El misterioso oso y el madroño en El Jardín de las Delicias de El Bosco: la puerta del pecado

La combinación es el símbolo de la ciudad de Madrid desde el siglo XII, aunque ambas representaciones no guardan relación

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En el Jardín de las Delicias de Hieronymus Bosch (El Bosco), del siglo XVI, numerosas criaturas dispersan la atención entre el predominante verde del tríptico y su salpicada e infinita amalgama de colores. En su panel izquierdo, casi desapercibido junto a la Fuente de la Vida que centraliza la escena, un extraño oso aparece abrazado a un madroño sin una explicación aparente. Si los expertos coinciden en que el conjunto del óleo simboliza, indivudualemente en cada apartado, el Paraíso, los pecados de la vida terrenal y el Infierno, ¿qué significado tiene el escudo de Madrid en la obra?, ¿por qué también es conocida como la Pintura del Madroño? Expuesta en el Museo del Prado desde 1939, patrimonio cultural de la capital desde que el rey Felipe II lo trasladara a El Escorial en 1593, la pretensión moralizante de su autor ha generado infinitas interpretaciones sobre su significado; igual que el árbol y el animal.

Contextualizado en el caso concreto de la capital, lo cierto es que el significado del oso y el madroño en el cuadro no tiene nada que ver con su relación con la ciudad, y viceversa. En lo que respecta a su presencia en el símbolo de Madrid, originario del siglo XII, la explicación es muy simple: el oso pardo es un homenaje a la caza de un propio por el rey Alfonso XI en los montes cercanos; mientras que el árbol remite a un litigio entre la Villa y el cabildo de la clerecía sobre la propiedad de unos terrenos que ambos reclamaban. El acuerdo final estableció que la Villa se quedaba con los territorios arbolados y la Iglesia con los sitios de pasto. Por ello se decidió incluir al madroño en el emblema de la ciudad. Independiente a la polémica sobre si el oso era macho o hembra, se quiso que apareciera en posición vertical, como recogiendo un fruto, porque en la época se creía que era un buen remedio contra la peste.

Tríptico de El jardín de las Delicias, de El Bosco
Tríptico de El jardín de las Delicias, de El Bosco - ABC

Volviendo al oso y el madroño en la pintura de El Bosco, para comprender su ubicación en este caso es necesario resetear cualquier conocimiento sobre esta asociación, sobre todo si tiene que ver con la explicada en torno a Madrid, que es la más extendida. Con unas dimensiones de 220x389 (entre las tres escenas), el autor escenificó el Paraíso en el primer tablón del tríptico; en los sucesivos, los pecados terrenales y el Infierno, en las escenas central y derecha, respectivamente. Así, el artista neerlandés dibujó a diferentes criaturas junto a Adán y Eva. Estas, a simple vista, saltean la obra como elementos de un paisaje de paz y sosiego, pero analizadas individualmente se observa como algunas de ellas tienen una actitud agresiva entre sí. Es el caso de un león devorando a un antílope de un felino con un lagarto en la boca.

Estos seres, en ocasiones imaginarios (como un unicornio blanco), son la analogía empleada para representar el aviso al pecado y a los placeres mundanos, según los analistas de la materia. Las tres escenas llevan un orden sucesivo y, en ese sentido, estos animales situados en el Paraíso son el paso previo al placer más terrenal, una puerta a lo prohibido. Por ello, hay una coincidencia de criterios que asegura que el oso y el madroño representan la lujuria. No tanto por el animal, que es un elemento más como sus homólogos vivientes, como por el árbol. La fruta, a menudo, es una alusión directa al placer carnal; y más concretamente en el caso de los madroños, cuyo color rojo evoca los deseos más impuros. Así, se concluye que la estudiada unidad, un homenaje en el caso del escudo de Madrid, es el desenfreno y la impudicia en una de las obras cumbres del autor, entre los preferidos de Felipe II e inherente al legado artístico de la región desde el siglo XVI.

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