Semana Santa de Madrid

La intimidad cofrade, de puertas adentro

ABCasiste a los preparativos de Los Estudiantes, que este Domingo de Ramos abrirán, con La Borriquita, los días grandes de Pasión

Santísimo Cristo del Perdón ABC
Adrián Delgado

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La Semana Santa madrileña sigue viéndose, desde fuera, como una recién llegada, alejada de la fascinación que tienen las grandes citas de Sevilla, de Málaga o de Zamora, entre otras. Quienes sienten el fervor y la fe que acompañan a estos días «huyen de las comparaciones». Pero lo cierto es que la de Madrid lleva años reivindicando su espacio propio, forjando una identidad particular –aunque muchas cofradías se miren en el espejo de las sevillanas– que cada vez tiene un mayor respeto y admiración de quienes siguen y asisten a sus estaciones de penitencia. De ello se han encargado hermandades como la de Los Estudiantes, de cuya primera salida procesional en Domingo de Ramos se cumplen 25 años. Un cuarto de siglo en el que, con tanta ilusión como dificultades, se han convertido en la procesión con la que los madrileños abren los días grandes de Pasión.

Basta con ver cómo la Basílica pontificia de San Miguel se llenaba el pasado viernes de los fieles que siguieron los pasos del Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón en su viacrucis por el Madrid de los Austrias. La cola para el besapiés de la talla dieciochesca, obra de Luis Salvador Carmona, llegaba hasta las puertas del templo, abiertas de par en par para todos aquellos que arropan a Los Estudiantes antes de su salida procesional. Son los instantes previos a uno de los momentos más íntimos de una hermandad que sigue creciendo, año tras año, con nuevos nombramientos –muchos de ellos adolescentes y jóvenes–.

De puertas adentro, a menos de 48 horas para la procesión que recorrerá esta tarde las calles del Madrid más antiguo, ABC comprueba la tensión de quienes ultiman los detalles para que todo salga según lo previsto. Mientras en el altar se pasa lista a las cuadrillas de costaleros y se realiza una rápida « igualá » para hacer el retranqueo de los pasos, el Cristo se libera de las andas del viacrucis. En la más absoluta solemnidad, aquellos que llevarán hoy al Señor y a su Madre sobre el costal lo trasladaron con sus manos hasta el coro. Con la ayuda de un cabrestante, en una compleja operación, la talla dieciochesca quedó encajada en el paso.

Colocación del Cristo de la Fe y del Perdón sobre el paso Guillermo Navarro

«Se comprueba que está perfectamente fijado, que todo está en su sitio», explica Juan Venegas , hermano mayor de Los Estudiantes. Bajo el paso del Cristo entran 30 costaleros, cinco por cada línea. En el de palio de María Santísima Inmaculada Madre de la Iglesia hay una trabajadera más. «Son más de 1.300 kilos», añade sobre este espectacular paso ornamentado con varales, faroles y una profusa candelería repleta de cirios.

«Igualá» antes del retranqueo G. N.

Cada avance aumenta aún más las ganas de poner a prueba la fuerza y la coordinación que necesitarán los costaleros para seguir el recorrido de las intrincadas calles que cruzan Mayor. Se prueba todo minuciosamente, hasta el martillo con el que ordenan levantar o bajar el paso. «Por la niña de Ramón, que acaba de nacer. Se la dedicamos», se escucha al capataz bajo las faldas del paso antes de los tres golpes que preceden a los primeros crujidos de la parihuela. El silencio permite escuchar la «música» que hacen los pies de los costaleros, todos al mismo ritmo, para mover el paso hasta el altar. «Es el primer año que colocamos los pasos en el altar», explican desde la hermandad. No es la única novedad. La talla de Luis Salvador Carmona llevará este año un monte de unos 1.500 lirios morados frente a los clásicos claveles rojos que han acompañado al paso del Cristo en años anteriores. «Es una tarea muy complicada. La logística no es nada sencilla. Hay que pedir las flores a Holanda y jugar con la temperatura y el tiempo para que se abran justo antes de la procesión», explican. A ello se añade la delicadeza de este tipo de flor que requiere una cápsula de agua, por cada una de ellas, para que mantengan su vigor hasta el final de la procesión.

Abrazos entre los miembros de la hermandad de Los Estudiantes Guillermo Navarro

El paso de palio que acoge la talla de la Virgen –obra del célebre imaginero sevillano Juan Manuel Miñarro– también fue trasladado hasta el altar. «Vamos a pensar en los que queremos y no están aquí con nosotros, en nuestros enfermos», pidió el capataz antes de la primera «levantá». Sobre el sitio, sin moverse, los costaleros mecieron el paso para comprobar el movimiento de los varales. «No os lastiméis», les pidió antes de dedicar una segunda «levantá» al rector de la Basílica de San Miguel, Juan Ramón García-Morato, en agradecimiento por el apoyo que brinda a la hermandad. Los abrazos entre todos rubricaron, rozando la medianoche, el ensayo de Los Estudiantes.

Desde la Catedral

La procesión de Nuestro Padre Jesús del Amor, conocida como La Borriquita , partirá esta tarde, a las 16.30 horas, desde la Catedral de La Almudena. Esta estación de penitencia realizó su primera salida en la Semana Santa de 2014. Hasta el año pasado era la cofradía más joven de la capital –la última en llegar fue la Hermandad del Cristo de las Tres Caídas, que procesiona el Miércoles Santo–. La procesión cumplirá así su sexto encuentro con las calles de Madrid.

Sus miembros han visto crecer el cariño con el que, cada vez más, la gente sale a la calle para verlos pasar en su largo recorrido que se extenderá hasta cerca de la medianoche. Los integrantes del cortejo, de camino a su sede canónica –la parroquia de San Ildefonso–, acompañarán a Nuestro Padre Jesús del Amor entre palmas y ramas de olivo que, esta misma mañana, serán bendecidas en la catedral por el cardenal Carlos Osoro . La hermandad acordó el pasado mes de abril, por unanimidad, otorgarle el título de hermano mayor de honor. «Ese nombramiento será a perpetuidad para todos los sucesivos arzobispos que rijan nuestra Archidiócesis Madrileña», explican.

El paso de La Borriquita estrena también novedades este año. Entre ellas destacan dos nuevas figuras secundarias que acompañan a la talla principal, obra del imaginero sevillano Ramón Martín, en su entrada triunfal en Jerusalén.

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