Remunicipalizaciones, o lo público puesto al servicio de la ideología

Rebasado el ecuador del mandato, las mareas fracasan en su intento de recuperar la gestión del agua o la ORA

Un vecino de Santiago utilizando el servicio de la ORA MIGUEL MUÑIZ

MARIO NESPEREIRA

Existe un cierto consenso entre los expertos a la hora de señalar la «fiebre» remunicipalizadora que atraviesa las ciudades y pueblos de España. Su raíz está en la crisis. Con el estallido de la Gran Recesión de 2008, buena parte de la opinión pública interiorizó la teoría de que la externalización de los servicios básicos —el agua, el saneamiento o la recogida de basuras— era una mala idea . Había entonces quien pensaba que lo público se estaba regalando a las empresas a precio de saldo, y que los ayuntamientos no hacían otra cosa más que ver desde la barrera cómo el control de sus competencias se le escapaba como el agua entre los dedos.

Así lo recoge el libro « El interés general y los servicios públicos: la mejor gestión en favor del ciudadano y no de las ideologías », elaborado por cinco académicos, y en el que se lamenta que el debate sobre la gobernanza municipal se haya « ideologizado en exceso» y de una manera «simplista» . En realidad, todo parte de las elecciones municipales del 2015 y de la promesa de la izquierda rupturista de «devolver» a lo público algunos servicios, especialmente a la luz de algunos casos de corrupción vinculados a las concesionarias. «El buen relato populista —destaca el libro— para resultar creíble debe basarse en medias verdades (...) Una cosa es reconocer los fallos del modelo y plantear alternativas, y otra muy distinta es querer sustituirlo por formas de inspiración colectivizadora que ya fracasaron con toda claridad en el pasado reciente».

Galicia no fue una excepción. Las mareas que se hicieron con el poder en La Coruña, Santiago yFerrol pivotaron su discurso sobre la idea de la remunicipalización. Hasta que se toparon con la realidad —el gobierno nunca es lo mismo desde fuera que desde dentro— y empezaron a introducir sus promesas en un envoltorio de comisiones técnicas, acusaciones al Gobierno central y compromisos de largo alcance .

En la ciudad herculina, por ejemplo, la Marea Atlántica incluyó en su programa electoral la remunicipalización del servicio de la ORA. Pero meses después de entrar en María Pita, el equipo de Ferreiro paralizó la operación bajo la amenaza de un «riesgo económico grave».

Igual que con el servicio de bibliotecas. El gobierno local anunció en 2016 que la red de centros pasaría a ser gestionada otra vez por el Ayuntamiento, aprovechando que la concesión estaba próxima a caducar. El proceso, que llevó a la firma Eulen a seguir velando por el funcionamiento de las bibliotecas sin contrato y a licitar una nueva concesión por 2,4 millones, sigue en pie, alegan desde María Pita: «Prevé llevarse a cabo a través de la empresa Pública Emvsa», dicen, aunque sin dejar de reconocer los obstáculos. «Por desgracia, la complejidad de los procesos de recuperación de servicios públicos es alimentada sistemáticamente por el Gobierno central . Pese a esto, el gobierno local continúa en su empeño de mantener o recuperar la gestión pública de los servicios cuando se beneficioso para la vecindad».

En Santiago se baila al mismo compás: el de espera. Compostela Aberta dejó patente en su programa la recuperación de todos los servicios siempre que se detectaran «incumplimientos» por parte de la concesionaria. Era una apuesta estratégica: «Remunicipalización para evitar que los intereses privados se pongan por delante del bien común », proclamaban. Pasado el ecuador del mandato, ni la promesa de gestionar directamente el agua ni la ORA se han cumplido. En el caso de la primera, el proceso va bien encaminado, apuntan desde Raxoi: el gobierno de Martiño Noriega prevé llevar la propuesta definitiva al pleno del mes de marzo.

Cuestión distinta ocurre con el agua. De momento, la junta de gobierno local encargó el pasado mes de febrero a la comisión técnica del ramo que evaluara «diferentes vías y modelos de gestión» para cuando finalice el contrato con Viaqua, previsto para 2019. Casi al mismo tiempo que la celebración de las elecciones municipales. « Tenemos interés en estudiar seriamente la gestión directa del ciclo integral del agua, pero sabemos que la recuperación de servicios es un proceso muy complicado , y más en el marco legislativo actual» , declaró entonces Noriega, que sin embaro aclaró que la futura decisión se ampararía en el «rigor» y en el criterio de los técnicos municipales.

Sin avances en La Coruña ni en Santiago, el único que puede haber presumido de haber recuperado un servicio es Jorge Suárez, alcalde de Ferrol. Es el caso de la vigilancia y socorrismo de las playas . En junio de 2016 se encargó de la contratación de 43 efectivos para diez arenales. El ahorro: 203.017 euros, estiman en el Ayuntamiento de la ciudad departamental. Por lo demás, en el aire está la remunicipalización del agua y la recogida de basuras, aunque en este caso la vía es a través de la mancomunidad que comparte con otros nueve municipios de su entorno. Según un estudio técnico, la gestión colectiva de los residuos implicaría un ahorro de casi 49 euros por habitante (-12%). Pero como en el resto de las grandes ciudades de la provincia, las comisiones técnicas y los compromisos de otros concellos con sus concesionarias dilata sine die el proceso.

Otras ciudades

En otras ciudades gobernadas por distintas formaciones, el foco es el mismo: la ORA, la grúa o el agua. En Lugo, están valorando hacerse cargo de las dos primeras, pero su alcaldesa, Lara Méndez, explica que asumirlos «directamente» con al actual plantilla del consistorio es pegarse un tiro en el pie, «cuando ni siquiera contamos con los recursos humanos y la autonomía suficientes como para resolver con eficacia los problemas del día a día, debido a la asfixia que supone la Ley de Racionalización impuesta por el PP».

En Pontevedra, de momento el ciclo del agua seguirá siendo objeto de concurso y en Orense, el popular Jesús Vázquez asegura que antes que recuperar nada, los técnicos deben valorar su «viabilidad y eficiencia». Vigo, mientras tanto, va por libre . El único conflicto podría ser el del Auditorio do Mar, y solo la Marea secunda a pies juntillas el rescate de la gestión.

Francisco Caamaño ABC
Luis Miguez Macho MIGUEL MUÑIZ
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