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Así aumentan las redes sociales la dependencia emocional de la pareja

A las consultas de psiquiatras llegan casos de adicción, pero en vez de a una sustancia, a una persona

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Hace años, cuando se perdía la relación con un amigo o se terminaba un noviazgo se cumplía un período de duelo, sin contacto, que favorecía la reconstrucción de la vida de una manera razonable. «Actualmente, siempre existe la posibilidad de saber algo de la otra persona, espiar su Facebook, revisar su última conexión a WhatsApp o mirar sus fotos de las últimas vacaciones», asegura la psicóloga clínica Rosa Fernández Marcote, miembro de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD).

Los expertos en la materia aseguran que las nuevas tecnologías (redes sociales, Facebook, WhatsApp) facilitan la dependencia emocional hasta el punto de que puede llegar a convertirse en una patología.

La dependencia emocional cumple con todos los criterios de cualquier otro tipo de adicción, lo que ocurre es que no se depende de una sustancia, sino una persona: deseo irrefrenable, necesidad de contacto, pérdida de control, modificación de los patrones estables de personalidad, etcétera.

«La dependencia emocional distorsiona a la persona que la padece y varía su comportamiento normal en el entorno laboral, familiar, social y emocional —asegura la doctora Fernández—. Suele darse cuenta de que tiene una relación perjudicial y reconoce a la persona tóxica, pero cuando intenta romper el vínculo siente que no puede».

Asociación con otros trastornos

Los especialistas en patología dual reconocen que en los últimos años están aumentando el número de casos en sus consultas. Las redes sociales están suponiendo una dificultad añadida en la «deshabituación» de las personas. «La posibilidad de contactar por móvil, internet, chat, y otras redes sociales hacen que la dependencia emocional se convierta en algo más impulsivo por la facilidad en el contacto con la persona tóxica. Muchas de las personas que tratamos reconocen que tener tantas opciones no ayuda a olvidar a la persona, sino que alimenta la adicción».

Mujeres, las más vulnerables

Aunque, por el momento, no se puede definir un prototipo, parece que este tipo de dependencua es más frecuente entre las mujeres. La doctora Fernández Marcote lo relaciona con determinados rasgos de personalidad de las mujeres que lo facilitan a nivel cognitivo y emocional. «Cultural e históricamente muchas mujeres han autorizado a sus parejas para llevar las riendas de su vida y han perdido su capacidad de ser autosuficientes, creyendo que necesitan a otra persona para salir adelante. Tiene hasta una parte romántica en la que la mujer piensa que su pareja lo es todo para ella», explica.

En relación a la edad, los primeros casos que se han registrado en las consultas se sitúan en torno a los 16 años. Las adolescentes son más vulnerables a la dependencia y tienen mayor acceso a las redes sociales. El problema principal es su asociación con otras patologías o con patrones de familia no estable, falta de amistades, etcétera.

Alcohol y fármacos

En las patologías que cursan con ansiedad y depresión, el alcohol y los fármacos depresores del Sistema Nervioso Central pueden suponer un alivio, una forma de automedicación. Tal y como cuenta la doctora «cuando se está en crisis y parece que la vida está destruida, beber atenúa la angustia y, por tanto, puede favorecer la aparición de una dependencia psicológica. Además, la potencia de estos fármacos puede esconder la enfermedad y que se pase por alto la necesidad de buscar ayuda profesional».

«En la actualidad, el tratamiento de la dependencia emocional sigue el mismo esquema que cualquier otro tipo de deshabituación. Por ejemplo, en drogodependencia se funciona con programas de prevención de recaída, manejo de contingencia, alejamiento de la sustancia y recomposición de la vida de la persona de forma independiente en todas las áreas. En dependencia emocional se trabaja de igual forma porque la reestructuración personal y el cambio de hábitos son similares y los resultados son muy satisfactorios», comenta la experta.

«La dependencia emocional tiene una parte fisiológica demostrada como la adicción a otras sustancias, en relación a la recompensa y los núcleos cerebrales que se activan. Son los mismos que en la adicción a sustancias, por eso el abordaje y tratamiento como una adicción y los fármacos para combatirla van en esta línea. También se pone en marcha un mecanismo de prevención de recaídas y se recurre a terapia grupal», prosigue.

Prácticamente todos los Hospitales y Servicios de Salud Mental de nuestro país están diagnosticando y haciendo intervención específica en dependencia emocional.

Internet y las redes sociales son las principales vías de comunicación entre los adolescentes, de ahí la preocupación de los padres por el uso que hacen de las mismas. Muchos se cuestionan si deben vigilar las relaciones sociales que sus hijos establecen en el mundo virtual o si por el contrario deben darles cierta autonomía.

«Las redes socialesson una buena oportunidad para que los hijos aprendan a sociabilizarse y a ganar habilidades sociales, para que vayan cogiendo confianza con su propio entorno y para que vayan consolidando su grupo de amigos. No es bueno restringir completamente la actividad de los adolescentes en este aspecto, pero tampoco dejarles completamente a su aire. Si no ponemos ciertos límites a su actividad no llegaremos a conocer nunca en qué entorno se mueven y quiénes son sus amistades. Muchas veces el problema no es la posibilidad de contacto con gente tóxica, sino que se toxifican relaciones con amigos o con la pareja y resulta imposible distanciarse», concluye la doctora.

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