«El cerebro del niño no sabe de periodos vacacionales, su mente debe seguir ejercitándose»

Con la llegada del verano, se plantea, un año más, la cuestión de programar o no deberes para las vacaciones

El debate está servido: ¿Es el verano una época solamente de diversión? ¿ Es bueno mantener el hábito del trabajo  o es preferible una desconexión? Rutina y hábito o merecido descanso, las opiniones son muchas cuando se pregunta: ¿Hay que hacer deberes en verano? Pero, ¿qué son los deberes? Si se trata de tareas a desarrollar para estimular el aprendizaje, descubrir la pasión y el talento del alumno, asociar el error con el proceso necesario para el logro y por lo tanto con la construcción de nuevos conocimientos, evidentemente el concepto de « deberes » resulta un continuo en el que establecer delimitaciones no tiene sentido.

Hay que recordar que el aprendizaje es para toda la vida y el proceso de enseñanza-aprendizaje debe ser divertido y natural. Un aprendizaje experiencial conforma una herramienta que contribuirá a afrontar situaciones críticas y difíciles del día y día y superar incertidumbres.

Los niños deben aprender desde la emoción , con alegría y sorpresa, con ensayo y error, superando retos en la medida que se supera un conocimiento pero, por encima de todo, motivados por la curiosidad. Con todo, no existe una respuesta definitiva a la pregunta sobre los deberes en verano.

El cerebro del niño no sabe de periodos vacacionales , su mente debe seguir ejercitándose y no por ser verano debe hacer una parada, sino que continúa siendo un entorno donde seguir aprendiendo. Existen muchas maneras de seguir absorbiendo conocimientos; también jugando.

Los expertos en neuroeducación sostienen que existe una clara «plasticidad cerebral» que se debe aprovechar. Tanto es así, que el encéfalo se va adaptando y modificando en función de los estímulos que perciba a lo largo de la vida. Por lo tanto, en la medida que se entrene, estimule o active el cerebro, se estará promoviendo las interconexiones para el establecimiento y consolidación de nuevos aprendizajes.

Por lo tanto, es de especial importancia la consideración de dejar o no el cerebro de los niños sin una « rutina de trabajo » para seguir estimulando y avanzando hacia el desarrollo de las inteligencias múltiples (Gardner, 1983).

Cándida

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