La Ertzaintza buscó ayer durante todo el día restos de la víctima en el río Zaorra
La Ertzaintza buscó ayer durante todo el día restos de la víctima en el río Zaorra - EFE

El macabro ritual del asesino de Vitoria

Desde su casa hasta el río donde se deshizo de su víctima hay más de 3 kilómetros. Llevó los restos en una maleta

BILBAO Actualizado: Guardar
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Vitoria ha amanecido este miércoles con un escalofrío todavía a flor de piel. Con la noticia de que un vecino de 43 años, que según pudo saber este periódico responde al nombre de Chema C., supuestamente asesinó y descuartizó la semana pasada a una mujer de 60, Marga, con la que mantenía una relación en principio de amistad. Los hechos no se conocieron hasta que el presunto asesino los confesó este lunes.

Buena parte del dolor y la rabia aflorarán seguramente en la concentración convocada por el Ayuntamiento para este mediodía. Será a las 12.00, en la Plaza de España, frente a la casa consistorial. Una concentración silenciosa que durará cinco minutos para condenar el brutal crimen. Mientras, a primera hora de la mañana el supuesto autor continúa en dependencias policiales, a la espera de pasar a disposición judicial, según ha informado la Ertzaintza a EP.

El Departamento de Seguridad del Gobierno vasco difundió ayer cuantiosos detalles de la confesión del supuesto homicida, que reflejan la brutalidad y al mismo tiempo sangre fría con la que procedió. De acuerdo con su propio testimonio, que brindó el lunes, después de que los agentes acudieran a su domicilio en el casco antiguo, alertados por una llamada, cometió el crimen, supuestamente tras una de tantas discusiones que el dueño de un negocio próximo relató a ABC, con un mazo pequeño.

Con ese instrumento dio muerte a la mujer. Lo siguiente que desveló es que, en ese punto, todos sus pensamientos se centraron en deshacerse del cadáver. Para ello empleó una sierra con la que cortó el cuerpo. El siguiente paso en su macabro itinerario fue encontrar un lugar donde depositar los restos humanos. En su mente apareció el río Zadorra, que recorre la parte norte de la ciudad.

Distancia considerable

Un emplazamiento que no se encuentra precisamente próximo al lugar donde residía el presunto asesino y donde habría terminado con la muerte de la víctima. La casa se ubica en una pequeña y estrecha calle, Nueva Dentro, en plena «almendra medieval», no muy lejos de la conocida plaza de la Virgen Blanca y del Ayuntamiento. Una zona que, relataba otro vecino, Chepe, a este diario, fue en su día conflictiva por problemas de prostitución, pero que hoy es tranquila gracias a la intervención policial. Desde este punto hasta el puente del barrio de Abetxuko, a las afueras, hay más de 3 kilómetros de distancia, hasta 4, según la ruta que se recorra.

El presunto asesino, siempre según el Departamento de Seguridad, decidió utilizar una maleta para trasladar las distintas partes del cuerpo de la mujer. Necesitó emplear varios viajes y los espació hasta tal punto que, para completar su espeluznante operación, necesitó hasta tres días. Entre el jueves y el sábado, el mismo recorrido y el mismo modus operandi: llegaba al río y arrojaba los restos. Cuando hubo terminado, lanzó la maleta al agua. Al parecer, también los enseres que empleó en el crimen. La documentación la tiró a una alcantarilla.

En esa zona, en Abetxuko, se afanaban ayer desde primera hora los buceadores de la Ertzaintza, complementadas por la unidad canina, cuya labor, destacaban desde la Policía vasca, resultó «fundamental». La zona permanecía acordonada mientras los agentes que vigilaban reprendían a algunos despistados que optaban por no tener en cuenta el precinto para pasear junto al río, como cada día, ajenos a la labor que tenía lugar a escasos metros.

Los primeros restos aparecieron sobre las 11 de la mañana. Era el primer indicio de que lo relatado por el presunto asesino no era ninguna invención, hipótesis reforzada por el hallazgo de restos biológicos en la vivienda. Los siguientes restos se descubrían a primera hora de la tarde, y los últimos, en torno a las 20 horas. En ese momento se daba por concluida la búsqueda y se procedía al levantamiento oficial del cadáver.

«Estaba siempre borracho»

«Ella es muy maja pero él peleaba con ella, cada semana venía la Policía. A veces se sentaban en el bar y peleaban. En la calle, en la casa. Siempre había problemas. Hablaban alto, fuerte. Por la noche peleaban pero por la mañana estaban bien. Él estaba siempre borracho. Pero no me esperaba esto», relataba ayer a ABC Ahtishan, dueño de un negocio próximo al inmueble donde ocurrieron los terribles hechos. «Drogadicto, alcohólico y conflictivo», describen fuentes policiales al presunto asesino.

Ahtishan definía la relación entre asesino y víctima como de «amigos». El Gobierno vasco, a través de su portavoz Josu Erkoreka, que se remitió a testimonios recabados por la Ertzaintza, apuntó este martes a que, a priori, no había relación afectiva entre ambos. Según Seguridad, ella «acudía ocasionalmente a la vivienda» del hombre.

Los investigadores continúan hoy encajando las piezas del puzzle de un crimen que los vitorianos tadarán mucho tiempo en asimilar.

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