José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

El muelle de Caballero

Si el convenio de 1992 era contrario a la ley, debía haber sido impugnado. Pero en sus once años de alcalde, Caballero no lo hizo

Abel Caballero, durante la rueda de prensa que dio en la mañana del lunes EFE
José Luis Jiménez

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En política a veces los pequeños gestos incontrolados, las reacciones espontáneas, dicen mucho más que las manifestaciones públicas pensadas y medidas para el consumo del auditorio. A bel Caballero es un político de larga y dilatada experiencia , con más tablas en este negocio que el muelle que acaba de hundírsele en Vigo, capaz de mostrar un talante de frío acero incluso en los momentos más delicados. Por eso resultó llamativo por lo extemporáneo de la crítica esa arremetida contra el presidente de la Xunta sobre si estuvo o dejó de estar en la madrugada del domingo en el Parque de las Avenidas , en los momentos inmediatamente posteriores al suceso . O esa velada insinuación de que a Feijóo le importaban un comino los heridos , porque no sabía en qué hospital estaban ingresados. Un politico serio y cabal no hurga así en el fango . Esto es más propio de alguien que pierde los nervios y se siente en una situación comprometida.

Pero, ¿tiene motivos para estarlo el alcalde de Vigo?

El debate sobre quién debía encargarse por defecto del mantenimiento del muelle hundido revela aristas nuevas a cada minuto que pasa. Siendo cierto que las infraestructuras portuarias son, por lógica, responsabilidad del Puerto, no lo es menos que existe el convenio de 1992 que altera esa lógica, atribuyéndole la responsabilidad al Ayuntamiento. «Las ciudades no mantenemos muelles» , replicó ayer en su segunda rueda de prensa del día Caballero. Por tanto, si ese convenio imputa competencias al concello que contravienen la Ley de Bases del Régimen Local, o si resultaba equívoco en su contenido, lo procedente habría sido impugnarlo en los tribunales . Pero Caballero, en sus once años de alcalde, no lo hizo. Y él conocía sobradamente ese convenio, porque también presidió el Puerto antes de alcanzar la Alcaldía.

Luego está la ley gallega de espectáculos, que es clara a la hora de exigir entre los informes preceptivos a la autorización de cualquier actividad uno que se refiera a la «solidez de las estructuras». Esto es tan de aplicación para una atracción de feria como para un palco de fiesta. O para un muelle. Y si bien el Concello no había realizado previamente esa evaluación de la infraestructura, con la ley en la mano se lo podía haber exigido a los organizadores . A la vista de las respuestas dadas este lunes por el alcalde vigués, ese informe no existiría. ¿Se puede entender esto como una dejación de funciones?

En estos once años que lleva como alcalde, Caballero ha demostrado una habilidad sobresaliente en imputarle a terceros las malas noticias que pasan en Vigo . Él se reserva el papel de inaugurador de obras, animador de fiestas y de defensor de una ciudad supuestamente agredida por los envidiosos que viven más allá de Rande, las conspiraciones de los coruñeses vanidosos y la aldea compostelana que asfixian a ese Vigo explotado. Hoy se manifiesta al lado de banqueros condenados por saquear Caixanova y mañana la culpa es de Feijóo por permitir la fusión de las cajas . Pasado mañana propone un párking solo para vigueses en el Cunqueiro aunque el hospital atienda a ciudadanos de toda la comarca. Y para qué hablar del boicot al Área Metropolitana. Y de todos estos esperpentos ha salido no solo airoso, sino incluso reforzado a los ojos de su grey.

¿Será el muelle su primera gran mancha como alcalde? La respuesta está en manos de un juzgado. Y para tranquilidad de los vigueses, el juez no es el malvado Feijóo.

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