La lucha ejemplar de Elena Huelva, la adolescente 'influencer' del cáncer: «Mis ganas ganan»

La joven acaba de publicar un libro en el que cuenta su experiencia con la enfermedad

Elena Huelva,

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La voz de Elena Huelva suena desde el otro lado del teléfono tan dulce como su carácter. Suave, pausada, y exultantemente joven, nada en ella hace presagiar la dura realidad en la que se convirtió su vida desde que a los 16 años le diagnosticaron sarcoma de Ewing . «El día que me lo dijeron lloré , por supuesto, pero después dije 'bueno, pues ya que es lo que toca, vamos a ir a por todas '». Varias metástasis en pulmones y pelvis, más de veinte ciclos de quimioterapia y más de cuarenta sesiones de radioterapia después, esa férrea actitud no se ha tambaleado ni un ápice.

Al principio, Elena no se sentía capaz de dar a conocer su enfermedad a través de las redes sociales . Sin embargo, un día sintió que había llegado el momento: «Me decidí a mostrar una quimio porque me di cuenta de que, al fin y al cabo, así podía ayudar a más gente y también vi que me apoyaron muchas personas. Al recibir una respuesta tan positiva , me fui animando a compartir más quimios, los diagnósticos, las pruebas... Todo lo que conlleva la enfermedad».

'Post' a 'post' sus seguidores fueron creciendo exponencialmente hasta el punto de que es conocida como la 'influencer' del cáncer. Una denominación un tanto extraña, pero que Elena lleva de mil amores: «Me hace sentir bien porque le doy visibilidad a mi enfermedad y estoy influyendo en las personas para que vivan el momento, estén felices y le den importancia a las pequeñas cosas en lugar de a lo malo. Es cierto que te tienes que permitir estar mal, pero creo que es muy importante que después aprovechemos todo lo que nos rodea porque tenemos mucha suerte». Esas dos premisas, concienciar acerca del cáncer en la adolescencia y ayudar a los demás , enfermos o no, son las mismas que presiden 'Mis ganas ganan' que acaba de publicar con la editorial Montena. Un sueño hecho realidad para ella: «era un paso más que me hacía mucha ilusión dar, quería que mi experiencia se quedara plasmada en las páginas del libro y que todo el mundo pudiera leerlo».

Sin planta propia en el hospital

«Se diagnostican muchos casos cada día y, si yo me hubiese enterado de personas que estaban pasando por lo mismo, me hubiese ayudado muchísimo, por eso creo que es muy importante», asevera. A mitad de camino entre la adultez y la infancia, Elena narra en el libro que en el no cuentan con una planta propia. «Sientes que no encajas en ningún lado -continúa- y qué menos que un sitio en el que puedas ser adolescente porque es un alivio coincidir con gente de tu edad, aunque sea en estas circunstancias tan duras». A pesar de ello, ella considera que ha tenido suerte de estar en la infantil, «es más alegre».

Desde el principio, Huelva se aferra al título de su libro con todas sus fuerzas para reponerse de los reveses que le da la enfermedad. «Estaba en el hospital con mi padre y mi madre, porque mi hermana en ese momento todavía estaba en Madrid. Fue mi primera bajada, de defensas, plaquetas y todo eso, porque hacía una semana que había empezado la quimio. Recuerdo que leí algo como 'siempre con ganas' o algo así y dije yo 'pues eso es, mis ganas ganan. Las mías van a ganar' . Así empecé y, poco a poco, se ha ido convirtiendo en mi emblema».

Y es que, a pesar de que cada vez surgen más voces en contra , ella vive el cáncer así, como una batalla: «porque mientras estés luchando con ganas, aunque no ganes, ya has ganado. Consigues la motivación para salir adelante , para afrontar las pruebas que te presenta la enfermedad. Además, si lo único que está en tus manos es la actitud, ¿por qué no vas a dar el máximo de ti ?». Aunque, por supuesto, «hay que dejar que cada persona haga lo que quiera para que lo lleve lo mejor posible», matiza.

La importancia de la familia

El gran bastión de Elena es su familia. Una y otra vez se refleja en 'Mis ganas ganan'. Su padre, su madre y su hermana la han acompañado en las pruebas; en los tratamientos, algunos de ellos invasivos y dolorosos; en las estancias en el hospital; en las angustiosas horas en las salas de espera para conocer resultados; en el inevitable momento de decir adiós a su melena; en el momento en el que los médicos le comunican, cuando la batalla parecía ganada, que ha sufrido metástasis... «Ellos han estado siempre. Son mi mayor apoyo. Han vivido todo lo que yo he vivido», corrobora.

Pasar por esos tragos es terrible y Elena no los diluye en el libro. Al contrario, insiste en la importancia de no contener las lágrimas: «El miedo, la tristeza y los agobios forman parte de cualquier ser humano. Son cosas que no se pueden controlar. Pasarlo mal está dentro del proceso de superación. Llorar es lo más normal del mundo , además libero tensión, tiene un puntito terapéutico».

Hasta a la pandemia le ve Huelva el lado positivo. Bueno, matizamos. A pesar de las recaídas, Elena toca la campana de que está libre de cáncer a principios de febrero de 2020 y, casi al mismo tiempo, comienzan los confinamientos estrictos. Apenas tuvo tiempo de saborear su 'libertad', pero «yo estaba feliz porque, tras mucho tiempo ingresada en el hospital por las bajadas, estaba por fin en casa ». El deseado final feliz para ella no termina de llegar, pero afronta su porvenir con grandes dosis de valentía -«ahora lo soy bastante más», confiesa- y con las ganas de vivir intactas: «siempre las he tenido».

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