Los astilleros de La Naval de Sestao, los únicos que han sobrevivido al siglo XXI, serán Bien Cultural

El Gobierno vasco ha destacado su valor histórico y también el aporte social y científico que tuvieron a la sociedad vasca

Dos de los últimos buques que construyeron los astilleros vizcaínos EFE

Miriam Villamediana

Cuando uno pasea por la ría cuesta imaginar que esas grúas que llevan paradas varios años son uno de los últimos vestigios que quedan de La Naval. Sin embargo, han sido testigos mudos de 130 años de actividad que abarca desde el inicio de la construcción de buques de acero a finales del siglo XIX hasta su ocaso y cierre en el siglo XX. Desde hoy serán además Bien Cultural de Protección Especial , con la categoría de Conjunto Monumental.

El Gobierno vasco ha decidido otorgarle esta distinción, habida cuenta del valor histórico que esconde esta industria ahora en desuso. Fue el primer astillero de la ría del Nervión a finales del siglo XIX y se consolidó como la factoría naval más completa del país en los años 20. Más adelante, también fueron pioneros en la construcción de motores diesel marinos y por lo tanto, el primer astillero, junto con Euskalduna, en construir buques a motor en España. Tras la reconversión industrial fue además, el último astillero original de los que se instalaron en la ría y el único que ha logrado mantener su actividad hasta pasado el siglo XXI.

Además de su valor histórico, el Ejecutivo vasco también ha querido destacar su valor social , vinculado «al movimiento obrero y al desarrollo económico» de toda la provincia, y su importante valor científico «como fuente cualitativa de base tecnológica sobre el desarrollo y evolución de técnicas y procesos productivos de otro tiempo».

No cabe duda, además, de que cuenta con un destacable valor paisajístico por la «interacción de valores culturales y naturales» que se da, así como por su condición de «último referente nétamente industrial» del entorno de la ría. También se ha valorado su potencial de reutilización, ya que en sus instalaciones no solo favorecen la preservación de las actividades sino que además podrían albergar «nuevos usos».

Entre los bienes protegidos se encuentra el Conjunto Monumental de la Naval, que incluye el taller y las máquinas de calderas, construidos en 1888, y también los dos diques secos que aún se conservaban a su cierre. Además, se han protegido la central eléctrica, otro de los edificios fundacionales; el pabellón de comedores; el taller mecánico o las oficinas generales.

En la práctica esta declaración supone una mayor protección de uno de los vestigios industriales que aún quedan en el País Vasco. A partir de ahora, cualquier intervención en estos bienes deberá contar con la autorización de la Diputación Foral de Vizcaya.

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