Miedo al coronavirus en Madrid: «No encuentro mascarillas por la psicosis»

El temor a contagios dispara el precio de los pocos protectores desechables que se encuentran en la región

Coronavirus: Madrid registra su primer infectando, subiendo hasta 9 los casos en toda España

Un farmacéutico chino en Cobo Calleja FOTOS: GUILLERMO NAVARRO

Carlota Barcala

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La preocupación por el aumento de personas afectadas por el coronavirus en todo el mundo y, sobre todo, tras la explosión de casos en Italia, ha llegado a Madrid, donde las farmacias de la región están sufriendo el desabastecimiento de mascarillas. «Necesito unas para la alergia y no las encuentro en ningún sitio por la psicosis que hay», le dice, ayer, una mujer a una farmacéutica en el barrio de Pueblo Nuevo, en Ciudad Lineal. «Las hemos pedido, pero no llegan, las distribuidoras ya no reparten», le explica la trabajadora a la clienta, ya resignada, que bromea con hacerse una con su pañuelo del cuello. «Si las consigo, le vendería cinco por cien euros, porque a menos cantidad es imposible obtenerlas. Y eso si nos las entregan», le responde la empleada, repitiendo una conversación que estos días ocurre cada vez más a menudo.

En la farmacia, situada en la calle de José Arcones Gil, pidieron, la semana pasada, tres cajas de cincuenta mascarillas que se agotaron ayer por la mañana. «Una chica que iba al aeropuerto se ha llevado las siete últimas», cuenta Carmen, la farmacéutica. «Estamos llamando directamente a los laboratorios, pero ni siquiera nos dan una respuesta. No llega la mercancía», corrobora su jefa, la titular del establecimiento, Cristina. Dice que todos los tipos de mascarillas están subiendo de precio, tanto las quirúrgicas (de papel) como las de filtro, más oportunas para protegerse del virus. Una caja de las primeras, que contiene cincuenta, cuesta en esta farmacia entre 60 y 80 euros; las otras, más caras, 150 euros por diez. «Después de que los casos saltasen en el país alpino, la situación se está volviendo mucho peor. No podemos hacer frente a la demanda porque ni siquiera nos traen los productos», hace hincapié Cristina. Lo mismo ocurre con los geles desinfectantes: «Los compramos a doce euros y ahora los vendemos a dieciocho».

En la calle perpendicular, Eva, otra farmacéutica, asegura que hace un mes que su distribuidora de confianza no les provee de mascarillas. «Todo el mundo está preocupado por la vía de contagio a través del aire, pero nadie nos pregunta por los desinfectantes de manos», especifica la titular del establecimiento, al que acuden personas de todas las edades y nacionalidades a preguntar: «Ayer vinieron diez en todo el día; hoy, a media mañana, ya han sido cinco las que han preguntado. Una mujer nos dijo que se había recorrido cuarenta sitios y no había encontrado en ninguno». Según ha podido saber este diario de fuentes farmacéuticas, los tres principales distribuidores de Madrid -Cofared, Alliance y Bidafarma- han agotado sus existencias tanto en ambos objetos y desconocen cuándo volverán a tener.

Bienas más ansiados

Muchos locales, cansados ya de tener que decir que no a los vecinos que acuden a ellos, han colocado en sus cristaleras el cartel de «No hay mascarillas», algo que se repite en el Chinatown madrileño, Usera. En la calle de Nicolás Sánchez, mujeres de nacionalidad asiática regentan una botica en la que se apilan los alcoholes para manos al lado del mostrador. La más joven -dicen que la única que habla un poco de español- afirma que los protectores desechables se acabaron hace medio mes. «Vendíamos una caja de cincuenta, de las de papel, por tres euros y medio; y, de las buenas, una unidad por tres», cuenta la chica, cuya familia vive en su país de origen. «Ya no tenemos miedo porque la cifra de muertos no ha subido. Ellos, que viven al lado de Pekín, ya pueden ir a trabajar y al colegio», asegura en un precario castellano, recalcando que la situación ya se ha tranquilizado.

Un restaurante chino, ayer, a la hora del almuerzo

«Hoy nos han llegado cajas de quirúrgicas», cuenta María, de la farmacia Martín-Ye Liu, la única regentada en Usera por una española y una china. Ellas venden seis mascarillas de papel por 4,20 euros y, una con filtro, por dos euros más. «La gente venía y pedía 500 u 800 para enviar a China o vender por su cuenta. Eso ahora ya no lo hacemos. Como mucho entregamos una caja por persona», subraya la encargada española del negocio: «Lo prioritario es abastecer a la población y a aquellas personas que realmente lo puedan necesitar, como personas con insuficiencia respiratoria». Ella asevera que algunos comerciantes de la zona se han puesto de acuerdo para no subir los precios: «Sabemos que hay en sitios de Madrid que pasa, pero no queremos enriquecernos debido a un problema sanitario». Su socia viajó al Año Nuevo Chino y tuvo que pasar la cuarentena en su casa durante quince días. «En esta zona se ve mucha tensión, pero lo que no podemos hacer es crear alarma social y, menos, después de lo que ella vio en China con sitios casi desérticos», zanja la mujer.

Los objetos puede que más preciados de estos días se dividen en quirúrgicos y autofiltrantes. Las primeras, hechas de capas de papel, están diseñadas para que los agentes respiratorios infecciosos presentes en algunas personas no lleguen a otras y se utilizan como precaución estándar. Las segundas son para situaciones en las que por vía aérea se puedan transmitir infecciones, como los virus, ya que filtran las partículas del medio ambiente, impidiendo que se inhalen.

En Madrid, afortunadamente, ningún paciente ha dado positivo por el temido virus. Ayer se descartaron dos posibles casos: uno en el Gregorio Marañón y, otro, italiano, en el Hospital Puerta de Hierro. Hasta la fecha el Gobierno de la Comunidad de Madrid lleva 200 casos descartados desde que se originó el brote en la ciudad de Wuhan. Pero las buenas noticias no son suficientes para una población que prefiere ser precavida y protegerse por si en el futuro se da algún caso.

Dos ciudadanos chinos charlan en un bar de Cobo Calleja

«El antes de ayer vino una caja de cincuenta mascarillas con filtros. Llegó por la mañana y se agotó a media tarde», indica otro farmacéutico de la calle de Marcelo Usera. Antes él compraba a los distribuidores cajas de seis unidades que vendía por cincuenta céntimos cada una. «Ahora, hay que comprar cajas de cincuenta. Nunca lo habíamos hecho. Teníamos de papel y también se han agotado», continúa el empresario, que llamó para reponer unidades pero se lo han denegado. «Se ha encarecido todos estos productos porque no hay; de hecho, los mayoristas hace semanas que dejaron de traer, y ahora las que conseguimos son solo a través de los distribuidores o de los laboratorios», concluye el hombre. El «no» está esta temporada en boca de un sector que no puede darle a la población los objetos que tanto desean obtener para paliar un miedo cada vez mayor.

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