El macroburdel vertical de «La Babilonia del sexo» echa el cierre tras 30 años por orden judicial

El edificio situado en el Paseo de las Delicias tiene aviso de alzamiento para el 24 julio; las chicas denuncian amenazas

La Policía detiene a uno de los proxenetas en la operación policial del pasado noviembre Guillermo Navarro

S. L.

«La Babilonia del sexo». Con ese nombre se conoce a los macroburdeles verticales del Paseo de las Delicias . En noviembre, una de las mayores redadas policiales contra la explotación sexual realizada en Madrid –en los números 127 y 133 de esa calle del barrio de Legazpi– intentó ponerle fin a los prostíbulos , al detener a la cúpula de la organización criminal. Pero la macrooperación policial no pudo acabar con la prostitución. Los clientes, a pesar de estar los proxenetas en la cárcel, continuaron entrando y saliendo de los dos inmuebles. Tras ocho meses desde esa intervención, y más de 30 años de actividad, el final de «la Babilonia del sexo» del número 133 está más cerca: será el 24 de julio y por orden judicial.

Los dueños del edificio han intentado echar por las buenas a las chicas, pero no lo han logrado. Por ello han contratado guardias de seguridad para impedir el paso a los clientes y les han cortado la luz . Todo ha sido en vano. Quieren seguir trabajando, al menos hasta la fecha del alzamiento. Ayer, la cuadrilla de Desokupas acudió hasta el lugar. Las chicas podrán seguir pasando, pero no los clientes. «Conseguiremos erradicar la prostitución de este edificio», dijeron. Ellas, tienen medio, denuncian estar desprotegidas y sufrir amenazas.

El burdel vertical lleva tres décadas en funcionamiento. Su peor crisis la vivió el 13 de noviembre . Los agentes de la Brigada de Extranjería detuvieron a 17 hombres . Veintitrés de las mujeres que encontraron vivían sometidas a un régimen de esclavitud . Fueron liberadas y se decomisaron 150.000 euros en efectivo en la veintena de registros efectuados, entre ellos el de una vivienda de La Coruña de uno de los integrantes de la red y otro en la localidad madrileña de Villarejo de Salvanés . Pero el negocio nunca se cerró. Siguieron controlándolo hasta que un par de meses después, ocho de los proxenetas quedaron en libertad.  

En cada uno de los pisos vivían tres o cuatro mujeres víctimas de la explotación sexual. El líder de la organización, de origen suramericano, y sus lugartenientes habían ideado un sistema para vigilar constantemente a las mujeres. Recibían las imágenes de las cámaras instaladas en los pisos en sus teléfonos móviles por una aplicación . Así sabían si «trabajaban» mucho o poco.

Según explicaron los residentes entonces, algunas mujeres no salían nunca de los pisos, al contrario que otras. «A veces se ponían en las ventanas como reclamo . Había de todo, la mayoría latinas, pero también rumanas. Y, en cuanto a clientes, igual, españoles incluidos», agregaron.

El sexo de pago costaba entre los 15 y los 30 euros. «Una parte era para el chulo, y la otra para la chica. Las que vivían dentro pagaban más por la habitación», dijo una transexual ecuatoriana. «Una amiga trabajó ahí de forma voluntaria», indicó.

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