Ana Iríbar: «Por mucha foto que se haga, Otegui seguirá siendo un terrorista»

La presidenta de la Fundación Gregorio Ordóñez afirma que el Estado ha de responder «con justicia» a los presos

Isabel B Permuy

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Veinticuatro años no han sido suficientes para que cicatrice del todo la herida de Ana Iríbar , que, arropada por compañeros y amigos, volverá a rendir homenaje este sábado al hombre que «marcó un antes y un después» en su vida . La esposa de Gregorio Ordóñez mantiene viva la memoria del que fuera teniente de alcalde del Ayuntamiento de San Sebastián, asesinado por ETA el 23 de enero de 1995.

Pese al acto de disolución de ETA, su fundación mantiene que la banda no ha sido derrotada todavía.

Por fortuna, la situación es diferente a la que nos encontrábamos hace 24 años. Lógicamente, que ETA haya dejado de matar es positivo, aunque es cierto que hay temas pendientes que deberían haberse solucionado. Homenajes a terroristas, atentados sin autoría intelectual condenada. A nivel político, el proyecto de ETA sigue presente en las instituciones. Es algo inexplicable para una democracia como la española, que sigue sin estar a la altura de las circunstancias.

Mencionaba usted los homenajes a etarras. Concretamente, Covite constató que en 2018 este tipo de manifestaciones creció un 158%.

Lo de los homenajes es algo que no se sostiene en una sociedad democrática. Pero ha pasado siempre: cuando ETA mataba, una parte de la sociedad, de las instituciones y de algunos partidos, como los nacionalistas, miraban para otro lado. Ahora tampoco asumen la responsabilidad de cortar los homenajes de raíz pese a que la legislación así lo exige.

¿Cobra relevancia la memoria de víctimas como Gregorio Ordóñez en un contexto como este?

Nuestro objetivo, como familia y como fundación, es el de seguir reivindicando la memoria de Goyo. Sus valores, sus principios, su madera de político. Su mensaje es de lo más actual, porque en España lo que necesita el ciudadano de a pie es que se solucionen sus problemas. El paro, las pensiones... Goyo ya hablaba de todo esto hace 25 años, y además exigía transparencia y honestidad a la clase política porque de alguna manera preveía o intuía los tiempos tan negativos que se avecinaban.

¿Aprecia esos valores en la política actual?

Yo no los veo. Es algo que me disgusta, porque pienso en el hombre que fue Goyo, en su valentía y arrojo para decir: «Yo tengo que cambiar esto, mejorarlo». Las únicas ambiciones que tenía eran la de ayudar a los demás y la de mejorar la sociedad y la política en su país, en su ciudad. Yo eso no lo veo hoy en día. Por eso digo que le echo de menos como padre de mi hijo, pero también añoro ese perfil político que tanto cuesta encontrar ahora.

¿Corre peligro el llamado «relato» del terrorismo en el País Vasco?

Teniendo en cuenta que al frente de una secretaría como la de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación está un individuo como Jonan Fernández… Detrás de esos nombramientos hay una voluntad del Gobierno vasco de manejar la información y de blanquear de alguna manera no solo lo que ha hecho ETA, sino también la actitud que durante muchos años ha tenido una parte de la sociedad y de los partidos vascos. Eso es algo que hay que seguir denunciando.

Recientemente fue objeto de polémica un reportaje de «El Diario Vasco» en el que Idoia Mendia, secretaria general del PSE, posó en un brindis junto a Arnaldo Otegui. Tanto socialistas como radicales lo describieron como un acto de «normalización» política.

Jonan Fernández habla de «final ordenado de la violencia» y de «convivencia conciliada». De ese pensamiento surge la foto de Idoia Mendia con Arnaldo Otegui, la cual lamento profundamente. Porque por mucha foto que se quiera hacer, Otegui seguirá siendo lo que fue: un terrorista. Un individuo que participó en varios atentados. Veo indignidad en esa foto de Idoia Mendia, que es prácticamente de la generación de Gregorio.

A las víctimas, por el contrario, se les emplaza a perdonar en pos de esa «convivencia conciliada».

¿Pero por qué nos piden a las víctimas que perdonemos? La primera pregunta que me hizo un periodista 24 horas después de que asesinaran a Gregorio fue si perdonaba. Yo me pregunto si ese perdón que tanto se nos pide a las víctimas no es un perdón que necesiten algunos de manera colectiva precisamente porque tienen una mala conciencia por no haber hecho lo que tenían que hacer. El que tiene que perdonar es Gregorio Ordóñez, y por desgracia está muerto. Yo, que soy su mujer, ni perdoné entonces ni perdono ahora.

¿Cree que podrá la sociedad vasca cerrar definitivamente esa etapa?

Cerrarla la van a cerrar, porque no interesa que se hable más de este tema. Es molesto porque revuelve la conciencia de quienes actuaron de mala fe y de manera complaciente con el terrorismo. Los años pasan, los duelos se superan, pero yo sigo sin ver una firmeza por parte del Gobierno de España ni del vasco habiendo como hay una legislación magnífica. La actitud diaria no es la que yo espero de mucha gente.

Los últimos meses se han producido diversos traslados de presos a cárceles del País Vasco. ¿Le preocupa la política penitenciaria que pueda llevar a cabo el Gobierno?

Sobre los presos solo tengo una cosa que decir: que cumplan su condena. Un Estado de Derecho tiene que responder con justicia, con la Ley en la mano.

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