Xesús Fraga, premio Nacional de Narrativa: «Fueron 12 años escribiendo, pensé en abandonarlo»

El autor gallego fue galardonado por su obra 'Virtudes (e misterios)', escrita en gallego

Xesús Fraga en 2020 EFE

Ántar Vidal

La historia reciente de Galicia sería incomprensible sin entender el fenómeno de la emigración. Durante un largo periodo del siglo XX, las familias dejaban todo tras de sí para buscar una nueva vida en América o el resto de Europa o, peor aún, no lo dejaban todo: en ocasiones, mujeres e hijos se quedaban en casa. El marido de Virtudes, la protagonista del libro galardonado con el premio Nacional de Narrativa y abuela de su escritor, el gallego Xesús Fraga, fue uno de ellos. El abuelo del autor emigró a Venezuela y, tras un tiempo, «desapareció», dejando a su abuela «en una situación económica y emocional muy precaria», con tres hijas a su cargo.

La protagonista de 'Virtudes (e misterios)' (Galaxia, 2020) se vio obligada a tener que hacerlo ella también: en los 60 cogió un barco a Inglaterra, un lugar del que «no sabía nada»: « la ciudad más grande en la que había estado había sido Vigo , y fue cuando cogió el barco para irse», relata Fraga. Años más tarde, varios «falsos comienzos, páginas a la basura» y pensamientos de abandono, su nieto sintió la necesidad de contar «ese esfuerzo que hizo mi abuela», gracias al cuál él tuvo todas las oportunidades: «soy el primer universitario de la familia, y eso es gracias a ella y a mi madre», reconoce Fraga.

Además de devolverle el favor, Fraga tuvo otras razones por las cuales empezar el libro: «necesitaba entender, que no juzgar, las motivaciones que mi abuelo había tenido» para abandonar al resto de su familia , dejando «un trauma intergeneracional». ¿Lo logró?

—Algo comprendí, pero nunca llegué a entenderlo del todo .—explica el escritor —Me produce una sensación profunda de melancolía y desasosiego. Cada respuesta que encontré trajo tres preguntas con las que no contaba.

Por otra parte, 'Virtudes (e misterios)' trata de hacer justicia a todas las mujeres que también tuvieron que dejar sus hogares para buscarse el pan en otras tierras, no sólo a su abuela. «Hay cierta tendencia a hablar de la emigración en términos aventureros desde el punto de vista de los hombres», dice el escritor, que son vistos como héroes». Sin embargo, a él le interesan las historias más «cercanas», las que cuentan las mujeres, y que en muchas ocasiones son eclipsadas por las epopeyas masculinas . «Las mujeres sufrían una doble discriminación. Por un lado a nivel económico, como todos; pero también la dictadura las trataba como ciudadanos de segunda», asegura. De hecho, su abuela «para emigrar necesitaba la firma de mi abuelo, que estaba desaparecido. Tuvieron que falsificarla».

Virtudes no sabía apenas nada del país al que se dirigía, mucho menos el idioma. Cuando llegó allí, «fue a una agencia y comenzó a trabajar en la casa de una familia», y lo poco que conseguía llegaba a sus hijas. La misa de los domingos, eso sí, no podía faltar: uno de esos días otra «compañera migrante» la vio en la iglesia « totalmente demacrada», consecuencia de las pésimas condiciones en las que vivía. La mujer acudió a avisar al sacerdote, y la ingresaron en un hospital en el que estuvo tres semanas, «imagínate cómo estaba». Por suerte, cuando se recuperó consiguió un empleo en un hospital del sistema de salud británico, aunque lo compaginaba con labores de limpieza en otras casas que continuó haciendo incluso diez años después de jubilarse «oficialmente».

Ahora su historia es merecedora de uno de los premios de literatura más importantes del país, aunque fuera necesaria la cristalización en papel por parte de su nieto quien, « con una prosa muy cuidada, en el fondo y en la forma », según el jurado, la ha dado a conocer.

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