El Señor de Madrid desafía a la lluvia en una cita histórica

Jesús de Medinaceli, aunque con un trayecto menor, procesionó portado por 120 anderos y no sobre ruedas

Jesús de Medinaceli, en andas tras su salida de la Basílica de Jesús

I. S. CALLEJA

El cielo se alió con el Viernes Santo y, pese a las previsiones de lluvia durante toda la tarde, dejó que la mayoría de las procesiones programadas pudieran recorrer, aunque solo en parte, las calles del centro de la capital en la penúltima estación de penitencia de la Semana Santa madrileña . Fue una cita histórica para Nuestro Padre Jesús Nazareno, conocido popularmente como el Señor de Madrid, que por primera vez en la historia procesionó portado por 120 anderos –hombres y mujeres– y no sobre ruedas . Junto a Él, Nuestra Señora de los Dolores en su Mayor Soledad; y, en paralelo por el viejo Madrid, el Santísimo Cristo de los Alabarderos, María Santísima de los Siete Dolores y Jesús del Perdón.

Miles de fieles y devotos miraban hacia arriba poco antes de las siete de la tarde, cuando estaba prevista la salida de todas las procesiones, a excepción del Santo Entierro, programada para una hora y media después. Ante la certeza casi absoluta de que a partir de las nueve llegaría la lluvia, se decidió acortar los recorridos . El Señor de Madrid y su Madre, por ejemplo, llegaron hasta el Congreso antes de dar la vuelta; mientras que Los Alabarderos, aunque querían llegar al Encuentro con María Santísima de los Siete Dolores, en la plaza de la Villa, se recogieron en su sede canónica, la catedral de las Fuerzas Armadas.

El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro , acompañó a la procesión de Jesús de Medinaceli, «emocionado» por la enorme cantidad de asistentes.

Jesús del Perdón MAYA BALANYÁ

«Con los anderos es impresionante, mucho más bonito que antes», decía una señora a la salida del Cautivo. Cuando la imagen anónima de Jesús de Medinaceli, del siglo XVII, miró a una plaza de Jesús completamente abarrotada y cruzó el portón de la basílica homónima, una mezcla de alegría y pasión despertó entre los madrileños. Si hace poco menos de un mes congregó a miles de personas en el tradicional besapiés , ayer hizo lo propio con motivo del Viernes Santo. El año pasado se contabilizaron un total de 800.000 personas a su paso por las calles del centro de la capital.

Nuestra Señora de los Dolores en su Mayor Soledad, obra de Rafael García Irurozqui (1948), le acompañó en su metódico avance hacia Cedaceros. Junto a ambos, las marchas de cornetas y tambores añadían solemnidad a su paso y, si cabe, emocionaban aún más a los presentes. Las banda de música eran la Asociación Musical La Lira de Pozuelo, junto al Cristo, y la banda de Cornetas y Tambores Virgen Morena de Ocaña, de Toledo, con su Madre.

Otra de las salidas más singulares en la Semana Santa madrileña es la de Los Alabarderos , con el Santísimo Cristo de la Fe, obra de Felipe Torres Villarejo (2007). Ayer, pese al breve trayecto, no fue una excepción. Acompañada por los pífanos y tambores de la unidad de música de la Guardia Real, el momento más emotivo fue su recogida, cuando los anderos portaron al Cristo de rodillas y lateralmente, una maniobra tan difícil como espectacular.

Cristo de Los Alabarderos EFE

La fe de Los Alabarderos

Partió del Palacio Real y, al tiempo que el cielo se encapotaba y caían las primera gotas sobre el Crucificado, poco antes de la catedral castrense, se rechazó ir hasta la plaza de la Villa. Hasta ese punto tampoco llegó María Santísima de los Siete Dolores. Su talla, de Faustino Sanz Herranz, de 1940, salió de la iglesia de Santa Cruz, en la calle de Atocha, sin un plan alternativo ante la inminente lluvia. Nada impidió su estación de penitencia en el monasterio de Las Carboneras , ejemplo de devoción, donde dio la vuelta.

En la iglesia del Santísimo Cristo de la Fe, también en Atocha, salió la imagen restaurada de Nuestro Padre Jesús del Perdón, obra de Víctor González Gil (1945). Si bien las precipitaciones amenazaban su solemne paso en dirección al barrio de Las Letras, sí pudo llegar al Convento de Las Trinitarias , donde desde una ventana le cantaron las religiosas del templo.

Breve salida del Santo Entierro

La procesión del Santo Entierro, programada para las ocho y media de la tarde, fue la única que apenas pisó las calles de la capital. La imagen del Santísimo Cristo de la Vida Eterna, de Jacinto Higueras (1941), únicamente procesionó desde la iglesia de Santa Cruz hasta la plaza de Jacinto Benavente, un recorrido de apenas unos metros y minutos . Tampoco María Santísima de la Paz (Talleres Agustín López Miraz) pudo recorrer el centro ante el mal tiempo. Ambas deberán esperar un año para volver a salir junto a la agrupación musical Ciudad de Chinchón.

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