Treinta años de promesas incumplidas

Los mil y un retrasos del AVE a Galicia: crónica de un proyecto interminable

El término de las obras está fijado para finales de 2019, pero el estado actual de las mismas suscita serias dudas al respecto

Los informes que maneja la Xunta prevén una dilación de al menos otro año

La exministra socialista de Fomento, Magdalena Álvarez, tras una visita a las obras del eje Santiago-Orense en 2009 EFE/LAVANDEIRA JR
Miguel Ruiz de Arcaute

Miguel Ruiz de Arcaute

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Camino de su decimosexto año en construcción, superadas las tres décadas desde que su mera existencia fuera concebida por primera vez, la única verdad que a fecha de hoy y desde hace ya tiempo puede establecerse en torno a la llegada del AVE a Galicia es indiscutible: su finalización se antoja quimérica . La fecha de conclusión de la obra, fijada para finales de este año, tiene todos los visos de ser nuevamente aplazada, a tenor de los atrasos en los tramos en construcción. Será el quinto retraso en 18 años, y, casi con toda seguridad, postergará su entrada en funcionamiento al menos uno más.

El pasado martes, la conselleira de Infraestructuras, Ethel Vázquez , cargaba contra el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) al asegurar que el Gobierno autonómico contaba con información que apuntaba a que los trabajos de los operarios se estaban centrando únicamente en la vía derecha, y que la alta velocidad a Galicia, que en este momento «ni está ni se le espera», sería una realidad cuando estuviesen erigidos ambos raíles. La entidad contestaba que se trata de un método para optimizar los plazos de ejecución de los trabajos y tildaba las acusaciones como «carentes del más mínimo rigor y sin fundamento». Vázquez contrarreplicaba: «Solo faltaba que no pudiésemos dar nuestra visión». Fue el último episodio de una interminable cronología de reproches, promesas incumplidas y decepciones en la que se han visto envueltas un buen número de administraciones. Un litigio que parece no acabar nunca.

Más de un cuarto de siglo ha pasado ya desde que el actual alcalde de Vigo, Abel Caballero , abriera la veda de una hipotética llegada de la alta velocidad a tierras gallegas. Fue en el año 1988 , ocupando la cartera de Transportes en el Ejecutivo de Felipe González, cuando prometió que el AVE llegaría primero a Sevilla en 1992, con motivo de la Expo, y, un año después, a la Comunidad . Nada ocurrió, sin embargo, hasta 2001, cuando un nuevo ministro, el popular Álvarez Cascos, selló un acuerdo con el presidente Fraga para hacer llegar el tren a Galicia para 2010. Con el relevo en el Gobierno central, la socialista Magdalena Álvarez vio muy precipitada esa fecha y la retrasó dos más, a pesar de que nunca puso especial empeño en garantizar su cumplimiento.

En 2009, a la vista de la devastadora crisis que se avecinaba, Alberto Núñez Feijóo firmó con el lucense José Blanco, nuevo responsable de Fomento, los pactos del Obradoiro, que dilataron el proyecto hasta 2015 . No sería el último retraso: el gobierno de Rajoy, con Ana Pastor primero e Íñigo de la Serna después, volvió a posponer la fecha a 2018 y, más tarde, al tercer trimestre de 2019, cuando estaba previsto que el tren pudiese circular en pruebas y estar ya a punto para 2020. Tras la moción de censura, el nuevo Gobierno de Sánchez asumió y mantuvo los plazos , pero el estado actual de las obras tornan prácticamente imposible una finalización a tiempo.

Las estimaciones de la Xunta apuntan a que el tren no estaría a punto para 2021, lo que supondría un serio revés en la explotación económica del Año Jubilar

Pese a la lluvia de evidencias en contra – el tramo Pedralba-Orense afronta serias dificultades en el montaje de vías en sus últimos cien kilómetros, al coincidir con la circulación de trenes convencionales–, Adif se resiste a aceptar lo que nadie, excepto el Gobierno central, pone en duda. El pasado 11 de noviembre, la presidenta del administrador ferroviario acudió a La Coruña acompañada del director general de Alta Velocidad para tratar de calmar los ánimos en torno a lo que es ya un secreto a voces . «Comprendo la incertidumbre de la gente y del ciudadano, pero se está trabajando a todo ritmo, las obras van en plazo», aseguró la gallega Isabel Pardo de Vera , elegida por Ana Pastor como jefa de obras del AVE y aupada a máxima responsable de la entidad por su sucesor, José Luis Ábalos.

Pardo de Vera apuntó a los complejos sistemas de seguridad como los causantes de los contratiempos, pero no concretó, eso sí, una fecha para la puesta en marcha de la línea. «No me pueden pedir si se acaba el 27 de enero o el 27 de febrero. Se acaban, y ese es el horizonte», se limitó a decir sobre una línea que hará realidad la conexión con Madrid en apenas tres horas. El tramo Zamora-Pedralba, por el contrario, ya fue irremediablemente retrasado hasta la próxima primavera, lo que se traduce en una demora de entre cuatro y seis meses sobre la fecha prevista .

Choque en campaña

Sus palabras llegaban apenas dos semanas después de que Feijóo anunciara la existencia de un informe elaborado por técnicos de la consellería de Infraestructuras según el cual las obras no terminarán hasta el último trimestre de 2020 . A esto habría que sumarle, además, otro año y medio para la fase de pruebas, lo que situaría la llegada de la alta velocidad a la Comunidad en 2022 . En suma: el AVE no estará listo para el Xacobeo , algo que, sin duda, estremece, y mucho, en San Caetano. «La polémica se acaba cuando vengan y digan ante todos que los plazos siguen su curso», clamaban entonces los populares, en plena campaña electoral, a la vista del silencio administrativo. «Inventan y mienten» , respondía ante los suyos el secretario xeral del PSdeG, Gonzalo Caballero .

Aunque desde que el informe fue realizado en octubre las obras han avanzado considerablemente -entre el 5 y el 29 de noviembre se cortó el tráfico ferroviario entre Zamora y Orense con el fin de acelerar al máximo las actuaciones-, quedaría aún por ejecutar el montaje y el despliegue de la vía, lo que equivaldría a otros seis meses de demora en función de la intensidad de los trabajos (en estos momentos se están realizando hasta tres turnos diarios, según Adif). Durante ese tiempo, se acometieron labores en el tramo Taboadela-Orense, en el túnel de Padornelo y la estación de Zamora, así como modificaciones de enclavamientos y renovaciones de vía, según informó la empresa pública estatal.

Mientras, los establecimientos hosteleros de la montaña orensana se han convertido en el único sector que no ansía la finalización del proyecto. Las localidades de la zona donde se concentran las obras llevan años explotando el filón de los cientos de operarios de otras provincias, especialmente de Castilla y León, que se han instalado en hoteles y hostales de los alrededores, lo que ha permitido engrosar las plantillas de trabajadores y supuesto un jugoso incentivo económico para esos ayuntamientos. Un ejemplo es A Gudiña, en la frontera con Zamora, que se ha convertido directamente en el municipio español con más bares por habitante .

En los últimos días, Adif ha reiterado su «total compromiso» con los deberes contraídos y ha puesto de manifiesto el «inmenso esfuerzo que se está realizando para alcanzar el objetivo». Tras más de 4.000 millones de euros invertidos , la particular «Sagrada Familia» autonómica en la que se ha convertido el AVE a Galicia da sus últimos pasos sin que haya certezas de que las promesas no vuelvan a quedar, por enésima vez, en papel mojado.

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