GALICIA

Crece la presión social para saber quién mató a Déborah Fernández hace ya 17 años

La familia ha logrado reunir, en tan solo una semana, más de 130.000 firmas para evitar que el caso prescriba

Imagen de la joven viguesa ABC

Patricia Abet

Evitar que un crimen quede impune 17 años después . También aplacar, en la medida de lo posible, el dolor de una familia a la que la desaparición y muerte de su hija cambió para siempre . Esas son las razones que se esconden tras la petición en favor de la reapertura del caso de la joven viguesa Déborah Fernández, que en poco más de una semana ha logrado 130.000 apoyos a través de la plataforma Change.org . A la causa se han sumado desde amigos y vecinos que no olvidan a esta amante del diseño que cuando murió tenía solo 22 años y también nombres conocidos como el de Sergio Pazos, Jon Kortajarena, Tania Llasera o el propio padre de Diana Quer . Todos piden que la investigación, archivada en 2010, se reabra para hacer justicia. Para encontrar a la persona con la que Déborah se cruzó el día de su muerte.

Sobre esa trágica tarde en la que esta chica vitalista y amante del deporte salió a correr con una prima poco se sabe. Solo que las dos se separaron llegado un punto del trayecto y que Déborah enfiló el camino a casa . Unos metros antes de llegar se encontró con un conocido, con el que se detuvo a hablar. Después, todo son preguntas. Alarmados por su ausencia, los padres de la desaparecida pusieron una denuncia a las pocas horas y centenares de personas se sumaron a su búsqueda , pero ni rastro de la chica. El mazazo para los Fernández llegó diez días después de la desaparición, con una llamada que los informó de que una vecina de O Rosal, a casi 50 kilómetros del lugar donde se vio a Déborah por última vez , había encontrado su cuerpo en una cuneta.

Una escena del crimen planeada

Este escenario daría mucho de sí, porque lo que a priori parecía la escena de una violación con preservativo y semen incluido, a la postre se convirtió en una trampa para los investigadores. El cuerpo de la muchacha apareció desnudo, tumbado sobre la tierra y cubierto en sus zonas íntimas por unas hojas. No había marcas de arrastre y su cuerpo estaba acostado de lado. Una fotografía perfectamente cuidada en la que no faltó nada, salvo que los informes forenses posteriores evidenciaron que la víctima no había sido violada y que el semen fue introducido postmortem . La autopsia también desveló que Déborah pudo morir el mismo día de su desaparición o en horas posteriores y que su cuerpo debió permanecer en un lugar frío y a resguardo. Sobre lo extraño del caso, la familia lo tiene claro y defiende que alguien tuvo que lavar el cadáver e idear la composición , porque antes de salir a correr Déborah se había depilado con cera y en el cuerpo no había rastro.

Lugar en el que una vecina encontró el cuerpo de la joven MUÑIZ

A esta puesta en escena llena de sinsentidos se une el que nadie viese nada el día que se llevaron a la viguesa. Ni un forcejeo, ni un grito . Por eso, los investigadores defendieron desde el primer momento que detrás del crimen se podría encontrar una persona de su entorno. Siguiendo esta línea, llegaron a interrogar a un sospechoso que pasaba frecuentemente por el punto donde la joven desapareció y que mintió al decir que no la había telefoneado ese día . Un testigo también reveló un olor extraño en su coche, pero la pista se agotó y llegó a un callejón sin salida.

Sobre las causas de la muerte, la autopsia demostró que no había signos de violencia ni de agresión sexual y apuntaron a una muerte por sofocación con un objeto blando y desconocido. Por eso se analizó el pañuelo que apareció al lado del cuerpo; también el semen del presunto agresor, pero para ninguna de las muestras de ADN hubo coincidencias. Ante la falta de pruebas, la Policía investigó al círculo de amigos de la joven, indagó en posibles relaciones desconocidas y trató de encontrar alguna explicación a su desaparición. Unos esfuerzos que, de nuevo, cayeron en saco roto y llevaron al archivo del caso 2010 . Diecisiete años después del crimen, la familia lucha para encontrar una vía de salida antes de que el caso prescriba y la duda marque para siempre la muerte de Déborah. La hermana de la viguesa reconoce que a sus padres ya no les quedan fuerzas para seguir luchando, «pero a mí sí».

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