El librero madrileño de las 40.000 postales

Un matrimonio atesora una de las mayores colecciones de tarjetas antiguas sobre la capital y los pueblos pintorescos de la región

Pilar Álvarez y Juan Molina posan con su colección de postales Isabel Permuy
Adrián Delgado

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«Cuando la “señá” Pilar y un servidor nos quitemos del medio, se acabó lo que se daba». Juan Molina y su esposa Pilar Álvarez son conscientes de que el tesón con el que cuidan su castizo negocio de libros de viejo no tendrá un punto y seguido. Han vivido, y siguen haciéndolo al pie del cañón, por y para este oficio que no atraviesa «sus mejores momentos». Reconocer no es pecado. La ilusión con la que siguen manejando el gran fondo bibliográfico que tienen les ha llevado estos días a ponerse detrás de la caseta número 33 de la Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo de Madrid . La cita, que cumple su trigésima edición, es una verdadera fiesta para los bibliófilos.

Postal sobre los trajes típicos de los pueblos de Madrid, de 1905 I. P.

Más de medio millón de libros al «alcance de todos los bolsillos y de todas las temáticas» copan desde el pasado jueves las casetas de las 38 librerías españolas representadas en ella. «Hay libros descatalogados, en ricas y cuidadas encuadernaciones; desde el más curioso libro infantil, pasando por ediciones de época de autores del Siglo de Oro, hasta sencillas revistas antiguas o importantes documentos históricos», explica Juan como presidente de Libris , la Asociación de Libreros de Viejo que organiza la feria.

Entre esos importantes documentos hay una colección singular que atesora en su Librería Vitorio (Carlos Arniches, 30). Más de 40.000 tarjetas postales sobre la capital y los pueblos de la región. «Es, creo, la más completa de las que pueda haber sobre la historia de Madrid», presume Juan. Perfectamente archivadas en más de 100 álbumes, este librero ha ido reuniendo piezas de especial valor. Las más antiguas son de 1878. «Son las primeras ilustradas que hubo en España, de franceses como Jean Laurent y Lacoste o ilustraciones de la colección Romo y Füssel », señala. Las instantáneas, la mayoría en blanco y negro o, en su defecto, coloreadas, suponen un completo viaje por las costumbres, los edificios, la cultura o la vida cotidiana de los madrileños desde el siglo XIX. Es, en sí misma, un verdadero tratado de la historia epistolar. «Al principio, la gente escribía sobre la parte ilustrada. Hasta 1906 no llegaron las postales partidas en el reverso», comenta.

Postal de Aranjuez, de 1905 Isabel Permuy

Las circuladas y mataselladas tienen, si cabe, mayor encanto. «Por principios, nunca he leído lo que pone en ellas. Me parece una falta de respeto», asegura. La fuerza de voluntad para vencer la tentación de navegar en los recuerdos que contienen es titánica. Solo las cuidadas caligrafías con las que fueron escritas llaman tanto la atención que resulta complicado no lanzarse a leer las líneas. «En una feria, mientras un librero revisaba una caja de postales, encontró una firmada por su abuelo para una amante. Casualidades que hacen pensar que es mejor no ser cotilla», comenta un amigo de Juan mientras pasa las páginas del par de archivadores que se ha llevado a la feria para su venta. «Me hubiera gustado que las comprara el Ayuntamiento. Se lo he propuesto pero no quieren. Dicen que no hay dinero… Es una pena», opina. «Las han visto, pero no ponen de su parte», destaca tras su último intento, la misma mañana de la inauguración.

Por una historia de amor

Publicidad en las postales I. Permuy

La afición de Juan Molina por las postales comenzó «por lástima». «Teníamos un cliente de toda la vida que empezó a deshacerse de su colección de postales poco a poco. Nunca las habíamos comprado. El abuelete llegaba con sus lotecitos de postales, me pedía que se las comprara y, con lo que sacaba, invitaba a comer a su mujer en algún restaurante. Las terminó vendiendo todas», relata. «Después empecé a mostrar más interés por las postales y compré muchísimas por toda España, pero siempre sobre Madrid», dice. Entre ellas destacan por su temáticas algunas perspectivas diferentes sobre el atentado contra los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia el día de su boda en 1906. «Hay algunas que valen más por el sello que llevan que por la propia tarjeta postal. Los más curiosos son los sellos “pelones” del rey Alfonso XIII cuando era niño. «Todas están a la venta», destaca sin informar sobre sus precios.

La Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo de Madrid estará abierta hasta el 14 de octubre en el Paseo de Recoletos, de 11 a 21 horas. Las casetas ocupan el bulevar desde Cibeles hasta la altura de la calle Almirante. Primeras ediciones, incunables, manuscritos, grabados y ediciones raras esperan ser rescatadas del olvido.

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