La niña 'Nadie' ya es cordobesa

Un juez de Montilla dicta un auto pionero en España e inscribe a una bebé de las pateras que nació en Orán y ningún país reconocía. Los niños del tránsito son apátridas, invisibles

La pequeña de 19 meses con su madre ABC

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Grace, nombre ficticio, cumple 19 meses esta semana. Nació en Orán (Argelia) el 27 de marzo de 2020, en plena pandemia, y llegó a España con su madre en una patera un año después. Hasta la semana pasada Grace no existía. Era nadie. Ni Argelia, donde nació, ni Camerún, el país de origen de su progenitora, registraron su nacimiento. Ahora la bebé ha dejado de ser invisible gracias a un auto pionero dictado por un juez de Montilla (Córdoba), el lugar en el que vive en el centro de acogida humanitaria Ödos de las Esclavas del Sagrado Corazón.

«Si el individuo, el ser humano real, no es inscrito, de forma que exista un registro fehaciente del comienzo y fin de su existencia, para el Derecho no existe, no ha existido ni existirá», argumenta el magistrado Francisco José Ortega Reyes, titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Montilla en un auto al que ha tenido acceso ABC. «Quien no es nadie para los demás nunca podrá ser reconocido como un igual».

La resolución judicial, única y llamada a sentar precedente, afronta la realidad de los niños invisibles, abocados a la apatridia porque han nacido en un contexto irregular, durante el viaje de sus madres hacia un sueño. En plena preocupación por los menores no acompañados, existe otra realidad: la de esos pequeños -la mayoría por debajo de los ocho años- que llegan a España recién nacidos o en el vientre de sus madres.

A veces violadas en el camino

Estas mujeres, casi todas subsaharianas, recién paridas o a punto de hacerlo, a veces violadas durante el interminable camino hacia nuestras costas, acaban acogidas en un centro humanitario, a la espera de protección internacional o de repatriación o incluso a merced de que las capte de nuevo la red de trata de seres humanos que ya las engañó una vez.

«El germen de todos los derechos y libertades es el reconocimiento y garantía del propio yo, de la identidad de cada persona», sostiene el juez cordobés. «Si no existe (...) no es nada en la realidad jurídica, menos incluso que cualquier otra realidad perceptible por los sentidos, como los bienes o los entes con personalidad jurídica, que no dejan de ser simples ficciones o ideaciones creadas por el ser humano».

Fue la Fiscalía quien instó la inscripción del nacimiento de la niña a la que hemos llamado Grace tras acoger la petición de la Fundación Abogacía Española, implicada desde 2003 en la defensa de los derechos humanos. Cristina Manzanedo, coordinadora jurídica del programa Ödos, creado para proteger a estas mujeres y críos especialmente vulnerables, resalta la importancia de esta decisión: «El auto, impecable, es una muestra de Derecho justo», dice mientras espera cola en la Embajada de Camerún.

«En una población de 22.000 habitantes como es Montilla se ha abierto una puerta». Lo cuenta Manzanedo y lo explica el auto en el que el juez recurre a la Declaración Universal de Derechos Humanos, a convenios europeos, a la Convención sobre los Derechos de los Niños y a la Constitución española para fundamentar su decisión. Considera el magistrado que el registro social de un individuo conforma la conciencia de uno mismo y es base de la personalidad y lo vincula a la autoestima y a la heteroestima (la consideración de los demás).

Callejón sin salida

«Es un derecho de naturaleza prestacional, los Estados deben procurar por todos los medios posibles que todo ser humano sea registrado» como instrumento, dice, para proteger todos los derechos y libertades inherentes por su nacimiento.

Aclara que el registro debe efectuarse en el estado de nacimiento (Argelia) o en el país al que pertenece la madre (Camerún). Pero ninguno lo ha hecho y, por tanto, él considera que España debe inscribir de manera inmediata el nacimiento, y él como juez tiene competencia para registrarlo en los libros a su cargo. De lo contrario, afirma, es un callejón sin salida. La bebé no tendrá ningún derecho, y ni siquiera podría ser retornada a ningún país: sería una apátrida.

Manzanedo aclara que la pequeña no tiene aún nacionalidad española. Ante el laberinto de los niños invisibles caben dos opciones: inscribirlos o concederles la nacionalidad. Como Grace estaba fuera de plazo, el magistrado opta por darle una identidad.

Como ella -que va a una guardería en Montilla, balbucea en español y es hija de una mujer con estudios, de 26 años, que tuvo que escapar de su tierra- hay muchos más. La Fundación solicitó la inscripción de la hija de otra camerunesa, nacida en Marruecos, acogida en San Sebastián. Se denegó y el caso se ha judicializado. Han solicitado que a la niña se le conceda la nacionalidad española. De las 41.861 personas que llegaron irregularmente por vía marítima o terrestre el año pasado, más de 4.800 eran menores que viajaron solos o en compañía de un adulto. En 2019 llegaron en patera un total de 509 niños acompañados: algunos siguen siendo invisibles.

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