NUEVA NORMATIVA

El deber de limpiar las fincas dispara la demanda de empresas de desbroce

Negocios de trabajos agrícolas admiten un repunte de entre un 30 y un 40% que atribuyen al «miedo» a las multas

La demanda se empezó a disparar en el mes de marzo ABC

Z. Rial

Desde hace varios meses el teléfono de Vicente Conde no deja de sonar. Es el gerente de Destagal, una de las muchas empresas de trabajos agrícolas registradas en Galicia que ha visto como este año se disparaba entre un 30 y un 40% la demanda de particulares que reclamaban sus servicios para cumplir con la normativa que obliga a mantener limpia de maleza una franja de seguridad de al menos 50 metros en torno a viviendas o núcleos habitados. «Nosotros empezamos a notarlo desde marzo. Hubo una especie de boom. La gente se volvió loca », confiesa Conde en conversación con ABC.

Sin embargo, el suyo no es un caso aislado. A raíz de la ola de incendios del año pasado y tras los esfuerzos de la Administración por concienciar a los propietarios de la necesidad de rozar sus parcelas, son muchos los dueños de este tipo de negocios que admiten un considerable repunte en su actividad que atribuyen, en gran medida, al «miedo» a posibles sanciones. «No hay más concienciación, es el miedo a las multas. Aquí está muy arraigado el hecho de tener ahí un terreno y aprovecharlo al máximo. Así que si no hay un poquito de empuje ellos no lo harían», explica a este diario Carlos Blanco, titular de la empresa de desbroces Freixeiro, que habitualmente trabaja por toda la comarca de Bergantiños .

De la misma idea es José Manuel Touceda, gerente de Emdesfor, una firma de trabajos agrícolas que emplea a más de 40 personas en la provincia de Pontevedra. Touceda señala que muchos de los encargos que afrontan son fincas con apenas maleza «que la gente limpia por miedo, para no tener problemas» . Otras, lamenta, «están ya a monte», con arbustos de entre diez y quince años de antigüedad y «en un estado realmente peligroso en caso de incendio».

En este sentido, la mayor parte de los dueños de empresas de desbroces consultados se muestran optimistas y creen que, de mantenerse la actual tendencia, dentro de unos años la mayoría de las viviendas de Galicia respetará el perímetro de seguridad de 50 metros libre de maleza . Además, coinciden en señalar que las zonas afectadas por la ola de incendios del pasado octubre son las que presentan un nivel más elevado de concienciación sobre esta problemática. «En lugares en donde ardió, esa gente sí está concienciada. En otras, que no vieron el fuego cerca, aún queda mucho», explica el gerente de Destagal.

Con todo, y con vistas a que la demanda de sus empresas continúe aumentando, los propietarios de negocios agrícolas puntualizan que aún queda trabajo pendiente de cara a afrontar algunas de las problemáticas que encara el sector. Una de ellas, ejemplifica el gerente de Emdesfor, es el fuerte descenso en el precio de la madera por la «saturación» existente en las fábricas. «Estamos creando saturación en las empresas porque no hay quien pueda absorber tanta madera y al final se acaba por tirar el precio. Si ya había poco apego a tener a fincas cuidadas y aún por encima le esquilmamos a los propietarios lo poco que les daban, pues la gente irá abandonando las tierras poco a poco», relata José Manuel Touceda.

En el buen camino

También desde las administraciones han notado un antes y un después en la limpieza del monte. Así lo reconocía el director xeral de Ordenación Forestal, Tomás Fernández Couto en un reciente desayuno informativo en el que concretó que, pese a que «a nivel general» las franjas de seguridad no se respetan en la totalidad de las parcelas, sí «ha habido avances». De la misma opinión es el presidente de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp), Alfredo García, que en conversación con este diario aclaró que «la percepción» después de hablar con distintos alcaldes gallegos «es que se está limpiando más por iniciativa propia» . «Esto no quiere decir que no falte muchísimo, porque falta muchísimo, pero podemos decir que estamos en el buen camino», resume García, que atribuye este cambio a un conjunto de factores como la ola de incendios, el miedo a las multas o una mayor concienciación. «Al final todo suma»,

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