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El fútbol llegó primero a Vigo

Un investigador sitúa en 1876 el primer partido del que se tiene constancia en España, protagonizado por el Exiles, un equipo de ingenieros ingleses llegados a Galicia

El Exiles, en una fotografía de 1903, jugó su primer partido en Vigo en 1876 ABC

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El fútbol es patrimonio de los equipos, los jugadores y las hinchadas, pero la propiedad de su génesis hace tiempo que viene siendo una disputa de ciudades. ¿Vigo o Huelva? Es la pregunta que se formulan los interesados en conocer cuál es la cuna del fútbol en España, como anticipando una batalla por el pedigrí. La respuesta canónica hasta ahora remitía al sur. A la fundación por parte del doctor escocés Williams Alexander Makay del «Recreation Club», la primera proto-escuadra del país en la que se enrolaban los trabajadores ingleses de la mina onubense de Riotinto. Era el año 1878. Aquel equipo acabó convirtiéndose en la semilla del Recreativo de Huelva, el Recre, acreedor del sobrenombre de decano del fútbol español. Sin embargo, las pesquisas de un investigador vigués, José Ramón Cabanelas, amenazan con derrumbar el mito.

Escrito está, dice. Dos años antes que en Huelva, en 1876, se mencionan por primera vez los «juegos de pelota» que ocupan la vida social de los ingenieros de la Eastern Telegraph Company en las orillas atlánticas de Vigo. Eran trabajadores cualificados, procedentes de Porthcurno (Cornualles), todos ellos llegados a una ciudad en los albores de su desarrollo industrial. En su tiempo libre frecuentaban el Casino, algunos se casaron con mujeres gallegas, y juntos levantaron en 1873 una franquicia del Exiles –los exiliados, en inglés–, un club social fundado en las islas británicas que sin embargo ganó popularidad en Vigo por su querencia por el balón.

«Caminan como cuatro»

Cabanelas llegó a él por casualidad. Investigaba los orígenes de la Eastern Telegraph y del cable telegráfico cuando se topó con una fotografía en sepia de los jugadores del Exiles, en 1906. Y su instinto de historiador se activó. Rebuscó en el museo de la empresa, en su revista interna («The Zodiac») y halló en la hemeroteca del «Faro de Vigo» (el diario decano de la prensa española) un recorte de 1876 con mención a los partidos. El periódico recuperó parte de aquel texto en 2012: «Otra vez han vuelto a visitarnos los ingleses. ¡Son tan amables! Caminan como cuatro, pisan como seis y beben como cincuenta. Pescan, cazan, fuman, pintan y juegan a la pelota según su uso y manera».

Entonces jugaban en el Malecón, un terreno de seis manzanas también conocido como Los Cuadros del Relevo, hoy situado en pleno centro de Vigo. Los encuentros los disputaban el Exiles y los barcos de la Armada británica que fondeaban en la ría para efectuar maniobras. «Cada buque organizaba un partido», detalla Cabanelas. Los goles se anotaban en porterías raquíticas y estrechas, de 4,82x2,7 metros, nada que ver con las de 7,32x2,43 que marca el reglamento.

Para el investigador, miembro del Instituto de Estudios Vigueses, el hecho de que el fútbol se colara por Galicia no deja de entrañar cierta «lógica». Primero, por una cuestión de proximidad entre la costa gallega y la inglesa; segundo, porque el deporte no era más que la huella que dejaba la Eastern Telegraph en cada uno de los puertos en los que recalaba para instalar el cable submarino. Su ruta hacía parada en Vigo para después continuar en Lisboa, Gibraltar o Malta.

Alrededor del Exiles pronto surgió cierto efecto contagio. Cabanelas indica que en 1905 nacen el Vigo y el Fortuna, equipos que confluirían dentro del Celta de Vigo en su fundación en 1923. En aquella época, el Exiles llegaría a disputar una Copa de España y a ganar, en 1907, una Copa de Pontevedra organizada con equipos locales.

«Valor y maestría»

Con aquella escuadra de ingenieros ingleses en Galicia, como en el resto de España, se popularizó un deporte que hoy los jóvenes recitan por los apellidos Aspas o Boquete . Ambos serán ejemplo de «Valor y maestría: Galicia como fútbol», la exposición que se prepara en la Ciudad de la Cultura de Santiago para reivindicarlo como no solo como disciplina deportiva, sino como expresión social (ya lo decía Camus: «Lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol»).

Rubén Ventureira, comisario de la exposición, avanza que la muestra vinculará el fútbol «con el desarrollo de las ciudades». Algunos ejemplos los cita el periodista Afonso Eiré. De cómo la depresión de resultados en la que se sumió el Dépor en los setenta coincide con la derrota de La Coruña en su lucha por la capitalidad de Galicia y de cómo su edad de oro, el Superdépor, fluyó en paralelo al orgulllo de un nuevo coruñesismo acuñado por Francisco Vázquez. Una dinámica que bien podría extrapolarse al presente, con la manera en la que el Eurocelta copa portadas mientras prosigue el festival de autoestima viguesa insuflada por su alcalde, Abel Caballero.

La muestra se hará eco, también, del tridente galaico Marcelino-Luis Suárez-Amancio que dio a España su primera Eurocopa en 1964, de las gestas locales del Pontevedra del «Hai que roelos», además del Orense de récord del 67-68. Habrá más de trescientas piezas originales. Ninguna se ha podido encontrar de Irene Basanta, la primera mujer futbolista, a la que la exposición homenajeará como reflejo de que en Galicia las hubo también valientes y maestras.

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