La emboscada «inexplicable» que acabó con el dueño de un bar degollado en San Blas

El hostelero y su pareja fueron atacados por dos sujetos cuando bajaban del coche, al regresar a su casa con la recaudación encima. Los asaltantes apuñalaron en el cuello a Juan Miguel y se marcharon sin robar nada

La zona del barrio de San Blas donde aparcó la pareja para subir a su casa, antes de ser atacada MAYA BALANYÀ
Aitor Santos Moya

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Faltaban seis minutos para los dos de la madrugada de ayer cuando Juan Miguel y Graciela aparcaron su vehículo en una zona de estacionamiento en la calle de Hinojosa del Duque (distrito de San Blas-Canillejas). Después de una larga jornada en el bar No tardes (calle de Etruria, 26), que la pareja regentaba desde hacía menos de un año, y de llevar a la hermana de ella y a una amiga a diferentes destinos, los hosteleros se disponían a descansar en su domicilio, situado en la misma vía. Un viaje de vuelta truncado por dos individuos, que, escondidos detrás de un pequeño camión, salieron a su paso nada más bajarse del turismo. El susto hizo que ambos trataran de volver a meterse dentro del coche, hecho que no consiguieron. El hombre, de 50 años y natural de Cieza (Murcia), tuvo entonces que hacer frente a los malhechores, recibiendo una puñalada mortal de necesidad en el cuello.

Pese a que los asaltantes se marcharon del lugar sin robar nada a la pareja, que llevaba la recaudación encima, lo cierto es que los primeros indicios apuntan a un intento de atraco que terminó de la peor manera posible. Al menos, así lo creen en el vecindario después de que varios testigos observaran sobre las 1.30 horas a dos sujetos merodear el lugar a bordo de un viejo Seat León, en actitud sospechosa. Con sus víctimas en el punto de mira, los atacantes esperaron a que salieran del coche para asestarle a Juan Miguel una cuchillada sin apenas mediar palabra. Los gritos de Graciela alertaron a sus vecinos y al hijo de él, que de inmediato llamaron al 112 y acudieron a socorrerlo.

El herido, en parada cardiorrespiratoria, fue atendido por los sanitarios del Samur-Protección Civil personados, que le practicaron las maniobras de reanimación pertinentes, sin que finalmente pudieran hacer nada por salvar su vida. Hasta allí también se desplazaron agentes de seguridad ciudadana de la Policía Nacional, encargados de asegurar el espacio para proteger posibles pruebas. Fuentes policiales señalaron ayer a este periódico que el Grupo V de Homicidios y la Sección de Delitos Violentos (DEVI) de la Policía Científica, al frente de la investigación del caso, trabajan con todas las hipótesis abiertas.

Los agentes realizaron una inspección ocular, a fin de dar con el arma homicida y buscar cámaras de videovigilancia en las inmediaciones que pudieran haber grabado a los autores del crimen, cuya ruta de escape la efectuaron a pie por la parte trasera de la parroquia de la Virgen de la Candelaria.

Juan Miguel y Graciela, cada uno con dos hijos fruto de anteriores relaciones, llevaban seis años juntos. Trabajadores incansables –antes de abrir el bar No tardes tuvieron otro, El Encuentro, en la avenida de Canillejas a Vicálvaro–, habían logrado el reconocimiento de su clientela, dada su amabilidad y el buen trato dispensado, con generosos aperitivos, y raciones y comidas a precios muy económicos. Todos en su barrio de residencia inciden en que el finado era un hombre muy querido y no tenía enemigos. «Estaban todo el día en el bar. Solo libraban los martes», advertía una conocida.

El dolor se apoderó ayer del enclave, con familiares y allegados buscando respuestas a un fatídico suceso, «inexplicable a todas luces». Realizada la autopsia, el cuerpo del hostelero fue trasladado a Cieza, donde será enterrado.

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