La liturgia de la Pasión toma la calle

Hay otro Madrid, dentro de Madrid, que es el Madrid de Semana Santa, cuyas liturgias ya se aúpan. El centro de la ciudad dará sitio a las procesiones, que van desde la de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena a la procesión del Silencio, citando en breve. Hay otras, naturalmente, que discurrirán por la calle Bailén, o Atocha, o Alcalá. Estamos ante el tiempo de la pasión, y de la reflexión, un tiempo que viene a cargar la ciudad de una emoción paseante de hondura, y antiquísima.

En el ensanchamiento de las procesiones propiamente dichas, asoma un abierto catálogo cultural, que trae conciertos solemnes, de música sacra, en salas o templos de mucho distritos.

Hay también una tamborrada muy veterana, en la Plaza Mayor, de gran cierre clamoroso a estos días intensos, en la mañana del domingo 27. Se aviva también en estas fechas otra tradición, la gastronómica. Las torrijas ya han logrado los escaparates, y las cafeterías, y los hoteles, y vuelven a la moda del momento el bacalao o el potaje, aunque ninguna de las dos cosas se ha ido nunca.

Hay otro Madrid, sí, dentro del Madrid de siempre, que es el Madrid que empieza ya mismo, con la sincera suntuosidad sentida de los pasos, al vaivén de los cofrades, y la orquestación de muy distinta procedencia, que anuda la ciudad de Madrid a otras ciudades, cuyos músicos vienen a celebrar aquí el fervor. Habrá cornetas y tambores, en banda perteneciente a la localidad de Villanueva de los Infantes, y otra banda de la misma especialidad, perteneciente a la localidad toledana de Ocaña, y también la banda Asociación Musical Amigos de la Música de Herrera, que llega desde Sevilla.

Se han retomado, en este año, algunas tradiciones como el ciclo de conciertos en el órgano de San Ginés, la presencia de la Capilla Real, que nos ofrecerá una Pasión según San Juan, o la actuación del afamado grupo de Góspel The American Spiritual Ensemble. Naturalmente, se hará sitio de entusiasmo a otras tradiciones de fuera de Madrid, como las saetas flamencas o las tamborradas aragonesas.