El cura de la capilla de la Complutense asaltada: «Maestre actuaba como la líder»

Rafael Hernando, el sacerdote de la capilla de la Universidad Complutense en Somosaguas ha declarado este jueves en el juicio contra Rita Maestre y Héctor Meleiro por el asalto a este templo el 10 de marzo de 2011. El capellán ha contradicho la versión de la portavoz municipal al afirmar que iba en primera línea del grupo que se adentró en el oratorio y que «actuaba como si fuera la líder». «En ese momento lo que yo vi que actuaba como líder porque iba la primera y las demás le seguían», ha reiterado a la defensa de Maestre.

Ha relatado que cuando él escuchó voces a través de los megáfonos que se acercaban hacia la instalación salió de la capilla, momento en que vio al numeroso grupo.

Ha recordado que trató de disuadirlos. Hernando ha señalado al Ministerio Fiscal que reconoció a la edil porque «era compañera de clase». Le dijo que se quitara. «Estuve un par de minutos diciéndole que no podía ser, me empujaban, insistía que no se podía pasar y ante el empuje me tuve que retirar porque no había forma de diálogo». Ha puntualizado que Maestre le dijo que no era un acto contra su persona.

El abogado de Maestre le ha preguntado si cree que el objetivo era agredirle, a lo que ha respondido: «El objetivo era pasar dentro de la capilla, aunque me agredieron».

El testimonio de los fieles

«Pasó tanta gente con filmaciones que yo me quedé si saber qué hacer. Cerré las puertas del despacho de la sacristía y me quedé retirando un cartel del santo padre Benedicto con una esvástica y me quedé fuera», ha narrado el testigo. El capellán no vio lo que ocurrió en el interior, pero sí pudo escuchar alguna proclama cuando salieron del oratorio, aunque no ha especificado cuál. «Me incomodó mucho y estaba confundido», ha revelado Hernando, quien ha afirmado que vio cómo algunos de los fieles salían «impontentes» y «disgustados».

Ha declarado a continuación del capellán una de las personas que oraba en el templo, quien ha detallado que en el interior había tres fieles rezando. Ha descrito cómo los profanadores se colocaron de «forma organizada» y ha manifestado que se sintió ofendido con la protesta: «El problema es que desde fuera de la fe no se entiende. Pero para los que creemos, este es el mayor dolor». Ha trasladado que se sintió burlado y que después del acto hubo personas que lloraron y otras, como él, que tenían ansiedad.

A continuación ha testificado otra de las personas que estaban dentro del lugar de culto. Ha asegurado, después de contar lo currido, que se sintió impotente y que lloró tras el suceso.