Ocio en familia

Los bebés también se van de spa

Esta práctica favorece el sueño de los pequeños, mejora sus molestias frente a los cólicos y les ayuda a su propio desarrollo psicomotriz, entre otros beneficios

Las bañeras tienen burbujas, chorros y el agua cambia de color
Laura Peraita

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Ahora los niños... también pueden «ir de spa». Según explica a ABC Víctor Castaño, director general de Splas Baby Spa , un centro de estimulación acuática para bebés, esta actividad supone una serie de importantes beneficios para los pequeños, que pueden asistir al poco de nacer, desde el momento en el que pierden el cordón umbilical .

Asegura que favorece el desarrollo motor, sensorial, cognitivo y mejora el estado de sus articulaciones y musculatura , «debido a que están inmersos en un medio que pone cierta resistencia a los movimientos, lo que contribuye, además, a favorecer su sistema cardio respiratorio y circulatorio. Esta actividad genera también que duerman mejor, puesto que estar en el agua produce un efecto de relajación y, al moverse más que si estuvieran tumbado o en brazos, les produce cierta sensación de cansancio. Todo ello también favorece el tránsito intestinal y les aumenta el apetito».

Como licenciado en Ciencias del Deporte, maestro de Educación Física y natación, Castaño reconoce que no es necesario que los bebés tengan ningún tipo de patología para asistir al spa, «cualquier bebé puede sumergirse en él y beneficiarse de todas sus ventajas».

El equipo de este centro, formado por expertos en estimulación acuática, psicomotricidad, hidroterapia, masaje infantil y terapéutico, titulados en magisterio, fisioterapia y primeros auxilios pediátricos, es el encargado de aplicar los distintos tratamientos. Dependiendo de cada bebé, realizan la estimulación acuática, los masajes anticólicos, la hidroterapia o el masaje de primer vínculo.

Para ello, trabajan con flotadores de cuello y cervicales y material de máxima calidad, que ha superado todas las normativas y test de seguridad europeos para este tipo de actividad. «Guiados por estos profesionales, intentamos que sean los propios padres (quienes desde fuera de las bañeras) intruduzcan a sus hijos en el agua para que aprendan cómo hacer todos los movimientos y lograr que el contacto con sus bebés sea máximo. Las bañeras tienen pequeñas burbujas, chorros de agua y cambia de colores. El agua se renueva tras cada uso para que la higiene sea máxima», apunta el director de este centro.

Cada sesión (de un coste medio de 35 euros ) consta de unos veinte minutos en el agua y después un masaje de otros veinte minutos. Recomienda una sesión semanal y prolongarlo en el tiempo según la edad del bebé, mientras asegura que «los efectos sobre los pequeños se observan de inmediato».

En estos momentos cuenta con tres centros operativos en nuestro país (Madrid, Barcelona y Burgos) y otro en Santiago de Chile, aunque están previstas nuevas aperturas en Bilbao, Ibiza y Las Palmas de Gran Canaria.

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