Día Mundial de la Salud

Qué tiene que comer tu hijo desde que nace hasta los tres años

Lo que tienes que saber sobre la alimentación de tus hijos de 0 a 3 años, por Rosa María Marín, nutricionista de Escuela Infantil Nemomarlin Sant Cugat, Barcelona

S. F.

Cada etapa de la vida tiene sus peculiaridades y necesidades a las que hay que ir adaptando la alimentación. La infancia se caracteriza por ser la etapa donde hay un mayor crecimiento físico y desarrollo psicomotor , lo que significa que la alimentación no solamente debe proporcionar energía para mantener las funciones vitales, sino que ha de cubrir unas necesidades más grandes relacionadas con el crecimiento y la maduración.

Rosa María Marín, nutricionista de Escuela Infantil Nemomarlin Sant Cugat (Barcelona), lleva muchos años dedicada profesionalmente a la nutrición infantil. «Ya son muchas las familias que me han confiado los aspectos nutricionales en los primeros meses de vida de sus hijos. Sin duda, he podido constatar que, aunque cada niño es un mundo, hay muchos factores comunes a todos que marcan la diferencia entre una buena y una mala nutrición. El proceso de aprendizaje de hábitos alimentarios es especialmente importante, además de facilitar un buen estado nutricional y un crecimiento óptimo, puede ayudar a consolidar la adquisición de hábitos saludables para la edad adulta».

Así debe ser, a grandes rasgos, la alimentación de un niño de 0 a 3 años, según esta experta:

Al principio, las necesidades energéticas y nutricionales son cubiertas por la lactancia materna exclusivamente (o en el caso que no sea posible por leche adaptada) hasta los 6 meses, y a partir de entonces es necesario ir incorporando nuevos alimentos de manera progresiva y en cantidades adecuadas, adaptándose también al desarrollo e interés del niño.

El niño desde que nace hasta los 3 años aprende a mamar, probar, masticar, tragar y manipular alimentos y también a descubrir diferentes olores, gustos y texturas, con la finalidad de que poco a poco se incorpore a la alimentación familiar. Los diferentes entornos donde come el niño (en casa, en casa de los abuelos, en la escuela infantil, etc.) han de ser el marco idóneo para transmitir una serie de hábitos, como son la utilización de los cubiertos, los hábitos higiénicos básicos y un comportamiento educado en la mesa.

La alimentación facilita espacios para la comunicación, ya que permite el contacto físico, visual y auditivo con la madre, el padre o la figura de apego (la tutora en la escuela infantil). Las comidas deben ser espacios de contacto, de relación y de afecto.

Hay que potenciarlos para que se genere una buena relación en torno a la comida. La paciencia y el tiempo que se dedican son imprescindibles . Igualmente, escuchar lo que dice o expresa el niño de manera no verbal para respetar sus decisiones (sino quiere comer más o si quiere ir más despacio, etc.) es muy importante. A medida que la criatura va creciendo tendrá más capacidades y podrá ir experimentando con la comida. La actitud del adulto en esta exploración debe ser de confianza y aliento en todo momento.

Mejores alimentos para los más pequeños

La leche materna es el mejor alimento para el bebé y tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Asociación Española de Pediatría recomiendan la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida del niño (en caso de que no sea posible el amamantamiento materno se puede optar por la leche adaptada). A partir de este momento será necesario añadir gradualmente nuevos alimentos para facilitar el desarrollo adecuado.

La incorporación de nuevos alimentos se tendrá que hacer de una manera progresiva, lenta y en pequeñas cantidades , respetando un intervalo de algunos días (entre 3 y 5 días, por ejemplo) para cada nuevo alimento y observando cómo se tolera. Los niños van adquiriendo destrezas manuales para alimentarse solos, beber de un vaso o una taza cogidos con las dos manos y comer lo mismo que el resto de la familia, con algunas pequeñas adaptaciones, como, por ejemplo, cortar los alimentos en pequeñas porciones y permitir que cojan la comida con los dedos, la pinchen con el tenedor o se la coman con la cuchara. Es preferible tener una actitud receptiva y tolerante ante el posible rechazo de la comida por parte del niño, ya que un acompañamiento respetuoso y sin confrontación garantiza que estos episodios sean transitorios.

¿Y si mi hijo no come, o come mal?

La preocupación por el niño que no come es frecuente entre los padres y las madres. No obstante, la problemática de la inapetencia es, a menudo, un problema de equilibrio entre lo que un niño come y lo que su familia (madre, padre, abuelos...) espera que coma . Pero es el niño, en definitiva, quien decide si quiere o no quiere comer y qué cantidad, ya que es capaz de autorregular su ingesta en función de sus necesidades (excepto en situaciones de enfermedad, donde serán convenientes las recomendaciones específicas del equipo de pediatría).

Hay que tener presente que no todos los niños comen la misma cantidad de alimento, y por lo tanto, no es bueno compararlos entre ellos. Cada niño o niña tiene unas necesidades diferentes que, además, varían a lo largo del tiempo. Por ejemplo, muchos niños, hacia el año, comen la misma cantidad o menos que cuando tenían 9 meses, dado que el crecimiento durante el segundo año de vida es menor que en el primer año, periodo en el que los bebés crecen más rápidamente que en ninguna otra época de su vida. Y también porque no es lo mismo comer, por ejemplo, las verduras trituradas junto con la carne o pescado, que tener que masticar dicha comida.

¿Cómo elaborar los menús?

La alimentación adecuada del niño a partir del año de edad y hasta los 3 años se basará en una propuesta alimentaria variada, suficiente y equilibrada. En la elaboración de los menús es importante tener en cuenta tanto aspectos nutricionales (número de grupos de alimentos, frecuencia de uso de los diferentes alimentos, etc.) como aspectos sensoriales (olores, colores, texturas, sabores...), proporcionando una comida de calidad y potenciando la variedad. Es importante incorporar alimentos de temporada, locales y de proximidad, así como productos ecológicos, como pastas y legumbres.

Para fomentar la identificación, el descubrimiento y la aceptación progresiva de los diferentes alimentos y platos, hay que educar al niño en el placer de comer con moderación. En los alimentos para lactantes y niños no se debe añadir azúcar, miel ni edulcorantes . Es conveniente reducir la sal en la preparación de platos. A partir de los 6 meses se pueden introducir alimentos con gluten, también a partir del sexto mes es necesario ofrecer agua al niño, evitando los zumos y otras bebidas azucaradas. La leche de vaca se ofrecerá a partir de los 12 meses. En la merienda y/o desayuno de media mañana, es necesario que los alimentos y las preparaciones se adecúen a la edad del niño, y se de preferencia a la fruta fresca, el yogur natural y el pan (pan con aceite, pan con tomate y aceite, bocadillos pequeños de queso, etc.), junto con el agua.

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