«Un abrazo vale más que el Gordo de la Lotería de Navidad»

Padres, hijos, novios y novias de los militares del cuerpo de paracaidistas en Irak reciben a sus familiares en su regreso a casa

Madrid Actualizado: Guardar
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Poco más de las 9.30 en el reloj y, frente a una sala de llegadas de la Terminal 3 de Barajas, una pancarta ha recogido el sentir de los padres, hijos, novios y novias de unos militares del cuerpo de paracaidistas que, tras cinco meses en Irak y por Navidad, han regresado a casa.

«Abrazarte es mi lotería de Navidad. Te quiero papá», se podía leer en una artesanal pancarta sostenida, de un lado por la mujer y desde el otro por el hijo de Carlos González, miembro del grupo logístico de la Brigada Paracaidista, quien nada más llegar se ha fundido en un abrazo con su familia.

«Estoy muy contento, la verdad, muy contento, después de cinco meses estábamos deseándolo ya», ha confesado el militar.

Con su llegada ha calmado el desasosiego de los suyos, que no le han dado tiempo ni a quitarse la boina. Rocío y Álvaro, mujer e hijo respectivamente, han remarcado que «han tardado más en salir que en volar casi», ha comentado Rocío, con una sonrisa, tranquila ya al tener a su marido en casa por Navidad, «las fechas ideales para volver», como ha especificado el propio González.

Pero antes de eso, alrededor de medio centenar de familiares ha esperado con globos, cámaras de fotos, ilusiones y nervios que se han acrecentado conforme «sus paracaidistas» se han agolpado detrás de una puerta que se abría y cerraba y que ha permitido a algunos saludar a sus seres queridos desde la distancia, eso sí, de poco más de unos metros.

«¿Dónde está el nuestro?», se han preguntado un par de mujeres, cámara de fotos en mano, junto a unos niños que no paraban de repetir, felices, «quiero volver a ver a mi papi». En cuanto han cruzado el umbral de la puerta, los globos han desaparecido, las pancartas se han plegado, han comenzado las carreras de los más pequeños hasta los brazos de sus padres y los nervios se han transformado, como en las películas, en lágrimas y besos.

No es para menos, porque cinco meses son muy largos y más largos, si cabe, son para las madres. «Se hace muy duro, te acuerdas muchísimo y estás preocupada, pero por otro lado también estás contenta y feliz porque están haciendo lo que les gusta y sólo con eso vale», ha reconocido Ana, quien esperaba a su hijo. Y si Ana es la madre, Anabel es la novia, quien no ha dudado en admitir que estaba «muy nerviosa» en los prolegómenos de la vuelta a casa por Navidad de su novio.

Unos minutos después, ya no había nervios y los tres han desaparecido del aeropuerto camino a casa donde la próxima semana, si son jugadores, todos ellos seguirán el sorteo del Gordo de Navidad, pero sin agobios. La lotería, como decía aquel cartel, ya les ha tocado.

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