Investidura Ayuso

Isabel Díaz Ayuso, la mediadora paciente

Durante dos meses, ha sido el árbitro que intentaba acercar posiciones entre sus dos socios necesarios, Ciudadanos y Vox

Isabel Díaz Ayuso, presidenta regional de Madrid EFE

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Cuando, el próximo 17 de octubre, Isabel Díaz Ayuso cumpla 41 años, será presidenta de la Comunidad de Madrid. Al cargo ha llegado tras ocho largas semanas de negociaciones, rifirrafes y enfrentamientos en los que Ayuso ha actuado de árbitro entre Vox y Ciudadanos. Muchas horas de reuniones, de llamadas, mensajes de móvil y paciencia a toneladas, inventando fórmulas que consiguieran vencer las brechas que separaban a los que las urnas obligaban a ser socios.

Licenciada en Periodismo, con 27 años ya estaba afiliada al PP y colaborando con sus líderes regionales. A los 33 era diputada regional, y cuatro después ejercía de portavoz adjunta en el grupo popular en la Asamblea. Le encantan los animales, estar con los amigos y con su pareja, Jairo , pero sobre todo le gusta la política.

Su nombramiento como candidata a las elecciones autonómicas del 26-M fue decisión personal de Pablo Casado, y no todo el mundo en el partido la entendió y la apoyó. De hecho, a lo largo de la campaña, sus desaciertos en algunas declaraciones se amplificaron y aprovecharon para caricaturizarla y debilitarla . Eso, unido al mal momento por el que atravesaba el PP en todo el país -y que se comprobó en las elecciones generales del 28-A- le hizo cosechar unos pobres resultados, comparados con los de sus antecesores. Que, para ser justos, hay que mirar bajo el prisma de la nueva realidad política, con seis partidos disputándose los escaños, frente a los tres de hace sólo una década.

El caso es que Ayuso ha logrado sobrevivir a la adversidad, se ha encontrado con Ciudadanos en un momento en que la formación naranja era proclive al pacto por la derecha , y ha sabido combinar el paso de baile de Ignacio Aguado con el de Rocío Monasterio , sin descoyuntarse demasiado en el intento.

Le corresponde ahora ejercer como presidenta regional, la tercera de su género en la Comunidad de Madrid. Y tendrá que afrontar -sin que se le agote la paciencia- el reto de un gobierno en coalición con una fuerza que necesita mostrar músculo y personalidad propia de cara a los siguientes comicios. Y con el aliento en la nuca de otra formación, Vox, que ha de ser colaborador necesario para las grandes decisiones de gobierno, incluidos los presupuestos. Todo un desafío para los próximos cuatro años, al que se enfrenta con un equipo muy renovado en el que sin duda va a echar de menos a algunos pesos pesados ahora fuera de la lista.

En el reparto del Gobierno, le corresponden al PP las áreas con más enjundia -suman en total casi el 75 por ciento del presupuesto-, entre ellas Educación, Sanidad o Hacienda, pero pierde otras de más lucimiento. Acertar en la elección de quienes se hagan cargo de ellas será su primer triunfo. Y el de los madrileños.

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