Los alumbramientos en el domicilio o en las llamadas casas de parto son legales en España
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Así es un parto en casa en España

El Reino Unido acaba de recomendar a las embarazadas de bajo riesgo no dar a luz en hospitales

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Parir en casa apoyada por una comadrona, rodeada de los tuyos, sin intervención médica, en un ambiente tranquilo y sosegado, no es una opción muy común en España. Sin embargo, esta es la última y llamativa recomendación hecha por el Servicio Nacional Británico, a través de su guía de excelencia de buenas prácticas NICE, a las mujeres con embarazos de bajo riesgo: Evitar el parto en los quirófanos de hospitales, en las habituales unidades de obstetricia, y recurrir a las parteras tradicionales, bien sea en servicios en hospitales o ambulatorios, o incluso en sus propios domicilios. Las ventajas, según NICE, son una reducción de cesáreas, uso de forceps, y ventosas y episiotomías, asociadas a la intervención de los médicos.

«Es difícil de explicar lo que está pasando, pero cuanto más cerca estás del hospital, más cerca estás de que te operen», explicaba la semana pasada Marck Baker, director de buenas prácticas de la guía.

La idea ha sido muy bien recibida por las organizaciones que se dedican a atender nacimientos en el hogar como Nacer en Casa, asociación con más de 26 años de andadura, que aglutina a más del 90% de los profesionales de parto en casa. «Parir en casa no es una opción para gente sin recursos. Los profesionales que asistimos partos en casa somos profesionales altamente cualificados, con formación de comadrona, y con un resultado obstrético mucho mejor que el hospitalario, con una sola intención: ofrecer el mejor parto posible a la madre y al bebé», aseguran desde Génesis, una organización especializada en este tipo de nacimientos, a la vez que reconocen que «a veces el mejor parto no es en casa, sino en el hospital».

En cualquier caso, por un importe que ronda los 2.500 euros (que en el Reino Unido cubre la Seguridad Social), la labor de estos grupos de comadronas consiste en acompañar a la mujer durante parte del embarazo, el parto, y el puerperio (o crianza). «Las mujeres suelen acercar a informarse hacia el quinto mes de embarazo. En ese momento, comienza un trabajo de conocimiento mutuo. Es necesario establecer una relación de confianza entre la familia y el profesional. Mientras tanto, ellas siguen con sus controles rutinarios», explican desde Génesis. «En esta relación se intenta personalizar, saber cómo han sido los partos previos, como son tus relaciones de pareja, con tu madre... en general se hace una historia clínica más profunda, un abordaje más holístico e integral», añade Cristina Treviño, secretaria de Nacer en Casa. Pero, ¿cómo es un parto de este tipo en España? Después del seguimiento del embarazo, un equipo compuesto por lo general por dos o más comadronas, se pone «de guardia» en el momento en el que se estima que el bebé está maduro para nacer. Entre la semana 37-38 a la 42, hacen una visita previa a la casa de la embarazada, «para conocer el ambiente, saber quién más va a estar en el domicilio, además de la pareja...», puntualiza Pepa Calderón, matrona de Génesis.

Perfil de la mujer que da a luz en casa

¿Cómo es la mujer que se acerca a este tipo de servicio? «Son personas que lo tienen clarísimo, que han tenido una mala experiencia previa en un hospital, y no quieren eso para su segundo bebé, o mamás con mucha una conciencia corporal, que buscan sentirse protagonistas, que piensan que el parto es un acontecimiento fisiológico y familiar, íntimo, en el que ellas quieren ser una parte activa», describe Treviño. «Son mujeres que buscan lo natural en general en sus hábitos de vida», añade Emilio Santos, ginecólogo con más de diez años de atención al parto en casa. Muchas, como Elena, de 42 años, son «reincidentes». «Si has probado el parto en casa y todo va bien, no te planteas dar a luz en el hospital», afirma. En su caso, lo achaca, entre otras cosas, a que «nuestra parte mamífera sale en un entorno de intimidad, donde hemos elegido el sitio y la compañía para un momento tan trascendental en la vida de una mujer y de su hijo». «Soy una persona que tengo mucha confianza en mi cuerpo y en la naturaleza en sí. El hecho de haber parido antes también ayuda. Hace que tu cuerpo recuerde que puedes hacerlo, que parir es un proceso al que tu cuerpo se puede enfrentar perfectamente. Estamos diseñadas para ello».

Ella tuvo a su primera hija, ahora de 11 años, en el hospital, y en los dos partos siguientes optó por parir en casa. Está esperando un cuarto para enero, que también nacerá en su hogar. «Que conste que no llego al parto en casa por una mala experiencia hospitalaria, porque me consideré bien tratada, fue muy rápido, sin epidural... sino desde la información», aclara. Elena es fisioterapeuta y trabaja en un hospital de la Comunidad de Madrid. «Llego a esto como evolución personal mía, tras entender que el proceso de parto es un proceso fisiológico de la mujer, para el que estamos preparadas igual que lo estamos para embarazarnos».

Material necesario

Ambas profesionales, Calderón y Treviño, de Génesis, insisten en que la confianza y la ausencia de estrés es fundamental. «Para que el parto comience de forma natural y genere las hormonas necesarias es necesario que la mujer se encuentre cómoda, y no se ponga nerviosa con factores externos», apunta otra matrona de Nacer en Casa. De otra forma, asegura, «se puede llegar a cortar el proceso del parto». También aprovechan para asegurarse de que está disponible todo lo que necesitan, que realmente, «es muy poco», puntualizan desde Nacer en Casa: «Miramos que tengan cojines para adecuarse posturas en las que ellas se sientan cómodas, un empapador, para no manchar alfombras y camas si la mujer cambia de postura, quizá un espejo, una luz para orientar, una palangana para recoger la placenta, toallas para secar al bebé, pero de las que hay ya por casa, que generalmente tienen menos apresto... Cualquiera tiene todo esto en casa sin necesidad de comprar», apunta Treviño.

Llegado el momento, su labor consiste sencillamente en dejar fluir el curso de la naturaleza. «En mi caso yo era consciente de que estaban ahí, pero eran como una presencia invisible. Las matronas no me dirigieron ni la respiración, me dejaron hacer en función de lo que me pedía el cuerpo en cada momento. Ellas son las que me han seguido los embarazos anteriores, y realmente lo que han hecho llegado el momento es nada. Estuvieron sentadas en la habitación del expulsivo, otros momentos estaba con mi pareja...», relata Elena. Ella, asegura, no sufrió dolor. «Lo que hace que el parto sea doloroso es muchas veces todo lo que rodea al parto. El estar fuera de tu entorno, en un hábitat extraño, rodeada de personas que no conoces y que muchas veces no te tratan precisamente con delicadeza». Por contra, relata, «en tu contexto, tu tienes posibilidad de colocarte la pelota, de gritar, de cantar, de recibir un masaje, de que te pongan agua caliente, de que nadie te meta prisa... todo eso fomenta las hormonas del parto como la oxitocina y la prolactina se antepongan a las del estrés».

Posibles riesgos

Mucha gente, comenta, le pregunta por el miedo a que algo vaya mal. «Es normal. Yo no he tenido ninguna complicación, pero no es una incosciencia parir en casa. No estás sola. Estás con gente que sabe, que valora muy bien los riesgos, y que en caso de posibles complicaciones, sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Y desde esa tranquilidad y confianza de que si hay algo que no va bien puedo delegar en ellas, yo me entrego al proceso de parir». Desde Nacer en Casa también aclaran que ante cualquier duda o estancamiento en el momento del parto, se realiza el traslado al hospital, un contratiempo con una incidencia del 10% en su caso. «Y en el 90% de las veces se realizan en el coche particular de la comadrona, de una manera tranquila y relajada». Según datos de esta organización, la mortalidad perinatal de partos de bajo riesgo con comadronas especializadas frente a la que ocurre en hospital es prácticamente la misma, del 6 por 1000. Y sin embargo, aseguran, la morbilidad es menor en casa. «Son niños mucho más tranquilos, serenos», concluyen.

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