La entrada de Vox condiciona el pacto de gobierno en la Comunidad de Madrid

Un acuerdo entre PP y Ciudadanos necesita de los votos del tercer partido conservador para salir adelante

Ignacio Aguado, candidato de Ciudadanos a presidir la Comunidad de Madrid JAIME GARCÍA

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Dos cosas quedaron claras la madrugada del superdomingo electoral. Una, que el bloque de derechas sumaba más votos y más escaños que el de izqueirdas. Dos, que la batalla por los pactos va a ser tan reñida, o más, que lo ha sido la campaña. Y eso porque hacen falta sumar tres fuerzas políticas para que los números den en la Asamblea: PP, Ciudadanos y Vox. Pero una de ellas, la formación naranja, no quiere ni tocar con un palo a Vox. Y éstos no están dispuestos a quedarse, de entrada, fuera del futuro gobierno.

Isabel Díaz Ayuso , número uno del PP, intentaba ayer templar gaitas: se mostraba dispuesta a «hablar con todos», «por humildad y sin egos», y dejaba abierta la puerta a la inclusión de Vox en su gobierno al afirmar que no se puede «ir por ahí pretendiendo que te apoyen a cambio de nada». Es el mensaje que fue deslizando en las múltiples declaraciones que efectuó en distintas emisoras de radio y programas de televisión: «¿Y si no hay otra alternativa?».

No obstante, una vez que ha cesado el fragor de la contienda electoral, llega la hora de buscar la armonía entre fuerzas políticas cercanas. Por eso, Díaz Ayuso hablaba ayer de dar un «trato respetuoso» a ambos partidos , Cs y Vox, aunque puntualizaba que primero hablaría con Ciudadanos porque es su socio «preferente».

En la formación naranja agradecen la deferencia, pero no se ablandan en su postura. Como explicaron a ABC portavoces de Cs, «Ignacio Aguado está abierto y dispuesto a negociar con el PP para formar gobierno. Pero sólo con el PP». La posibilidad de que Vox niegue sus votos si no se cuenta con ellos no la contempla: «En ese caso, serían ellos quienes decidieran si dar el gobierno a Pedro Sánchez y los populistas, o si apoyar un acuerdo de gobierno PP-Cs».

Nada de Vox, por tanto, en su horizonte. Y tampoco nada del PSOE: Aguado insiste en su particular versión del «no es no», y continúa rechazando un pacto con los socialistas en la Comunidad de Madrid. Hablará, insiste el líder de la formación naranja, con el PP y sobre un programa concreto, que sea «lo suficientemente atractivo para que ningún grupo político pueda votar en contra».

Modelo andaluz, agotado

Pero igual que dos no discuten si uno no quiere, tres no acuerdan tampoco si uno se opone. Y Vox no está dispuesto a adoptar una solución «a la andaluza»; cree que esta vía «está agotada» y que ahora les puede tocar ya entrar a formar parte de los gobiernos que va a hacer posible con sus votos.

De momento, en el partido que lidera en Madrid Rocío Monasterio aseguran que «no se han producido movimientos: nadie ha llamado a nadie». Lo primero que quieren es sentarse a negociar, pero «sin cordones y sin vetos», como aseguró la propia Monasterio en distintas intervenciones públicas. Su intención, en esta ocasión, si podría ser entrar en el gobierno.

Ante la hipótesis de que Cs se cierre en banda a contar con ellos y eso impida el acuerdo de gobierno, Vox no cree que la formación naranja esté dispuesta a mantener ese órdago . Por su parte, tienen muy claro que «hay que diferenciar entre adversarios y enemigos», y ellos tienen claro en cuál de estos campos situar a PP y Cs.

Comites nacionales

Pero más allá de las negociaciones regionales, la guerra de los pactos se está produciendo a nivel nacional. Tanto PP como Ciudadanos han puesto en marcha comités estatales para llevar adelante estas negociaciones. En el caso de Cs, su portavoz nacional, Inés Arrimadas, aseguró que querían hacerlo sin vetos ni exclusiones, lo que supondría no estar cerrados ni a pactos con PSOE ni con Vox. Las circunstancias son distintas en cada autonomía y casi en cada municipio; de ahí que no se impongan directivas desde la cúpula del partido, y sí un objetivo: «Promover ejecutivos sensatos».

También el PP ha creado su propia comisión nacional de negociación, que formarán Teodoro García Egea, Javier Maroto y Ana Beltrán. Son las mismas personas que se encargaron, en su momento, de hablar con Vox y Ciudadanos en Andalucía, tras las elecciones en aquella comunidad autónoma.

Pero la negociación andaluza no dejó buen sabor de boca en los líderes de Vox. Su cabeza nacional, Santiago Abascal , ya lo avisaba ayer: no admitirán un «trágala» por el que el PP les pida su apoyo a cambio de nada. Es la hora, creen, de tener «visibilidad política» y de que se aplique su programa.

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