Un lío burocrático condena a un palacio protegido del siglo XVIII en Aranjuez

La residencia de los Duques de Osuna, Bien de Interés Patrimonial, continúa devastada tras incendiarse en mayo; la mayoría de sus dueños ignoran la orden de mantenimiento, dictada por el Ayuntamiento

El Palacio de los Duques de Osuna, en pleno casco histórico de Aranjuez FOTOS: GUILLERMO NAVARRO
Aitor Santos Moya

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En el Palacio de los Duques de Osuna, hace tiempo que ninguna persona puede franquear sus destartaladas paredes. El cercado del perímetro, acometido por el ayuntamiento de Aranjuez, dificulta sobremanera el paso al jardín, en la entrada principal del inmueble. Su nulo cuidado confiere al espacio un aspecto tétrico , casi fantasmal, solo avivado por el pequeño flujo de transeúntes que observan curiosos la decadencia de un inmueble arrasado por el fuego en mayo del año pasado. «Ya estaba abandonado antes de que se quemara», revela un hombre mientras pasea con su perro por la cara lateral, sitiada por una fila de vallas que rodea también las viviendas más próximas a la avenida del Príncipe. Allí, las llamas provocaron el cierre de dos restaurantes y el desalojo de un menguante vecindario, en el que solo una propietaria resiste con varias estancias de su casa tapiadas: «Hemos pasado un invierno horroroso».

Más allá del hecho de verse obligados a convivir junto a un edificio con evidentes riesgos de seguridad, el miedo de Elisa Jaén Peñarrubia, de 76 años, su hermana Carmen, de 86, y su marido Eulogio, de 78, reside en la incertidumbre de saber cuándo volverán a disfrutar de las dos habitaciones y el cuarto de baño, de la planta baja, que fueron clausurados por los técnicos municipales: «Si lo arreglan dentro de diez años, seguramente ni lo disfrutemos», cuenta Elisa con cierto grado de resignación. Sin embargo, la agonía de los últimos «supervivientes» avanza mucho más deprisa que los trámites burocráticos para rehabilitar un histórico palacio -data de 1761- catalogado Bien de Interés Patrimonial (BIP) y con protección estructural según el Plan General de Ordenación Urbana de Aranjuez, de 1996. El recinto, además, está situado dentro del casco histórico de la localidad, declarado en el año 2001 por la Unesco Paisaje Cultural de la Humanidad.

Las llamas destruyeron en mayo la cubierta del inmueble

Archivada la investigación abierta por la Policía tras el incendio, el ayuntamiento de Aranjuez instó a los propietarios del inmueble a poner los medios oportunos para que la estructura que quedaba en pie no se deteriorara. Para ello, dictó en el mes de agosto una orden de ejecución sobre medidas de seguridad, desescombro, limpieza y protección, que, a fecha de hoy, solo Caixabank -dueño de la mayor parcela del enclave- ha cumplido. Según confirman fuentes municipales a este periódico, algunos titulares ni siquiera respondieron a los requerimientos, por lo que tuvieron que ser comunicados a través del tablón de edictos. El hecho de que no exista ninguna comunidad de vecinos constituida como tal, y por tanto, un único intermediario que les represente, dificulta sobremanera los trámites.

Declaración de ruina

Desde el Consistorio insisten en que sus servicios técnicos están tramitando la declaración de ruina del palacio para que los propietarios procedan a su rehabilitación y, en ningún caso, se destruya más de lo que está. Pese a que en este momento no se baraja aplicar un escenario de fuerza mayor, el Gobierno arancetano tendría como última opción expropiar el terreno, por medio de la ley del suelo, siempre y cuando los dueños no hagan frente a la demanda. La Comunidad de Madrid, por su parte, debe dar el visto bueno a cada acción municipal dado el valor arqueológico del edificio. «En caso de que no se hagan cargo del arreglo, el Ayuntamiento de Aranjuez podría llevar a cabo la obra y enviarles la factura después a los titulares», señalan en la consejería de Urbanismo.

Mientras, el tiempo apremia para Elisa y sus familiares, forzados a acondicionar las habitaciones en la planta superior. «Salvo mi marido, que duerme en el salón, nosotras tenemos que subir las escaleras todos los días. Yo puedo, pero mi hermana con 86 años cada vez le cuesta más», señala. Cuestionada por la encrucijada actual , explica que, cansada de esperar una solución que no llega, ha contratado a un abogado para intentar agilizar el proceso y poder recuperar las estancias perdidas: «Si te asomas verás que están llenas de moho, debido al agua que echaron para evitar que el fuego se extendiese al resto de la casa». En la azotea, la afectada enseña los tablones de madera quemados sobre los que se cimentaba la cubierta del palacio, desaparecida por completo.

Entre la decena de propietarios que se reparten la superficie, se encontraban dos restaurantes -el Palacio de Osuna y el Molino, reconvertido en un Foster’s Hollywood- cerrados desde entonces y dos viviendas desalojadas, además de la Elisa. Las demás propiedades ya estaban vacías, según aseguran en la zona; y algunas, incluso, en estado de abandono. Pese a que el Ayuntamiento de Aranjuez insiste en que la única opción barajada es la rehabilitación del palacio, lo cierto es que reconocen las complicaciones surgidas a la hora de «repartir las cargas entre todas las personas implicadas».

El Palacio de los Duques de Osuna fue construido en 1761 por orden del italiano Carlos Broschi, conocido por el sobrenombre de Farinelli , el más popular de los cantantes castrati que ganaron relevancia en las cortes europeas del siglo XVIII. Su presencia en España, invitado por la Reina Isabel de Farnesio para pasar unos meses en la Corte madrileña, terminó alargándose 22 años, lo que le convirtió en el artista de cabecera del Rey Felipe V y, posteriormente, de su hijo, Fernando VI.

Ampliado en 1787

A la muerte del propio Fernando VI, Farinelli cayó en desgracia y fue desterrado por Carlos III, su sucesor en el trono. A cambio del exilio, el nuevo monarca lo indemnizó con el coste del inmueble -16.250 reales de vellón-, que pasó a manos de la Corona hasta que los Duques de Osuna lo compraron en 1787. Fruto de la ampliación acometida en esta última época, el palacio, de estilo neoclásico , fue reestructurado alrededor de tres patios y un amplio cuerpo central, ocupado durante años por un exclusivo salón de baile. Ahora, con gran parte de la edificación en estado de ruina, Aranjuez espera al desbloqueo del lento proceso burocrático para recuperar, por fin, uno de sus más singulares tesoros.

El restaurante Foster’s Hollywood (izq.), cerrado tras el fuego
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