos para un solo exámen —prosigue—. Porque según como está planteado el sistema educativo, Bachillerato no consiste en aprender. No. Consiste en que, según nuestras pruebas objetivas, nos sea asignado un número que llegue a ser lo suficientemente alto para que podamos entrar en una carrera y dedicarnos a lo que llevamos unos 15 años soñando».

En su opinión, este futuro soñado depende de una prueba, y de una nota, que en la mayoría de los casos no llega a ser lo bastante alta. Por ello, los estudiantes acaban matriculándose en carreras con una nota menor «porque se ven en la obligación, ya sea social, parental o individual de hacerlo así, lo que les llevará, tarde o temprano, a acabar abandonando debido a la desmotivación que supone».

Esta joven reconoce que la salud y el bienestar ciudadano ante la situación que estamos viviendo es lo primero. «Pero supondría de bastante alivio para los estudiantes que alguien, en algún momento, se refiriera a nosotros con palabras de aliento o sosiego o, incluso, de compasión o empatía. Aunque nadie sepa cuando este maldito virus va a darnos una tregua, es importante que nos animen a pensar que todo nuestro sacrificio ha merecido la pena, aunque no vaya a ser de inmediato. Sé que los políticos tienen asuntos prioritarios en este momento, pero también deberían pensar que muchos jóvenes hoy nos estamos jugando nuestro futuro en estos días, un futuro que llevamos planeando muchos años».

Caludia Gutiérrez sueña desde siempre con ser periodista. «Para entrar en la Universidad me piden en Zaragoza un 10.7. Tengo miedo de no tener la posibilidad de ser lo que siempre soñe y por lo que tanto he luchado en los últimos años. No quiero que mi esfuerzo no sirva para nada», concluye.

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