Así es el día a día de un colegio español con alumnos ucranianos y rusos desde antes de estallar la guerra

El departamento de Orientación del centro ha elaborado un protocolo de actuación para que los docentes sepan cómo afrontar la convivencia de estos niños y sus compañeros

César Prieto y Esther Herranz en el 'Rincón del Diálogo' donde enseñan a los alumnos a solucionar conflictos Isabel Permuy
Laura Peraita

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En el Colegio Alameda International School de Madrid hay alumnos de 53 nacionalidades. Entre ellos hay estudiantes rusos y ucranianos que viven en España y sobre los que se ha puesto el foco en las últimas semanas. Siempre se han movido como cualquier otro compañero por las aulas y pasillos de este centro, pero, ¿cómo ha influido el estallido del conflicto bélico en el día a día de estos niños? ¿Cómo lo gestionan los docentes?

Esther Herranz, directora de Orientación de este colegio, apunta que, por un lado, al comienzo de la guerra observaron cierta aproximación de los compañeros hacia los niños ucranianos con los que siempre han compartido pupitre. «Los sentían como víctimas de la situación y les hacían comentarios del tipo ‘cuánto lo siento’, ‘debes estar muy triste’... e, incluso, les daban regalos para animarles».

Por otra parte, esta psicóloga explica que afloraron ciertos conflictos latentes entre alumnos y que, sin motivo, los relacionaron con la guerra. «Es el caso de una niña rusa con la que no quería jugar un grupo de niños porque días atrás no les dejó sus rotuladores y ella, al verse sola, pensó: ‘claro, no quieren estar conmigo porque soy rusa. Debe ser que soy mala’ . Es decir, sacó unas conclusiones que nada tenían que ver con el verdadero enfado con sus compañeros, pero lo achacó a su nacionalidad por todo lo que ella recibe de su entorno sobre el papel de los rusos en la guerra».

No generalizar

Justo en estos casos, añade César Prieto, director de Primaria, «es cuando hacemos un seguimiento individualizado para hacerles entender la situación, mantener una escucha activa y saber lo que piensan y sienten para que desarrollen su pensamiento crítico... y, sobre todo, sepan que en ningún caso se puede generalizar y que en nuestras aulas no hay etiquetas de buenos y malos».

Afortunadamente, este caso fue excepcional y resuelto rápidamente porque, tal y como señala Enrique Escandón, director de Alameda International School, «estamos acostumbrados a tratar con alumnos de países muy distintos, pero aún así, y en previsión de lo que pudiera suceder al estallar la guerra, desde el departamento de Orientación se ha establecido un protocolo para que los docentes aborden adecuadamente cualquier cuestión al respecto».

Los niños, prosigue el director de Primaria, «tienen fundamentalmente miedo a que la guerra pueda llegar a España, se sienten inseguros. Por ello, tratamos de dar respuestas a todas sus dudas y temores, pero siempre transmitiéndoles la mayor seguridad posible». Lo esencial, matiza Esther Herranz, es que los profesores no saquen el tema para no dar señales de preocupación ni aumentar su ansiedad, «y solo cuando nos pregunten les responderemos con la verdad y siendo neutrales, para que desarrollen su pensamiento crítico y validen emociones, como el enfado, la tristeza, etc., y aprendan a gestionarlas».

No obstante, los profesores aprovechan para encontrar el lado educativo de la situación y enseñar que la guerra no es la forma de resolver problemas. «Les damos la oportunidad de que planteen otras opciones que incluyan la comunicación, la negociación, el empoderamiento, la empatía... y, de este modo, les inculcamos otra forma de hacer las cosas», apunta Hernanz.

Escolarizar sin coste

Dentro del equipo docente está Natalie Kilishynska, profesora de procedencia ucraniana, quien reconoce que tanto alumnos como profesores están muy pendientes de ella para que no decaiga su ánimo. « Cuando me preguntan por la guerra intento no posicionarme , aunque sea difícil. Incido en que no generalicen, que no todos los rusos son malos, también son víctimas».

Este colegio cuenta en la actualidad con varias propuestas de padres dispuestos a acoger niños que llegan desde Ucrania . «Nos encargaríamos de escolarizarles de forma gratuita —apunta Escandón—. Tenemos la suerte de contar con Natalie, que habla ucraniano, para hacerles su estancia más acogedora, y con Esther que trabajó 10 años en adopciones internacionales y conoce muy bien cómo acogerles». «Lo prioritario hoy —concluye Natalie— es su bienestar emocional más que el aprendizaje».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación