«Tenemos que implicar al hombre en la lactancia para reducir el hambre»

La principal barrera a la lactancia materna exclusiva es social, según los nutricionistas de Acción contra el Hambre

S.F.

La lactancia materna también es cosa de hombres . Y mucho. Es la principal conclusión de un cuestionario enviado a nutricionistas de Acción contra el Hambre en cinco países. Preguntados sobre las principales barreras culturales a la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de edad –clave según todos los expertos para combatir la desnutrición aguda infantil– afloraba por encima de todas ellas una barrera de carácter social: la poca implicación del entorno, y especialmente del hombre, en la lactancia.

«En algunas zonas de Colombia se la considera como una responsabilidad exclusiva de la mujer, encontrando escaso o nulo apoyo en la pareja o en la comunidad a esta práctica concreta», explica Jennifer Guzmán, responsable del programa en Colombia.

Según Rola Abdallah, supervisora de nutrición y salud en la provincia de Zahle, Líbano, «en Líbano muchos hombres hacen desistir a las mujeres de amamantar para preservar la forma de sus senos ».

Según Ismaël Man-néré Zoungrana, coordinador técnico en Senegal, implicar a los hombres y a los líderes comunitarios es clave para fomentar una práctica que podría ahorrar muchas vidas en Sahel. «No podemos seguir afrontando este asunto como un tema femenino. Hay que trabajar con los hombres para que entendamos la importancia de la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses para la salud del pequeño, y que podamos facilitarla derribando percepciones negativas asociadas al hecho de amamantar y liberando a la mujer de carga de trabajo que la obstaculiza».

Este último punto se ha convertido en una de las prioridades de los equipos para tener un mayor impacto en la lucha contra la desnutrición, explica Antonio Vargas, responsable de salud y nutrición de la ONG. Desde Níger Abdias Ogobara Dougnon añade una clave: «es fundamental priorizar a las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia en los programas de ayuda, ya que de su salud y estado nutricional depende en gran medida su capacidad de dar la leche que el pequeño necesita para alimentarse, protegerse y desarrollarse».

Barreras culturales, económicas e institucionales

Existen también algunas creencias culturales que suponen verdaderas barreras en ciertos contextos. Algunos ejemplos son la interpretación de las mastitis u otras complicaciones durante la lactancia como un maleficio, la necesidad de sustituir el calostro, que en muchos lugares se percibe como poco nutritivo, con agua bendita, o la «purga» de varios días que se practica sobre el estómago del pequeño tras la primera toma.

Muchas veces la sensibilización sobre los beneficios de la lactancia para la salud no es suficiente: «en Mauritania decidimos optar por basarnos en los propios preceptos del Corán como la mejor estrategia para promover la lactancia y produjimos materiales de sensibilización que, al incorporarlos en las actividades, dieron mejor resultado que solamente con una argumentación científica», explica desde Mauritania Souleymane Hassane Toukou, coordinador de nutrición y salud.

Otras veces, apunta Jennifer Guzmán, no es a las comunidades a quienes hay que convencer «sino al sistema de salud pública, cuyos pediatras no apoyan suficientemente la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses e incluso promueven la integración de leches de fórmula con demasiada facilidad». También advierte de que hay que estar muy atentos a las técnicas de marketing de la industria alimentaria infantil entre las comunidades más pobres.

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