Reabre El Retiro tras la tragedia: un paseo «minado» y una mirada a los árboles

Tras 14 días cerrado, el parque volvió ayer a la normalidad con zonas acotadas y mayores medidas de seguridad

Un padre camina junto a su hijo subido en un patín, ayer por la mañana FOTOS: MAYA BALANYÀ
Aitor Santos Moya

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En un día marcado por lluvias intermitentes, las puertas del Retiro abrieron ayer tras 14 días cerradas por labores de revisión y valoración del arbolado, así como la tala de más de 70 ejemplares que presentaban riesgo de caída. Y lo hicieron, para sorpresa de todos, con una gran afluencia . «Se nota que había ganas de volver al parque», reconocía Pepe, un hombre ya jubilado que no acostumbra a perdonar su paseo diario por el interior del recinto: «Estas dos semanas, lo he tenido que dar por fuera».

Aunque la tranquilidad fue la tónica reinante en una jornada poco o nada primaveral, la muerte el pasado 24 de marzo de un niño de 4 años, aplastado por un árbol junto al restaurante Florida, seguía demasiado reciente en la cabeza de los visitantes. «Venimos con algo de preocupación, pero compensa más el hecho de poder disfrutar de este lugar», señalaba Beatriz, quien, con su hija María, hacía años que no entraban al Retiro. «Somos de Valencia y, antes de volver, no queríamos quedarnos sin verlo», advertían junto al Palacio de Cristal.

En ese enclave, las goteras impidieron a los presentes acceder a la estructura. Con plásticos y cubos , los operarios evitaron que el suelo de este edificio acristalado del siglo XIX se encharcara. «La imagen es un poco decadente», señalaba un grupo de turistas, resguardados en la columnata de la entrada principal. Pese a la decepción de algunos, un cartel informativo avisaba de que «en días de lluvia, el Palacio permanecerá clausurado».

Plásticos y cubos evitan que el Palacio de Cristal se encharque

Zonas balizadas

La apertura del parque se llevó a cabo con zonas balizadas, donde continúan los trabajos y hay árboles marcados para seguimiento; y dos puertas permanecieron cerradas, la de Herrero Palacios y la de Hernani. En el paseo de Fernán Núñez, conocido popularmente como el Paseo de Coches, algunos ciclistas y patinadores desafiaron al pavimento mojado y a los tramos acotados. «No hay problema, lo único que he visto más cortado es el paso de La Rosaleda», comentaba un usuario, segundos antes de perderse rumbo a la Fuente del Ángel Caído.

Los animales tampoco faltaron a una cita, recibida con agrado por sus dueños. «Siempre venimos aquí, pero estos días me ha tocado sacarla por el Tierno Galván , que al ser un parque abierto no lo pueden cerrar», explicaba Laura, acompañada de una pastora alemana llamada Candela. Segura de que el prolongado cerrojazo «ha podido ser excesivo», esta joven tenía claro que «es muy improbable que vuelva a ocurrir una tragedia similar». «Pero es solo mi opinión. Aquí trabaja mucha gente y ellos sabrán mejor que nadie lo que deben hacer», reconocía, camino de la zona canina.

A falta de 11 árboles pendientes de retirar y otros 52 bajo revisión para comprobar su evolución, desde el 1 de marzo la lluvia y los fuertes vientos han causado la pérdida de ramas grandes en 31 ejemplares, derribado o tronchado 28 y movido otros 82, de los que 71 han tenido que ser talados para eliminar el riesgo. Además, solo desde la muerte del menor, los trabajos municipales en el parque han afectado a un total de 58 ejemplares, 16 volcados y 42 retirados, tras haber perdido estos últimos la estabilidad.

Ante tal panorama, agentes municipales a pie y personal de seguridad del parque pusieron ayer especial vigilancia para evitar cualquier situación de peligro. «Está muy tranquilo el día», incidía un empleado, muy cerca del populoso estanque. Allí, las barcas permanecieron amarradas y los quioscos bajo llave.

Las vallas acotan una zona, con una grúa al fondo

Los niños fueron los otros protagonistas del día. «No nos preocupa lo que pasó porque ese día hacía mucho viento y hoy no», recalcaba con inocencia un pequeño. De la mano de su madre, dos hermanos de cinco y siete años se empeñaban en andar rápido hacia la puerta. «Ha empezado a diluviar y no llevamos paraguas», se justificaba la progenitora, agobiada por las prisas.

Lluvias prolongadas

Precisamente, El Retiro abrió de la misma forma que cerró dos semanas atrás. El mes de marzo fue especialmente lluvioso y, en concreto, en la estación del parque se acumularon 261,1 milímetros, frente a los 105,9 de media entre los años 2004 y 2014. Las lluvias llegan justo después de un periodo muy prolongado de sequía en los últimos cinco años y de un año hidrológico especialmente alarmante por la falta de precipitaciones.

En cuanto al viento, se llegaron a registrar rachas máximas absolutas superiores a las de los últimos 14 años, con hasta 84 kilómetros por hora. Por si fuera poco, arribaron con fuerza tres temporales diferentes, del 1 al 2, del 11 al 12, y del 23 al 25 de marzo. En una nota difundida el viernes, el Ayuntamiento remarca que «la acumulación de estas condiciones adversas ha hecho que los efectos de cada tormenta hayan sido cada vez más prolongados y por eso aparecen árboles desestabilizados durante más días».

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