TRIBUNALES

Los tres hombres esclavizados en «la granja de los horrores» logran la residencia española

Estuvieron meses viviendo y durmiendo entre animales muertos y basura. Cobraban apenas 600 euros por cuidar de un millar de cerdos de forma ilegal

Exteriores de la granja donde se produjo el presunto delito CNP

P. A.

Los tres ciudadanos colombianos que fueron rescatados por la Guardia Civil de una granja de Sarria (Lugo) en la que estaban siendo explotados han obtenido el permiso de residencia en España. Así lo confirmó el abogado de los hombres, esclavizados durante meses por la dueña de una granja que los captó en su país de origen y les prometió un trabajo en el campo en Galicia. Los agentes que llevaron a cabo la intervención que sacó a la luz las condiciones en las que los tres empleados vivían explicaron que el olor dentro del habitáculo que utilizaban como dormitorio era «insoportable» porque estaba situado justo encima de donde dormían los mil cerdos que cuidaban.

Los hombres no tenían agua corriente, ni medicamentos ni contrato laboral y comían y dormían entre animales muertos y bolsas de basura . Era la propietaria de la explotación la que decidía cuándo podía descansar, aunque nunca abandonaban el lugar. «Había mucha humedad en el techo, mucha suciedad en el suelo, bolsas de basura apiladas en la entrada y el ambiente inundado de malos olores con ratones muertos en el suelo y telarañas por las paredes », especificó el atestado policial.

El abogado de las víctimas de este presunto delito de seres humanos ha confirmado que los tres extrabajadores han sido citados «en el juzgado de Sarria el próximo 16 de julio para prestar declaración en sede judicial». « El procedimiento sigue su curso natural y explicarán toda la situación vivida y qué relación tuvieron con esta señora (la empresaria)», indicó el letrado. En cuanto a la supuesta explotadora, el letrado también ha corroborado que «en ningún momento ha habido ningún tipo de comunicación», ni siquiera para pedir «perdón» .

Por 600 euros

Los tres hombres vivieron en condiciones «miserables», según ha apuntado el abogado de las víctimas, entre ratas y desperdicios , sin agua caliente, y dormían en un catre que era una espuma con hierros en la cocina. Trabajaban entre 11 y 12 horas con un solo día de descanso. Además, soportaban reiterados insultos y se les pagaba 600 euros cuando se habían comprometido mil euros al mes.

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