La procesada, en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Madrid
La procesada, en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Madrid
Tribunales

«No quería a su hijo, por eso planeó con sangre fría tirarlo a la basura»

El fiscal rebaja la petición de pena de 27 a 14 años para la acusada de tratar de asesinar a su bebé en Mejorada

«No sé que he hecho con él», le dijo la acusada a su marido por teléfono y colgó

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«No tenía otra opción. No sé lo que me pasó, estaba muy mal. No era yo. Se me fue la cabeza. Ahora, en prisión, me he dado cuenta del daño tan grande que hice. Estoy más que arrepentida y no soporto la idea..., no quiero perder a mi niño, a mis hijos. Lo más importante para mí es mi familia; espero que algún día me perdonen».

Así, ahogada por los sollozos que convertían, a ratos, su alocución en ininteligible, empezó y finalizó su turno de última palabra, Catalina Díaz Montenegro, la mujer colombiana de 37 años que el 15 de julio de 2015 arrojó a su bebé, de dos semanas, a la basura en Mejorada del Campo.

En el juicio, que se celebró ayer por esos hechos en la Sección Primera de la Audiencia Provincial

, la representante del Ministerio Público desmontó los argumentos de la acusada, quien llegó a arrodillarse. «Sabía perfectamente lo que hacía, ya que no padecía ningún trastorno. No quería a su hijo –carece de afectividad hacía él, según los peritos–, por eso ideó un plan para matarle a sangre fría. Lo inició ocultando su embarazo».

Su marido, Edison R. S., de la misma nacionalidad, declaró que se enteró que esperaba un retoño el mismo día del parto. «No me explicó los motivos, pero yo nunca la amenacé con irme a Colombia ni con dejarla», explicó. Tras ser detenida, la procesada se justificó, alegando que su pareja no quería más descendencia. Ella tiene tres hijos, de 13, 6 y 5, los dos últimos con él.

Sepultado, a más de dos metros bajo tierra

«No sé qué he hecho con el bebé», fue lo que le dijo Catalina cuando le llamó al trabajo el día de autos. Y colgó. Él la telefoneó nervioso, pero no contestó.

La respuesta estaba dentro de un contenedor de basura, situado a 150 metros de su casa, en la avenida de los Toreros. La fiscal destacó la brutalidad de la acción. «No era un recipiente normal, sino soterrado, a más de dos metros de profundidad, por lo que pasaron unos 15 o 20 minutos hasta que pudo ser rescatado. Además, lo introdujo dentro de dos bolsas atadas, en las cuales había una mochila cerrada herméticamente, donde estaba el crío, condenándole a una muerte segura por asfixia y golpe de calor», recalcó.

La alevosía se evidencia también, agregó la fiscal, en que la mujer sabía cuándo se recogía la basura y que el crío podía ser aplastado por los residuos que le podían caer encima. Además, para que no llorara, le dio el biberón.

La fiscal recalcó la «carencia de resonancia afectiva» de Catalina respecto a todos sus vástagos, como precisaron los forenses, excepto su marido. «Estaba muy preocupada y solo lloraba por lo que él pudiera decir o hacer», zanjó.

«Vencimos a la muerte entre todos»

El Ministerio Público la acusa de un delito de tentativa de asesinato, con la agravante de parentesco. Pedía una pena de 27 años, pero al aplicarle el último Código Penal, la pena máxima es de 15, que reduce un año al haber reconocido los hechos. Además, le impone una orden de alejamiento y comunicación con la víctima durante 24 años.

En el juicio, visto para sentencia, declararon los dos chicos que escucharon lo que consideraron el «maullido de un gato» al que querían sacar de ahí a toda costa, y los dos guardias civiles que le rescataron y «vencieron a la muerte», indicó uno de ellos.

«Si existen los milagros, lo hubo en este caso, porque gracias a la diligente acción de estas personas y de los operarios municipales de la grúa con la que levantaron el contenedor y extrajeron su contenido, el bebé sobrevivió», dijo la fiscal.

El pequeño, al que las enfermeras del Hospital del Henares bautizaron con el nombre de Marco, está tutelado por la Comunidad de Madrid. A sus cuatro ángeles de la guarda les encantaría volver a verle.

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