Pancho Varona: «Tocar con Sabina y Serrat a la vez es algo que no se puede superar»

El legendario músico madrileño celebra sus 40 años sobre los escenarios con un concierto especial en la sala Galileo, este domingo 1 de mayo

Pancho Varona ABC

Nacho Serrano

El 1 de mayo de 1982, Pancho Varona debutó sobre un escenario en compañía de Joaquín Sabina. Fue una actuación al aire libre en una plaza de Alcalá de Henares, que les sirvió como ensayo de su presentación en sociedad unos días después, en el Teatro Salamanca de la capital. Estaba nervioso, nerviosísimo, porque apenas tenía experiencia como músico. Pero algo especial debió ocurrió ese día, porque desde entonces no ha dejado de recibir el aplauso de cada público que se ha sentado frente a él para disfrutar de su cariño y su sabiduría musical. Este domingo, cuando se cumplen cuarenta años de aquel día tan memorable para el pop nacional, celebra toda una vida sobre los escenarios subiéndose al que más cariño tiene del mundo: el de la sala Galileo. Y además, acompañado de amigos y amigas como Coque Malla, Juan Luis Cano, Ana Milán, El Monaguillo, Andrés Suárez, Alfred García...

¿Cómo recuerda aquella tarde en Alcalá?

Recuerdo pensar '¡Dios mío de mi vida! ¿Estaré a la altura?'. Yo no tenía ninguna experiencia como músico ni me había subido a ningún escenario, ni había estado casi nunca en un local de ensayo. No tenía rodaje. Mi primera incursión en el mundo de la música fue esa, así que estaba aterrorizado.

¿Antes de eso no había hecho absolutamente nada?

Nada. Yo era un guitarrista de tocar en el parque de mi barrio, con mis amigos. Me sacaba canciones de los Beatles, de Serrat, sintonías de anuncios de televisión... Era un aficionado, y mi futuro estaba en una oposición para funcionario. Así que Joaquín me cambió la vida completamente.

Pero... ¿y cómo es que Sabina decidió contar un aficionado?

Pues así fue, ya nos conocíamos y me lo propuso. Lo gracioso es que Javier Krahe actuaba en el mismo espectáculo en una especie de segundo acto, y luego en un tercero en el que compartía escenario con Joaquín. Y Javier no quería tocar conmigo, así que sólo toqué en la parte de Sabina y al final. Así que cobré la mitad que el resto de los músicos (risas), unas siete mil pesetas creo recordar. Luego, en el Teatro Salamanca me acuerdo que Joaquín me vistió con una gabardina y quería que en medio del concierto la abriese como un exhibicionista... ¡sin llevar nada debajo! Le dije: «No Joaquín, viene mi familia a verme y no voy a hacer eso delante de mi madre» (risas).

¿Cuál es el momento más bonito que recuerda componiendo con Joaquín?

El arranque de 'Peces de ciudad', en el hotel Bolívar de Lima. Le toqué un trocito que le gustó, y recuerdo que mientras la íbamos creando nos asomábamos por el balcón de la plaza en la que estaba el hotel, que era preciosa, y así pasamos la noche entera. También fue muy bonita la noche que pasamos en mi casa, él y yo solos, componiendo 'El pirata cojo'. Me acuerdo de que tuvimos que parar para ir a una farmacia porque su hija tenía fiebre.

Sólo ha sacado un disco, en 1995. ¿Cómo es eso posible?

Porque me he sentido muy feliz haciendo el trabajo que me ha tocado. Nunca he tenido vocación de estrella, de delantero cenro. Prefería ser un centrocampista, o un lateral (risas). Yo entregué mi disco, y como no quise hacer promoción, la compañía se quedó un poco desinflada, en plan '¿pero este tío qué quiere?'. No me entendían, y por eso el disco murió prácticamente antes de nacer. Pero tengo una primicia: lo acaban de reeditar y los vinilos están a punto de llegar.

¿Y cuál ha sido su mayor momento de gloria en estos cuarenta años?

Tocar con Serrat y Sabina a la vez en la gira 'Dos pájaros de un tiro'. Tocar 'Mediterráneo' con los dos a la vez, eso es insuperable.

Hace poco dejó de tocar con el resto de la banda de Sabina, ¿qué pasó? El otro día Joaquín reapareció por sorpresa con ellos, también en Galileo. ¿Sus fans pueden esperar que vuelva a hacerlo con usted?

Hubo un desencuentro, nuestros caminos se separaron, prefiero no hablar más de eso. Y a Joaquín... le voy a decir que voy a estar en Galileo, pero prefiero dejarle tranquilo. Le cuesta mucho salir de casa, así que si ya estuvo hace unos días, imagínate hacerlo otra vez...

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