Crimen de Alcalá

El triste final de Daría: nadie la recordaba un año después de desaparecer

El presunto descuartizador, que ingresó en Alcalá-Meco, no ha dado ninguna explicación del crimen

Daría y Manuel sobre estas líneas Telemadrid | Vídeo: ATLAS

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Daría O. L., de 22 años , la joven de origen ruso asesinada y descuartizada supuestamente por su novio, Manuel Moreno, de 42, natural de Linares (Jaén) hace más de un año e, introducida en un arcón frigorífico, ha tenido un terrible y triste final.

Terrible, por lo espantoso del crimen del que acusan a su pareja, con la que llevaba unos dos años de relación sentimental y que tras asesinarla, por causas que están siendo investigadas, habría descuartizado su cuerpo para introducirlo después en una pequeña nevera de apenas un metro de alto por sesenta de ancho. Ahí mantuvo a la víctima desde octubre de 2017, cuando según la Policía se le perdió la pista de la víctima, hasta el pasado 7 de febrero cuando con la orden de entrada y registro en la casa, los agentes encargados del caso descubrieron el oscuro secreto de este «ejemplar camarero».

La víctima, con la mascota de la pareja Telemadrid

Durante este tiempo Manuel ha estado conviviendo con el cadáver de su novia, a la que casi doblada la edad, y con la que, según algunos residentes, se les oía discutir a menudo al poco de mudarse al número 3 de la calle d el Camino de Santiago. Ocuparon una de las tres habitaciones con baño más grandes de la antigua autoescuela convertida en vivienda. Los celos de él, una infidelidad o su obsesión por Daría , de la que pocos pensaban que eran novios debido a la diferencia de edad, podrían estar detrás de este terrible crimen.

Desde el sábado el reo está entre rejas por decisión de juzgado número 2 en funciones de guardia. Ingresó en Alcalá-Meco y se le investiga por homicidio. El caso lo instruirá el juzgado de Violencia sobre la Mujer del municipio. Él sigue sin explicar porqué la mató. Ayer, los forenses comenzaron a practicarle la autopsia a la víctima, una tarea que se antoja complicada y que se ha retrasado por la congelación del cadáver. Este hecho altera el estado de descomposición, por lo que dificultará datar la fecha del crimen. Y tal vez, la causa de la muerte, a no ser que sea muy evidente.

Al final ha sido la madre española de Daría, que adoptó también a sus otras dos hermanas, la que destapó el caso al denunciar el pasado 30 de diciembre que no sabía nada de su hija. Las relaciones familiares que no eran buenas, empeoraron desde que la joven empezó a salir con el camarero. Su madre adoptiva la llamó el 22 de diciembre para felicitarla por su cumpleños sin éxito . Hizo lo mismo con motivo de las Navidades y, ante la falta de respuestas, temiéndose lo peor, fue a comisaría.

A Daría se la había tragado la tierra . Nadie sabía dónde vivía ni si trabaja o estudiaba. Sin embargo, los agentes de la Ciudad Complutense, tras comenzar a tirar del ovillo, llegaron a Manuel, el «solitario y sociable » camarero andaluz, que no dejó entrar a la Policía a casa cuando fueron el martes pasado y le preguntaron por su novia. «Rompimos y se fue a Madrid, no sé dónde está», ¿No os fiáis de mí o qué? , les espetó.

Desde ese día, los agentes estuvieron vigilando el domicilio las 24 horas del día hasta que el jueves descubrieron la mentira fraguada por Manuel, detenido en las inmediaciones. La visita de los funcionarios le hizo perder la «normalidad» que aparentó sin fisuras el año largo transcurrido sin que los pocos que recordaban a la guapa y menuda muchacha paseando a un cachorro de pastor alemán sospecharan.

Manuel tras la «marcha» de Daría, que «se llevó a la mascota», comenzó a frecuentar el Bar Guerrero. Ahí se tomaba un café, una cerveza, un cubata... En otros o en el trabajo comía o cenaba. Apenas paraba por su vivienda. Mantuvo alguna relación esporádica , pero a ninguno de sus ligues los llevó hasta el lugar donde ocultaba su espeluznante secreto. «Habla lo justo, pero es simpático y amable», le describen en el vecindario y sus jefes.

En los nueve o diez meses que se cree que la pareja convivió en el lugar que, a la postre, acabó siendo la tumba de la joven, eran pocos los que la recordaban. Apenas una vaga impresión que la centraban en el perro en las pocas veces que les vieron juntos y en la «normalidad» del presunto homicida. ¿Manuel la mantuvo aislada y alejada de su entorno? ¿Qué ocurrió? Solo él lo sabe.

En las imágenes que compartió la pareja en las redes sociales se les ve felices y sonrientes. Luego, al parecer, dejaron de serlo. Y los restos desmembrados de Daría acabaron congelados en un arcón . Tanto, como su imagen difusa en la memoria de sus vecinos .

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