La plantilla acusa al Gobierno de Sánchez de usar Navantia como chiringuito para colocar afines

Con las gradas vacías, en los astilleros de Navantia en Ferrol cunde el desánimo. Los continuos cambios en la presidencia de la empresa pública han incrementado el malestar de la plantilla . Hace unos días, el Gobierno central anunciaba la salida de Belén Gualda, que toma las riendas de la SEPI (Sociedad Pública de Participaciones Industriales) tras haber permanecido apenas seis meses en el cargo. Su predecesora, Susana de Sarriá, fue la primera nombrada por el Ejecutivo de Sánchez. Duró sólo dos años. De Sarriá sustituyó al mugardés Esteban García Vilasánchez nombrado en abril 2017 con Rajoy en la Moncloa «El actual Gobierno está utilizando nuestra empresa como su chiringuito privado, colocando políticos con salarios desorbitados que nada saben de como se gestiona una empresa como la nuestra», afirma CCOO Navantia Ferrol en un comunicado.

«Lo que pasa no es serio ni responsable», coincide la sección sindical de la CIG en los astilleros ferrolanos. «Todos entendemos que es un nombramiento político, pero más bien parece una empresa de recolocaciones de cargos para los afines al ministro de turno », asegura el sindicato nacionalista en un comunicado. «Desde el Gobierno central no se toman en serio esta empresa», prosigue la CIG. CCOO realiza un diagnóstico similar y traslada su «más profunda decepción e indignación» con la gestión por parte del Ejecutivo estatal.

La situación en los astilleros ferrolanos es delicada. Bajo el mandato de Susana de Sarriá se firmó un esperado contrato, el de las cinco fragatas F-110. El encargo, que había sido retrasado por el Gobierno en varias ocasiones, supondrá diez años de empleo estable para el sector naval en la ciudad. Además, permitirá a la empresa pública modernizar sus instalaciones y cumplir su plan estratégico para garantizar la viabilidad de la compañía en el futuro. Pero desde el anuncio, las inversiones necesarias aún no se han activado y no se prevé que hasta el año que viene las gradas de Navantia vuelvan a retomar la actividad .

«¿Se va a cumplir el cronograma previsto para las F-110?», se pregunta la CIG. La central nacionalista lamenta que la ría sigue sin carga de trabajo y «sin un plan de inversiones para nuevas instalaciones», como el ansiado dique seco en el que poder incrementar el volumen de reparaciones como complemento a la construcción de barcos nuevos. La plantilla teme que el nuevo presidente, que aún no ha sido nombrado, paralice algunas de las promesas realizadas . Desde CCOO se reclama que se nombre a una persona relacionada con el sector naval, que conozca de primera mano el trabajo en los astilleros. «Nada de políticos de segundo nivel que no se sabe donde colocar», apostilla . Susana de Sarriá era ingeniera de Montes. Su sustituta, Belén Gualdá, ingeniera de Caminos, Canales y Puertos. En los últimos años, tan sólo el mugardés Esteban García Vilasánchez había hecho carrera dentro de la propia Navantia.

Para CCOO es también indispensable un recambio un escalafón por debajo de la presidencia. «Lo absolutamente necesario es cambiar el comité de dirección, pues quienes trajeron a Navantia a esta situación y continúan con sus planteamientos, por muy fracasados que se demuestren, no deberían de continuar en sus responsabilidades», apunta el sindicato mayoritario en los astilleros ferrolanos. CCOO recuerda que en los últimos años la plantilla de Navantia ha pasado de ser la que diseñaba y fabricaba los productos a una «mera gestora de compañías auxiliares». El personal directo se ha reducido a la mitad, pero las pérdidas «han pasado de ser sostenibles a superar algunos ejercicios los 300 millones de euros», añade.