Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

Tampoco hay que pasarse

¿De verdad el PP no dispone de estrategias de oposición que vayan más allá de los aspavientos?

Soy de los que piensan que la sobrevenida alcaldesa de Lugo, puesta ahí no por elección de los lucenses sino por rebote judicial, es una buena mujer. No es virtud para despreciar, que conste. Ni muy despejada, ni muy trabajadora, ni muy eficiente, pero una buena mujer sí que lo parece. Una de esas mujeres, en fin, que están en un partido político (Partido Irreverente Surrealista, Partido de los Amantes de la Cerveza, Frente Ibérico de Salvación, Partido Evergeta Cristiano… cualquiera vale) como podrían estar en el Ropero de San Antonio o del Atlético de Madrid, siempre que la devoción estuviese retribuida en nómina. Ella no es mala, lo que pasa es que se rodea de malas compañías. Parece tener un imán para atraerse a los más obtusos de la congregación.

A la buena de la alcaldesa le da, a veces, por hablar por boca ajena, ya sea la del señor portavoz de su grupo ya sea, como la víspera de la Epifanía del Señor, la de S.M. el Rey Melchor. Al señor portavoz de su grupo ya está acostumbrada la ciudadanía lucense y lo soporta con beatífica resignación cristiana. El hombre abre el pico y no se sabe muy bien si aquello es la reencarnación de los Hermanos Tonetti en una sola pieza o el duplicado de Pich i Pon, aquel concejal barcelonés que se definió a sí mismo como «un hombre de vida sedimentaria».

Pero ni siquiera en casos de flagrantes desventuras municipales conviene pasarse de frenada. Y menos aún perder el norte de la moderación. Y de ambos pies parece que cojea el PP, a cuyo voluntarioso grupo municipal no le vendría mal aliviar su tendencia a la irritación permanente con una pequeña dosis de sentido del humor. Seguramente el sosias del Rey Melchor anduvo escaso de ingenio, de tacto y hasta de sensatez. Pero decir que en Lugo están pendientes de ejecución muchos proyectos importantes para la ciudad por falta de entendimiento entre los grupos políticos no es decir nada nuevo. Ni nada nuevo, ni nada ofensivo, ni nada que justifique pedir explicaciones en pleno municipal.

¿De verdad el PP no dispone de estrategias de oposición que vayan más allá de los aspavientos? ¿Es posible que un partido que aspira a gobernar una capital de provincia no sepa que las soflamas no pueden ocultar la falta de alternativas y propuestas? El discursito de Melchor, penoso. La reacción del PP, lamentable. O sea, la política lucense oscila entre la horca y el cuchillo.

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