Empieza en las calles la fiesta del madridismo

Ambientazo en las calles aledañas al estadio Santiago Bernabéu, donde cientos de aficionados celebran la jornada

Seguidores del Real Madrid celebran el primer gol de su equipo J. NIETO
Jesús Nieto Jurado

Jesús Nieto Jurado

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La glorias deportivas campean por España, las mocitas madrileñas van a Chamartín , hoy día histórico, aunque se llamen Yelena y vengan de Croacia con la camiseta de Modric pidiendo una reventa aquí y ahora: con el novio sonriente y eslavo colorado en algo así como un inglés macarrónico. Pero hay que pasear por «los aledaños», que decían desde Juan Tribuna a Paco González, para ver el ambiente previo -y presupuesto- a la liga 35.

Elmo, el de Barrio Sésamo y Minnie, la de Disney, ambos como una adaptación liguera de los muñecos de la Puerta del Sol , trabajan un sábado de bochorno vestidos de blanco, como una novia juanramoniana. «Periodistas, no fotos», exclaman, cuando hay que sacar el oficio de minutero de la Historia que es el cronista, pero entonces Elmo y Minnie Mousse, en una Concha Espina llena , piden perdón, «que no se borre la foto», y en acento paisa nos dedican un «buen día» porque siempre positivos» (siendo la frasecita de Van Gaal, que sería hoy un 'coaching').

En Casa Puebla no cabe un alfiler y no se puede ver el celebérrimo póster del 'Buitre' cuando se fue a México a probar suerte. Ocurre que hay veteranos y noveles donde hay que centrar la atención. Precisamente aparece un veterano de la torre B, donde «hasta los de seguridad» lo «conocen» y que se hace llamar José, dice que es «hijo de marinos» y que a sus «ochenta y muchos ha venido en moto» junto a un patinete eléctrico. Muchos años, insiste, sentado junto a la franquicia hamburguesería y señalando donde está el follón de los 'folloneros'.

«Cholo, quédate»

En la calle Gutiérrez Solana , que fue pintor del tremendismo y de la España negra frente al blanco del día, Roberto lleva la camiseta de Raúl de Tomás y dice que va a ir a Cibeles, «con dos huevos, con mi camiola», a celebrar eso de la hermandad 'periquita'. «Es que somos hermanos», insiste, y es que aquí Roberto ("Rober, sin 't') empieza a corear «Cholo, quédate» entre una grupeta de adolescentes con la elástica de Cristiano Ronaldo, porque, quizá, la pandemia y la crisis de Ucrania han dejado al personal sin muchos recursos para el disfraz. Con todo, hay niños que se llaman Raúl y padres que se llaman Raúl. O eso dicen en el dorsal, que se puede mangonear como todo en el fútbol patrio.

Una hora antes de lo que aquí se cuenta, en un escenario delante del Ayuntamiento, los técnicos montaban un escenario del que salía una Bossa Nova y una música clásica que se metía en el taxi de José como si llevara la radio puesta. Lacónico respondía: «Ganar la Liga en el Wanda me daría yuyu» . Porque José, por delante de Cibeles, daba dos pitidos alegres a los operarios que montaban la escalinata a la diosa cereal y merengona y puso la radio, la de verdad, para meterse en ambiente. Ya en el segundo tiempo, con la goleada asentada, Cibeles parace viajar a una suerte de 'noche de los transistores'.

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