Los antidisturbios llegan de madrugada. Los reciben con gritos, ruido de cacerolas y mucho humo reclamando un techo para los suyos. Pero a pesar de su resistencia y del apoyo de los vecinos, el desalojo es inevitable. Fani, como Ana, también sale con lo poco que tiene. Dejan nueve años en el edificio bautizado como 'la dignidad', aplaudidos por los que van quedando. Desalojan a las 18 familias extremadamente vulnerables, muchas de ellas se quedarán en la calle sin un presente ni un futuro dignos.-Redacción-
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