El dueño del viejo parque acuático de Aranjuez retira los toboganes
Los operarios avanzan en el desmontaje de Aquasur, abordado tras la denuncia de ABC
Dicho y hecho. Un mes después de que el propietario del viejo parque acuático de Aranjuez, Fernando Rasche, se comprometiera a desmantelar las atracciones, los operarios ya han retirado gran parte de la estructura , cerrada desde el año 2005 y convertida en un peligroso pasatiempo para los grupos de jóvenes que se dejaban caer por el enclave para lanzarse sin control por las lanzaderas. Tras la denuncia realizada por este periódico, el titular del recinto tomó la determinación de borrar todo rastro del antiguo Aquasur con el objetivo de evitar cualquier tipo de accidente. «Encargué a un equipo externo el desmontaje porque algún día iba a ocurrir una desgracia», explica a ABC el dueño, mientras la empresa contratada continúa con la retirada de las piezas.
Por medio de camiones pluma, los obreros han apilado ya la mayoría de los toboganes en una de las piscinas que ostentaba el parque. «Cuando se hayan quitado todas, las guardaremos dentro del vaso por si más adelante las puedo vender o volver a montarlas en otro lugar», apunta Rasche, consciente de la dificultad añadida que supone en este caso el irremediable paso del tiempo : «Tendrá que venir un topógrafo para estudiar la situación exacta de los puntos de anclaje, ya que los planos originales no sé donde los tengo». Cabe recordar que Aquasur, abierto en 1986, fue el primer parque acuático de la región.
El coste total, afirma el empresario, rondará los 200.000 euros : «Es un esfuerzo importante, pero tampoco tenía otra opción». Pese a los contactos mantenidos con el Ayuntamiento de Aranjuez, el desembolso correrá íntegro a su cargo. «Hablé con la alcaldesa y me dijo que económicamente no podían colaborar, pero que era conveniente que los retirase porque tampoco podía estar permanentemente una dotación de la Policía en la puerta», prosigue Rasche. Por ello, al tiempo que ponía en marcha el proyecto de retirada, cerró de nuevo los tramos arrancados del vallado y contrató a un guardia de seguridad.
«Hemos tenido vigilancia durante varios años, sobre todo en verano, que es la época en la que más chicos se colaban», remarca, sabedor de que en alguna ocasión se podían meter hasta cien personas . Una vez dentro, el descontrol era la tónica reinante: destrozos, pillajes y el peligro de trepar por los toboganes para tirarse después sin ningún tipo de seguridad: «Se han lanzado con patinetes, con sacos... También ha entrado gente a hacer botellón». Desde entonces, el boca a boca y la fuerza de las redes sociales ha ido amplificando una arriesgada situación, en la que algunos intrusos llegaban incluso a publicar vídeos de sus peripecias.
Una vez concluya el «desguace» de todos los deslizaderos, algo que previsiblemente ocurrirá al final de la próxima semana, la construcción de hormigón que los sujeta será demolida . «No queremos dejar ningún cabo suelto» , incide Rasche, con la esperanza de que nadie vuelva a tener alicientes para desplazarse hasta allí: «Después de que saliera el reportaje, me llamaron del seguro para finalizar la póliza».
El cierre de Aquasur hace casi tres lustros, motivado por la aparición de otras superficies similares y la consecuente pérdida de usuarios, convirtió el espacio en una especie de «cementerio» acuático , a espaldas de la carretera M-305 que une la localidad arancetana con la autovía de Andalucía (A-4). «Además de abrir el Aquópolis de Villanueva de la Cañada, el cierre definitivo vino por el “boom” inmobiliario. Casi todo el mundo tenía una piscina en su urbanización o conocía a alguien que le invitara a la suya. Bajaron los clientes y también el nivel adquisitivo de los que siguieron viniendo hasta el final», recuerda con nostalgia el propietario.
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